Sitges 2018

SITGES 2018: LO MÁS SORPRENDENTE

Cuando uno se adentra en la sala de un cine, es inevitable tener expectativas sobre lo que va a ver. En un festival como Sitges 2018, donde puedes ver cinco o seis películas en un mismo día (siempre que no te importe no tener tiempo para comer), siempre hay una favorita del día, otras que te atraen (a veces simplemente por lo raro de la propuesta) y algunas que, sencillamente, entran porque “nunca se sabe”. Son estos últimos casos los que a veces deparan las mayores sorpresas: filmes de los que sabías poco o nada, a los que llegas sin expectativas o con reservas y acaban por convertirse en el pequeño tesoro que te llevas del festival. Así son las tres películas aquí recogidas, pequeñas joyas inesperadas.


L’HEURE DE LA SORTIE, de Sébastien Marnier

El gran placer de asistir a un festival de cine es poder ver incontables películas sin ningún tipo de concepción previa y poder sorprenderse al no tener ningún tipo de expectativa o información. En esta edición, una de estas reconfortantes sorpresas fue encontrarse con la francesa L’heure de la sortie dirigida por Sébastien Marnier y con un guion que firma el propio director junto a Elise Griffon. Durante los 100 minutos de metraje la película se siente por momentos como la hija bastarda de La Ola (Dennis Gansel, 2008) y El pueblo de los malditos (John Carpenter, 1995), dos filmes que distan mucho el uno del otro partiendo del propio género de cada uno pero que se verán reflejados inevitablemente durante varios momentos del metraje en la mente del espectador que los haya visto. A pesar de la potencia de estos referentes la película tiene en todo momento una identidad propia que la aleja de ellos.

Uno de los grandes aciertos del film es la marcada intensidad de su arranque. El espectador irá descubriendo a medida que avanza la película una enredada subtrama que no llega a cerrarse del mejor modo posible, haciendo así que lo que en un principio apuntaba a un sobresaliente termine en un merecido notable. No por ello deja de ser destacable y sorprendente la habilidad de Marnier para difuminar el horror y el terror mientras mantiene en todo momento el suspense al más puro estilo francés: jugando con la cercanía, la naturalidad y la imposibilidad de alejarse de la catástrofe por una pasmosa belleza que petrificará a aquel que la mire directamente.

Igor Fernández

THE HEAD, de Jordan Downey

La producción de películas de bajo presupuesto de fantasía que siguieron a Conan el bárbaro (1982), de John Milius, hizo que se empezase a utilizar la definición genérica de espada y brujería para este tipo de filmes. Aunque la película protagonizada por Arnold Schwarzenegger abrió la lata, su concepción como subgénero de aventuras se fraguó con las sucesivas producciones de serie B que la siguieron. De este caldo de cultivo primigenio de los años 80 bebe directamente The Head, de Jordan Downey.

Las decisiones del director respecto a la puesta en escena que va a guiar su película estrenada en Sitges obedecen inteligentemente a su concepción presupuestaria. Downey opta por el minimalismo y los espacios reducidos para narrar una aventura fantástica con aires de survival horror. El elemento del silencio es clave en esta película casi muda en la que la obsesión de un guerrero como Conan el bárbaro por dar caza a un monstruo del que solo oímos sus berridos enlaza con la épica más ancestral, con la mitología de la que beben directamente los textos literarios que dieron origen a la espada y brujería. La elección de mantener en todo momento en fuera de campo al monstruo hasta su descubrimiento en el plano de forma desenfocada lo simboliza como el miedo mismo del que el guerrero quiere desprenderse tras la trágica muerte de su hija, además de obedecer al ya mencionado tratamiento inteligente que el director hace con la puesta en escena de una película en cuyo rodaje participaban tres o cuatro personas en cada toma.

Carlos Rodríguez Martínez de Carneros

FREAKS, de Zach Lipovsky y Adam B. Stein

En un festival como el de Sitges, al leer el título Freaks dentro de la programación lo primero que se le viene a uno a la mente es que será alguna restauración del clásico de Tod Browning de 1932 (Traducido en España como La parada de los monstruos). Primer error. Al fijarnos un poco más, vemos que está dentro de la sección Fantàstic Discovery, donde solo se proyecta a directores de corta filmografía. Así que investigamos. Es el primer largometraje de Adam B. Stein, no así de su compañero Zach Lipovsky, que tiene en su haber varios títulos de género directos a vídeo como Leprechaun: El origen (2014) o Dead Rising: Watchtower (2015). Juntos dirigirán el live action de la serie de Disney Channel Kim Possible en 2019. De entrada, interesante. Del argumento podemos sacar poco (y cuanto menos sepamos, mejor), tan solo que se trata de un padre y su hija que viven recluidos en casa ante una amenaza exterior que no termina de concretarse del todo. Solo sabemos que los «Freaks» son seres muy poderosos, de origen desconocido, que han causado catástrofes con cientos de muertos por todo el país. El reparto termina por convencernos: Emile Hirsch (el gemelo perdido de Jack Black), Amanda Crew (vista en la serie Silicon Valley) y el eterno Bruce Dern interpretando a un personaje llamado «Mr. Cono de nieve». Entrada vendida.

Pero al entrar en la sala y comenzar la proyección nuestras expectativas se quedaron cortas. Con un impacto similar al que causara Josh Trank en 2012 con Chronicle, Freaks no reinventa la temática de los mutantes / superhéroes, pero sí la manera de contarla, apostando por la intriga y la mezcla de géneros fantásticos como si de un capítulo de La Dimensión Desconocida se tratase. De la mano de una brillante interpretación de la pequeña Lexy Kolker (que, con 9 años, es la que lleva todo el peso de la película), vamos de la ciencia ficción de La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1978) a los duelos psíquicos de la saga Scanners (David Cronenberg, 1981), pasando por la denuncia social migratoria y de rechazo al diferente. Toda una joya oculta que merecía su hueco en Sección Oficial.

Fran Chico

 

 

 

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