UN POLVO DESAFORTUNADO O PORNO LOCO
El juego de las apariencias
“La película no era más que una broma”, señala un intertítulo en el cierre del último film de Radu Jude titulado Un polvo desafortunado o porno loco. Y, como bien se conoce por el dicho popular, entre broma y broma… Pues eso, que la verdad asoma. Aunque aquí lo que comienza asomando acaba por ser un intento certero de sacar a relucir la verdad. Una limpieza en profundidad de la pátina de una sociedad pervertida que parte de la rumana para aludir a la global. Pero lo mejor de todo es el camino que el cineasta decide tomar para construir su radiografía social: el juego.
Un polvo desafortunado o porno loco se erige como un puzle cuyas piezas encajan a la perfección, aunque aparentemente las formas y huecos simulen decir lo contrario. Por ejemplo, la misma estructura de Un polvo desafortunado o porno loco se divide en tres actos, donde el central, titulado “Diccionario de anécdotas, símbolos y maravillas” parece interrumpir la narración principal. Una separación entre dos piezas que estaban destinadas a encajar. Pero no es así. Todo lo contrario. Estas se acoplan gracias a esos corrosivos aforismos -saludando desde el Este a los de Godard– que inteligentemente generan un contexto histórico, político y social para lograr entender el devenir del caso que plantea en la narración. Un caso que sirve de excusa para levantar las alfombras y los manteles de las mesas de Bucarest. Si en La Nación Muerta (2017) hilvanaba un discurso de memoria histórica a partir de material de archivo -del que aquí también se sirve en el segundo acto-, fotografías y testimonios propios, en esta ocasión recurre al montaje para crear esa enciclopedia de conceptos definitorios de una sociedad. Y aún más, a la cámara distraída -adrede- que sigue a la supuesta protagonista de la película consiguiendo una ácida panorámica de una ciudad donde se yuxtaponen discursos; donde los centros comerciales -KFC, McDonald’s- se miran frente a frente con edificios de la época comunista como si hubieran sido concebidos para compartir espacio. Menudo juego ese.
Si antes hacía alusión al final, es interesante pensar en el comienzo. Un video porno casero abre la cinta y desde ahí, Jude no da tregua, a pesar de tener reservada una sorpresa para el final. En dicho vídeo aparece una profesora de secundaria junto a su marido en su más completa intimidad… Hasta que aparece en Internet y es visto por todos sus alumnos y sus «respetables» padres. Así, en el tercer acto se produce el linchamiento de una mujer que se sube al estrado para ser juzgada ante un tribunal autodenominado y “enmascarillado” en el patio de un colegio en plena pandemia. Y es aquí donde la película se vuelve más teatral, convirtiéndose el diálogo en elemento vertebrador del que hacen uso y arma arrojadiza de verdades asumidas unos personajes que son, en realidad, representaciones humanas de unas ideas que siempre devienen discursos. Y son esos discursos en forma de pequeños monólogos los que evidencian los reversos y la hipocresía de una democracia recientemente adquirida -y eso a España le suena- que no se ha deshecho del tufo heteropatriarcal que continúa emanando conocimiento y formas de hacer desde las instituciones. ¿O es que iba a resultar baladí que en el juego de las apariencias de Radu Jude fuese una mujer docente la principal damnificada?
Por lo tanto, lo que parecía ser una tomadura de pelo integral se convierte en manifiesto incendiario, que tan buena acogida tendría en los brazos de las vanguardias de los queridos 20. Un manifiesto escrito a partir de imágenes ya existentes y otras creadas exprofeso, donde se imbrican géneros que van desde el documental, la ficción e incluso la video creación. Una demanda hecha cine que pide a gritos, pero con un fuerte sentido del humor, una reforma estructural donde la educación se propone como principal agente de transformación. Y, así, se llega al inesperado y esperpéntico final, donde, de nuevo, echando mano de otro dicho popular, a más de uno se llena la boca -a pesar de las mascarillas-. Y no precisamente de argumentos.
Un polvo desafortunado o porno loco (Babardeală cu buclucsau porno balamuc, Rumanía, 2021)
Dirección: Radu Jude / Guion: Radu Jude / Producción: coproducción Rumanía-Luxemburgo-Croacia-República Checa; Bord Cadre Films, Endorfilm, Kinorama, microFILM, Paul Thiltges Distributions, Sovereign Films / Fotografía: Marius Panduru / Música: Jura Ferina, Pavao Miholjevic / Reparto: Katia Pascariu, Claudia Ieremia, Olimpia Malai, Nicodim Ungureanu, Alexandru Potocean, Andi Vasluianu