SOBRE FERDINAND
Carta abierta a Antonio Lorca
Estimado señor Lorca:
Lamento comunicarle que los Reyes Magos son los padres, los toros no hablan y el cine es una mentira. No le digo esto, que presumo usted ya entiende, de forma gratuita, sino a colación del artículo publicado el pasado sábado 6 de enero en las páginas del diario El País. En él asegura lo siguiente: “Ferdinand no quiere ser un toro; no es un toro; renuncia a su naturaleza animal. Es un ser humano que, como la inmensa mayoría, detesta la violencia y añora la paz. Ferdinand rechaza su destino de toro bravo, como si la gallina pudiera renunciar a poner huevos, el perro a andar a cuatro patas o el león a perseguir y devorar al ñu. El mensaje de la película es profundamente antinatural. Ferdinand dice no al matadero y no a la lidia, supuestos sinónimos del maltrato. Y el paso siguiente sería la total desnaturalización de la sociedad actual. Lo más grave no es que los niños que abarrotaban el cine sevillano sean los antitaurinos de mañana; lo peor es que la manipulación les lleve a la ignorancia. Si no quieren ser aficionados a los toros, que no lo sean; pero que no los engañen: un toro bravo es un animal y no una persona. En fin, que en aras del malévolo buenismo imperante, la película Ferdinand es una preciosa, tierna, sensiblera y mentirosa historia”.
Me temo que en esas líneas se le han escapado algunos errores de bulto o, por utilizar un lenguaje afín al suyo, algunas mentiras. No es irrelevante preguntarse, como ya le han indicado en otros medios, si es justo comparar el hecho de que una gallina ponga huevos con la lidia de un toro: lo primero es un acto natural del que el ser humano no forma parte (la gallina pone huevos estemos nosotros o no) y lo segundo es un suceso que solo existe como parte de una representación cultural ideada por el hombre. Es posible incluso que podamos considerar que la tauromaquia, siguiendo su propio argumento, sea profundamente antinatural.
Pero es precisamente esta palabra, “antinatural”, la que más me llama la atención de su texto. Parece inferirse de sus palabras que el cine es o ha de ser una representación de lo “natural”, y es aquí donde le recomendaría que replantease algunos conceptos. El cine es, por definición, una mentira: los toros no hablan. Si Ferdinand y cientos de películas anteriores optan por antropomorfizar a un animal es porque eso les sirve como herramienta para acercarse a ellos, empatizar con ellos o incluso para convertirlos en símbolo de algo que no solo atañe a ese animal sino a todos los seres vivos. Usted mismo comenta que el cortometraje del año 1938 fue en su momento leído como “un símbolo pacifista”. ¿Es posible que usted, sencillamente, no quiera empatizar con el toro, o que le moleste que alguien prefiera oler las flores a ver una corrida de toros? En cualquier caso, permítame insistir: no hay nada natural en el cine, ni el mensaje de una película puede ser natural. Todo en ello es una construcción humana y cultural.
Expresar un sentimiento es algo profundamente natural, los perros, las gallinas, los leones, los ñus e incluso los toros lo hacen, por mucho que no les prestemos atención. Expresar ideas, sin embargo, es algo reservado a los seres humanos, el resultado de un desarrollo cultural que empieza con las pinturas rupestres y llega hasta, por ejemplo, Ferdinand. El equipo detrás de esa película le ha ofrecido una serie de ideas que conforman un discurso y usted está en su derecho de rechazarlo, pero sería conveniente que llamase a las cosas por su nombre. Resulta comprensible que una película como Ferdinand le resulte incómoda, pero al introducir los aspectos de “lo natural” y la mentira en lo cinematográfico su argumentación acaba cometiendo el mismo acto de manipulación que denuncia, agravado además por una ingenuidad inverosímil. Salvo, claro está, que las fábulas de Esopo y sus animales parlantes le parezcan también un acto de manipulación, pero algo me dice que esa “manipulación” solo le indigna cuando sirve a un propósito que atenta contra su pasión y su forma de vida. Mientras tanto la sociedad seguirá, como usted dice, “desnaturalizándose” porque, lamento informarle, en realidad nunca tuvo mucho de natural y la tauromaquia es un excelente ejemplo de ello.
Simplemente, OLÉ!!
Ignorantes que sois los antitaurinos, y jamás podréis apreciar la belleza de la tauromaquia.
aa eres todo un ilustrado. Me regocija saber que por más que te opongas la tauromaquia tiene sus días contados. Con todo el respeto asesino de toros 🙂