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SITGES 2020 (DÍA 10): ESTE CUERPO ME SIENTA DE MUERTE, THE SHOW

Sitges se prepara para bajar el telón

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The Show, de Mitch Jenkins

Este cuerpo me sienta de muerte, de Christopher Landon

La sesión sorpresa de este año (que dejó de ser sorpresa hace un par de días) no han sido finalmente las rumoreadas Dune (Denis Villeneuve), Malignant (James Wan) ni Way Down (Jaume Balagueró). En su lugar hemos podido ver la única película del festival producida y distribuida por una major, signo pesimista del estado del cine ahora mismo. Este cuerpo me sienta de muerte, traducción «creativa» del original Freaky, supone el regreso de Christopher Landon (hijo de Michael) tras el brutal éxito de su díptico de Feliz día de tu muerte (2017-2019) aplicando la misma fórmula: coger una trama muy explorada en otro género (en Feliz día de tu muerte la repetición diaria en forma de bucle temporal a lo Atrapado en el tiempo -Harold Ramis, 1993-, en Este cuerpo me sienta de muerte el intercambio de conciencias entre dos personas muy distintas como en Este cuerpo no es el mío -Tom Brady, 2002) y mezclarlo con el slasher adolescente. En esta ocasión, los protagonistas son El Carnicero (Vince Vaughn), un psychokiller escapado de un psiquiátrico tras convertirse en leyenda por sus crímenes brutales, y la joven Millie (Kathryn Newton), una tímida estudiante de instituto. Una daga portadora de una antigua maldición azteca será la causante de este intercambio de conciencias con divertidas (y sangrientas) consecuencias.

Freaky, el título original, hace referencia a sus predecesoras más evidentes (Freaky Friday y su remake, traducidas en España como Viernes loco -Gary Nelson, 1976- y Ponte en mi lugar -Mark Waters, 2003-, ambas basadas en el libro de Mary Rodgers. Además, la película deja claro que la acción principal transcurre en un viernes día 13) pero también a una cuestión tópica de las comedias románticas de instituto: da igual la apariencia, lo importante es el interior. Un mensaje que puede resultar pasteloso y manido a primera vista, pero ver a Vince Vaughn comportarse como una inocente quinceañera lo vale todo. Aparte, Landon sube el nivel de hemoglobina hasta llegar a la calificación R (menores de 18 años acompañados), regalándonos varias de las muertas más imaginativas y macabremente divertidas de la presente edición, sobre todo en un prólogo que es en sí mismo uno de los mejores ejemplos de slasher puro de los últimos tiempos. En definitiva, una película divertida, sin más ambición que la de entretener y hacer pasar un buen rato, que cumple con creces su cometido. Una de esas que se reciben como una agradecida evasión entre tanta propuesta pretenciosa.

Fran Chico

 

The Show, de Mitch Jenkins

En general, las incursiones de los grandes nombres del cómic en el mundo del cine se han saldado con resultados discretos o directamente desastrosos. Los tres largometrajes dirigidos por Enki Bilal pasaron al olvido rápidamente. Dave Mckean tampoco ha conseguido establecerse como director, a pesar de que sus esfuerzos son más interesantes: de su segundo y último largometraje hace ya seis años. Neil Gaiman ha conseguido tener una carrera un tanto más regular como guionista, pero casi siempre adaptándose a sí mismo o en condición de estrella invitada. Y, si en algún momento llegamos a pensar que Frank Miller podía ser la excepción, la hecatombe de The Spirit (2008) demostró hasta qué punto aquello era un espejismo. Mientras tanto, Alan Moore había mantenido una distancia prudencial del séptimo arte, declarando una y otra vez lo odiosas que se le hacen todas las adaptaciones de su obra (por otro lado, hay que reconocerle que mucha suerte no ha tenido). Hasta ahora.

En The Show, un peculiar investigador viaja hasta Northampton, en el corazón de Inglaterra, buscando a un tipo de dudosa reputación y una joya con antecedentes criminales. Allí se encuentra con todo un repertorio de bizarros personajes que habitan tanto el mundo real como el de los sueños, llegando al punto que las líneas entre uno y otro se difuminan. O al menos esa es la idea. El universo que presenta la película es indiscutiblemente mooriano, en su vertiente más juguetona y cómica. A pesar de que en ocasiones se nota que Moore no puede explayarse como lo haría en un cómic (su estilo nunca ha sido precisamente contenido), el guion brilla a un gran nivel, rebosante de ideas tan disfrutables como esa agencia de detectives infantiles, que se ríe afectuosamente del noir. También el reparto parece haber entendido perfectamente el tono, a medio camino entre lo banal y lo granguiñolesco, entre lo absurdo y lo onírico. Es una pena, pues, que sea visualmente donde la película más flojee, con un trabajo de cámara, fotografía y dirección artística bastante menos imaginativo y excéntrico que el texto sobre el que trabaja. Un problema, con todo, no lo suficientemente grave como para evitar que The Show resulte una propuesta totalmente disfrutable, puede que incluso para aquellos que no han leído nunca nada de Alan Moore.

Pablo López

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