SIBERIA
De matrioshkas va Siberia
“Es el mundo de Katya”. Así queda determinado el canon de sociedad en el que se sumerge Hill, traficante de diamantes (el mcguffin de la película) norteamericano interpretado por Keanu Reeves en Siberia, la nueva película de Mathew Ross (Frank & Lola). Katya es la amante rusa del personaje protagonista y está interpretada por la actriz rumana Ana Ularu. Su mundo, un pueblucho de Siberia, es descrito como un anacrónico escenario en el que la rudeza y el machismo imperan como orden social, muy al estilo de los escenarios ya tópicos de los pueblos del sur de Estados Unidos que popularmente se asocian con la conocida ruta 66. Aquí no hay banderas confederadas presidiendo los bares de carretera pero sí matrioshkas y banderas rusas en forma de imanes para frigoríficos. El punto de inflexión en el que Hill es aceptado en esa sociedad se produce al ser invitado a una cacería de osos que acaba derivando más en hostigamiento que en caza como los que eran populares en Inglaterra siglos atrás. Las sombras en la sociedad siberiana no impiden poner de manifiesto su importancia como esencia del pueblo ruso de cara a las decadentes urbes o al menos a la de San Petersburgo, que es el otro escenario en el que se desenvuelve la película.
El director Mathew Ross se vale del plano contra plano como vehículo conductor de los diálogos y de la puesta en escena del film. Los títulos de crédito, que avanzan al compás de la música, remiten al cine clásico de espías, así como se encuentran ecos de tal época en algunos diálogos (Katya menciona que su abuelo estuvo en un gulag), en escenas concretas (reunión en un puente que en otras pelis actuaría como frontera) y en la propia descripción de Siberia como un sitio del que nadie escapa. En Camino a la libertad (2010), de Peter Weir, un funcionario penitenciario de un gulag en los años 40 comunica, en su charla de “bienvenida” a los «internos”, que el campo de prisioneros no es la verdadera prisión sino que esta función le corresponde en su globalidad a la propia Siberia. Salvando las eternas distancias entre una película y la otra, Siberia también actúa en esta como cárcel, social y cultural.
El Hill de Keanu Reeves es un traficante que no puede ni con los paletos en el cara a cara ni con su mujer cuando se sincera con ella a través de Skype pero que hace desequilibrar (literalmente) la cámara cuando habla con los mafiosos a través del móvil. Esto solo evidencia las limitaciones que posee actualmente el actor a la hora de abordar de frente la pantalla, quedando totalmente superado por la actriz Ana Ularu, la cual se superpone especialmente en las secuencias sexuales sometiendo a Reeves simplemente con la mirada.
Solamente brilla en efectividad la última secuencia del ataque a la cabaña que, aunque rompe el estilo (¿tiene alguno definido?), consigue combinar la violencia “marca Peckinpah” con el buen ritmo que marca el montaje en casi la única secuencia de acción.
Siberia (Siberia, Matthew Ross, 2018)
Dirección: Mathew Ross / Guion: Scott B. Smith (Historia: Stephen Hamel)/ Producción: Dave Hansen, Stephen Hamel, Keanu Reeves… Saban Films / Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans / Fotografía: Eric Koretz / Montaje: Louise Ford (II) / Dirección artística: Louis-René Landry/ Reparto: Keanu Reeves, Molly Ringwald, Aleks Paunovic, Ana Ularu, Veronica Ferres, Pasha D. Lychnikoff, Eugene Lipinsk
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