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SIN MALOS ROLLOS


Dolores de crecimiento

El 2023 está siendo un año prolífico para Gene Stupnitsky, un conocido en el género de la comedia, que se desempeñó como guionista de The Office y de películas como Año Uno (Harold Ramis, 2009) y Bad Teacher (Jake Kasdan, 2011) antes de dar el salto a la dirección con su tierna y transparente ópera prima, Chicos buenos (2019). Cuatro años después, Stupnitsky vuelve tanto a la pantalla pequeña como a la grande con dos éxitos críticos. El primero es Jury Duty (aún sin estreno en España), serie en forma de mockumentary sobre un juicio con un único miembro del jurado que desconoce que todo lo que sucede a su alrededor está guionizado. El segundo es la comedia veraniega Sin malos rollos, que supone no solamente el siguiente escalón de Stupnitsky en su carrera de director, sino también el gran retorno de Jennifer Lawrence en un papel principal que le otorga el merecido espacio para demostrar el amplio rango actoral que ha ido ganando con los años.

Sin malos rollos. Revista Mutaciones 1

Puede que este sea, al mismo tiempo, el punto fuerte y débil del film, porque al lado de una Lawrence en esplendor se encuentran un guion y una dirección que no terminan de hacerle justicia. Una especie de coming of age en dos niveles, Sin malos rollos sigue a un chico de diecinueve años y una mujer de treinta y dos que representan las crisis de dos momentos de la vida adulta radicalmente diferentes, enfatizando la brecha generacional entre uno y otro, pero demostrando que estamos todos en un constante proceso de aprendizaje; de soltar, dejar ir y buscar la fuerza necesaria para avanzar. Así, la premisa más o menos fallida acaba por darnos una fábula sincera sobre encontrar la amistad en los lugares más inesperados. Pero hay otra reflexión que se halla en el fondo y que resulta más interesante, especialmente en el contexto de lo que definiríamos como una comedia ‘buenrollera’: la crítica a la gentrificación, con un sutil comentario “eat the rich” que muestra lo que esto supone para los habitantes de lugares que sufren este tipo de transformaciones.


Sin malos rollos. Revista Mutaciones 2

Sin embargo, el discurso no termina de integrarse con la forma, manteniendo lo que podría ser una comedia mucho más inteligente en un nivel que no supera el de cualquier otra estúpida película americana. Los momentos divertidos más acertados se deben más a las actuaciones de sus protagonistas (volviendo a destacar especialmente la de Lawrence) que a las bromas en sí, que se sitúan en el terreno de lo arquetípico, y resulta difícil encontrar destellos de brillantez cómica más allá de la ocasional carcajada. Además, personajes secundarios que podrían otorgar matices con su presencia, son usados en una o dos ocasiones y dejados a un lado después de esto. Es el caso del personaje interpretado por el actor nativo estadounidense Zahn McClarnon o el canguro encarnado por Kyle Mooney.

En ese sentido resulta mucho más lograda Chicos buenos, donde la inocencia de un grupo de preadolescentes está reflejada a la perfección en las bromas escritas para sus personajes. Quizás el error de Stupnitsky haya sido querer dar el salto de la niñez a la edad adulta muy pronto, antes de hallar ese balance que sus personajes tanto luchan por alcanzar.


Sin malos rollos (No Hard Feelings, EE.UU., 2023)

Dirección: Gene Stupnitsky / Guion: John Phillips, Gene Stupnitsky / Producción: Sony Pictures, Odenkirk Provissiero Entertainment, Excellent Cadaver / Fotografía: Eigil Bryld / Música: Mychael Danna, Jessica Weiss / Interpretación: Jennifer Lawrence, Andrew Barth Feldman, Laura Benanti, Matthew Broderick, Natalie Morales, Scott McArthur

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