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SKATE KITCHEN

La estética del like

En 2018, el actor Jonah Hill se estrenó en la dirección con En los 90, toda una oda a la cultura skater. El cineasta, nacido en 1983, llegó a su adolescencia en pleno apogeo de dicha cultura popular en la que muchos descubrieron un refugio, una forma de vida, incluso un lugar donde comprender y analizar su paso a la madurez. Curiosamente, apenas unos meses antes de su estreno en Estados Unidos, otra debutante en la ficción como Crystal Moselle -realizadora del aclamado documental The Wolfpack (2015) y coetánea generacional de Hill- presentó una película de temática parecida titulada Skate Kitchen. Obviamente, no era fortuito que coincidieran en el tiempo dos films que miraban el coming of age a través de este deporte callejero. Y menos aún que ambos fuesen el debut tras las cámaras -al menos en el terreno de la ficción- de unos autores que, bien entrados los 30, miraban la juventud con nostalgia y cierto aire de despedida.

Crystal Moselle

Son muchas las similitudes que unen a ambas cintas. Más allá de que la mirada de género cambie, introduciendo en Skate Kitchen debates en torno al homogeneizado mundo de hombres que copa el skateboard, los descubrimientos hormonales, emocionales y de amistad son exactamente los mismos. Por ello, hay que acudir más que nunca a las formas para tratar de desentrañar los diferentes cometidos que ambas propuestas contienen. Mientras que Hill retrocede a la década de los 90, alimentando sus imágenes de cierta estética de la nostalgia, Moselle se planta en el presente recogiendo las formas publicitarias e instagramers de sus protagonistas. A medio camino entre el documental y la ficción, la cineasta parte de un perfil real creado por las propias actrices dos años antes del rodaje. Hoy, todavía activo y liderado por las mismas jóvenes, los vídeos y estilos de moda de The Skate Kitchen (referencia irónica a los comentarios que dejan algunos usuarios sugiriendo que «deberían estar en la cocina») son claro ejemplo del germen conceptual de este drama independiente.

Así, lo que en la primera es imagen analógica, formato 4:3 y estética casera “made in MTV”, en la segunda es cámara digital, planos lumínicamente estilizados y búsqueda incesante del metafórico like. En cualquier caso, ninguna escapa de la estética del postureo. Cuando Moselle decide coger la cámara en mano, o dejarla libremente deslizarse a través de la steadicam, los aparentes objetivos son claros: naturalismo, frescura y libertad adolescente. En este sentido, la cineasta logra atrapar cierta atmósfera vivaz en sus escenas, pero las decisiones en torno a la paleta de colores veraniegos o la música envolvente, entre otras, acercan los conflictos generacionales a un constante déjà vu publicitario. Un ejemplo claro del reconocimiento de estas formas y herramientas son todas esas transiciones musicales, donde intentando recoger la emoción de las protagonistas, la cámara muestra sus escapadas callejeras, sus virguerías deportivas o sus respuestas corporales con la habitual ralentización de las acciones y la partitura de carácter atmosférico.

Skate Kitchen

Skate Kitchen, clara hija de su época, entiende las normas que rigen la actual juventud, pero nada en ella consigue traspasar ferozmente los habituales efectos que puede ocasionar un vídeo de YouTube o una historia de Instagram acompañada por su correspondiente lista musical de Spotify. Y eso que logra esquivar ciertas irregularidades de sus diálogos y acciones gracias a un reparto que, aunque no del todo carismático, sí consigue contagiar ese alma de verano y amistad. De todos modos, la abundancia de clichés y lugares comunes en sus personajes -la novata, la callada, la extrovertida, la líder…-y en sus giros de guion -la huida de casa, la pelea entre amigas por un mismo amor…- no ayudan a ver, más allá de su estética, un discurso profundo.

Por ello, aunque está claro que el propósito de Moselle y su formulación feminista del mundo skater tiene mucho más sentido con estas formas y mirada presentes (a diferencia del nostálgico y muy masculino mundo de Hill), la levedad de su fondo acaba por presentar una coming of age tan fácil y agradable de ver, como también intrascendente. A diferencia de la frase que recita un personaje de la película durante un freestyle, “no hago anuncios para marcas de ropa”, Skate Kitchen en más de un instante se parece a uno.


Skate Kitchen (EEUU, 2018)

Dirección: Crystal Moselle / Guion: Crystal Moselle, Jen Silverman, Aslihan Unaldi / Producción: Crystal Moselle, Alliah Mourad, Lizzie Nastro, Julia Nottingham, Matthew Perniciaro, Michael Sherman, Rodrigo Teixeira e Izabella Tzenkova (para Bow and Arrow Entertainment y RT Features) / Fotografía: Shabier Kirchner / Música: Aska Matsumiya / Montaje: Nico Leunen / Diseño de producción: Fletcher Chancey / Reparto: Jaden Smith, Elizabeth Rodriguez, Taylor Gray, Jules Lorenzo, Darlene Violette, Rachelle Vinberg, Samuel Smith, Tashiana Washington, Thaddeus Daniels, Judah Lang, John Palumbo, Nina Moran, Kabrina Adams, Ardelia Lovelace, Brenn Lorenzo

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