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SIN FIN

En busca del tiempo perdido

Sin fin

La ópera prima de los hermanos Alenda, Sin fin (2018), es una emotiva historia de amor con mimbres de ciencia-ficción, en un drama intimista donde su a priori sorprendente premisa (una máquina del tiempo que permite a sus protagonistas vivir una pasión imperecedera) se integra con total naturalidad en la narración.

Presente, pasado y futuro convergen simultáneamente en esta crónica amorosa, en un film basado en la oposición de contrarios: así, la pareja formada por Javier, un científico en ciernes introvertido, y María, una aspirante a actriz espontánea y frágil, representantes respectivamente de la racionalidad frente al sentimiento. Él, capaz de distinguir los ojos color kiwi de María desde la distancia, mientras ella es miope y necesita del apoyo de unas gafas que se niega a usar por coquetería. Una noche se conocen en un autobús nocturno de la ciudad de Madrid, y juntos pasan el resto de la jornada emprendiendo un repentino viaje hacia Cádiz, a iniciativa de María, para asistir a la puesta de sol en la costa andaluza. Han pasado varios años desde entonces. María ya no lleva el pelo largo, sino corto, y él ahora luce una poblada barba frente a su tonsurada piel de entonces. La relación ya no es la misma, y es ahora Javier quien arrastra a María a realizar el mismo viaje hacia el sur, a fin de rememorar aquel día.

Ambos viajes son realizados en un autobús, convirtiendo el film en una suerte de road movie: en el primer trayecto, a través del uso del flashback, la cámara recoge al autobús en dirección contraria al del segundo, y mientras una joven María es situada a la derecha, la María madura aparece a la izquierda, como trasunto del cambio de rumbo en la relación.

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Los hermanos Alenda llenan el encuadre con el rostro de sus protagonistas, a través de primeros planos, donde las furtivas miradas, los pequeños gestos y semisonrisas son registradas por la cámara como reveladores de las emociones tiernas de aquellos, desplazándose de un rostro a otro en suaves travellings. La imagen del otro desaparece entonces prácticamente de cuadro, compadeciendo solo a través de un segmento del cuerpo (un hombro que permanece, o un perfil desdibujado en escorzo). Frente a los planos detalle cerrados que muestran manos que se rozan durante el viaje, se oponen los planos horizontales donde se recoge la playa a la acuden aquellos: el film adquiere entonces un aura telúrica, a través de la fisicidad de la arena, el rumor del oleaje y de los rayos solares oblicuos que se filtran entre la pareja fundida en un abrazo eterno. La luz juega una importancia clave a lo largo del film: la oscuridad que envuelve el apartamento de Javier y María escenifica el apagamiento de la relación, mientras el amanecer en la azotea de la casa de un joven Javier se identifica con el nacimiento del amor, marcado por el tránsito de la noche al día, bañando la imagen de luminosidad.

Los Alenda tienen también el acierto de contextualizar a los protagonistas en su juventud mediante referencias a objetos o iconos de los años noventa, situándoles en estaciones de paso como lugares de tránsito que salpican un paisaje propio de carretera: así, el abono de transporte de María de la época, un walkman o una emergente Penélope Cruz que acaba de realizar su primer vídeo con Mecano, y frente a la que María se compara bravuconamente como aspirante a actriz que ella misma es. Dos décadas después, un anuncio en la pared de una estación con el rostro de Cruz se contrapone amargamente como fondo detrás del de una María adulta que ha abandonado sus sueños de artista. La magdalena proustiana que traía al narrador su infancia al recuerdo aparece aquí transmutada en los churros mojados en chocolate y rebozados en azúcar que María come durante su primera cita, y que el Javier adulto trata de rememorar en el grisáceo apartamento que ambos comparten.

La plena química que destila el trabajo actoral de María León y Javier Rey vertebra este delicado film sobre los distancias en las relaciones y las segundas oportunidades, donde las leyes físicas y el espacio-tiempo se subvierten al objeto de perpetuar un amor sin fin.

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Sin fin (España, 2018)

Dirección: César y José Esteban Alenda / Guion: César y José Esteban Alenda / Producción: Producciones  Transatlánticas, SL, Solita Films, SL, Elamedia, SLU / Música: Sergio de la Puente / Fotografía: Ángel Amorós / Montaje: César Esteban Alenda / Reparto: María León, Javier Rey, Mari Paz Sayago,  Juan Carlos Sánchez, Paco Ochoa, Roberto Campillo.

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