DestacadoSan Sebastián 2022

PIAFFE

La zozobra de la escucha

Piaffe - Revista Mutaciones

El sonido es, antes, duración. El movimiento de un todo rigurosamente organizado y acabado, que se lleva a cabo según leyes fijas, que concluye en sí mismo, y por tanto, que se renueva a cada momento: un movimiento en el cual cada terminación es seguida por un nuevo comienzo. El final es alcanzado por el movimiento y dirigido hacia adentro: la inspiración, el aliento, la sístole, la concentración; todo ese movimiento se vuelca hacia un nuevo comienzo, en el cual el impulso se dirige hacia afuera: la respiración, la diástole, la expansión, el sonido. De modo que los cuerpos y los organismos conservan sus formas en el entorno y en consecuencia pueden moverse y transitar de un modo duradero. Esta duración es la que recorre el primer largometraje de Ann Oren, Piaffe (2022), pieza cercana al vanguardismo que propone una experiencia audiovisual alcanzando la naturaleza ensayística.

La cineasta afincada en Berlín establece su narrativa en la metáfora del movimiento de doma, piaffe, y el discurso sobre la dominación, la sumisión y la transgresión tanto en las relaciones sexo afectivas como en el sonido. Originariamente, este movimiento se utilizaba para mantener al animal concentrado, cálido, en movimiento, listo para la batalla. En la actualidad se usa en Grand Prix o la doma clásica haciendo que el caballo se encuentre en un trote muy recogido, de ritmo cadencioso, en un lugar adecuado, fijo, desprovisto de toda voluntad. A través de la escucha indeterminada y la mirada traslucida de su protagonista, Eva (Simone Bucio), improvisada artista foley debido a la enfermedad de su hermane, Zara, se establece una trama en la que el diseño de sonido de un anuncio publicitario desemboca en una reflexión acerca de la naturaleza y la construcción de la imagen en movimiento y la resemantización que esta puede sufrir, a modo de organismo vivo.

Piaffe - Revista Mutaciones

Esta percepción háptica del sonido pone de manifiesto el viraje cada vez más habitual en las ficciones recientes haciendo de este aspecto técnico núcleo argumental y formal de sus historias. En este recorrido se encuentran obras como Tres (2021), de Juanjo Jiménez, gran parte de la obra de Peter Strickland, sobre todo Berberian Sound Studio (2012), y sus cortometrajes Cold Meridian (2020) y Blank Narcissus (Passion of the Swamp) (2022) que, precisamente, acompañó la proyección del film de Oren en el pasado SSIFF dentro de la sección de Zabaltegi. E incluso la monumental Memoria (2022) de Apichatpong Weerasethakul. Un cambio alejado de la preconcepción imperante del cine moderno, en la que se podía afirmar que no hay placer estético sin mirada, invitando  a responder –o al menos a formular– cuestiones como: la pertinencia de la mirada a la escucha, ¿Qué placer estético encontramos en lo que se oye y no se mira? Y, sobre todo, ¿a partir de qué categorías estéticas mira el espectador actual si, en consecuencia, puede juzgar al tiempo que es juzgado? Este análisis podría remitir a una frase de San Agustín, sustantiva para la reflexión que propone Oren: “La imagen no tiene lugar propio”.

La invitación que parece otorgar la realizadora al espectador se sirve tanto de genealogía de la imagen, cuya función siempre ha sido la de sustituir una cosa por su representación, como su redefinición por medio del sonido. Cada uno de los contrapuntos entre sonidos e imágenes son tan precisos como la composición de los planos. Aquí se filma el pensamiento y su constante mutación, pero también los cuerpos y su exigencia física. Por medio de un depurado 16mm de la mano de Carlos Vásquez, se llega a una visceralidad consciente de las lógicas absurdas encerradas en el género, la publicidad, el sexo, etc., donde la ubicación de su cámara puede remitir a la representación de los enunciados y conflictos de sus protagonistas.

Oren alimenta al relato de una zozobra que simultáneamente es observacional e irónica. Mediante ciertos códigos satíricos, políticamente incorrectos, ahonda en sórdidos giros que van de la fusión entre especies a la envidia falocéntrica o la sumisión sexual, pero sin pretensión de ridiculización o mera recreación técnica. A través del espejo de la autorrepresentación, se podría reinventar una doble mirada fílmica, una mirada en quiasmo, dejando entrever una correspondencia directa entre imagen y palabra, cuerpo y sonido; una intersección entre sujetos, especies e imaginarios, células candentes de experimentación y visiones alternativas, capaces de emancipación y abolición de toda jerarquía.

Piaffe (Alemania, 2022)

Directora: Ann Oren / Guion: Thais Guisasola, Ann Oren / Producción: Schuldenberg Films / Fotografía: Carlos Vásquez / Montaje: Haim Tabakman, Ann Oren / Música: VTSS, äbvsd, Munsha / Intérpretes: Simone Bucio, Simon Jaikiriuma Paetau, Sebastian Rudolph

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