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PERROS DE PRESA

«Comeremos con cubiertos»

Comeremos con cubiertos, como las personas normales”, instruye Hanka con severidad en Perros de presa (Wilkolak, 2018).  Ella es la más mayor entre un grupo de niños de aspecto famélico que, instantes después, devora del suelo los restos de comida derramados de una tarrina. Con las manos. Con la lengua. Con la voracidad de un can. Es verano en 1945 y, tras ser liberados del campo de exterminio de Gross Rosen, un grupo de huérfanos es arrojado a una antigua mansión que no cuenta con electricidad ni agua corriente. Lo que comienza como un proceso de recuperación de la infancia arrebatada se transforma en un delirio terrorífico en el que el Holocausto vuelve a llamar a las puertas de los infantes, reconvertido ahora en una jauría de perros rabiosos que dibujan con su hambre insaciable la más violenta metáfora sobre las heridas de la Segunda Guerra Mundial.

Perros de presa

Perros de presa (Wilkolak, 2018), segundo largometraje Adrian Panek, arranca ahí donde debería haber terminado la pesadilla. ¿Qué tipo de civilización puede surgir tras el salvajismo de un régimen que descubrió la parte más bestial del ser humano? ¿Dónde queda, como se preguntaba Theodor Adorno, la poesía después de los campos de exterminio? A esta pregunta responde el director polaco con una fábula de terror con tintes de thriller de supervivencia y coming of age sobre los efectos de la crueldad en la psique humana. Un nuevo retrato sobre los niños víctimas del nazismo, algo que ya es un género en sí mismo (La vida es bella, El niño del pijama de rayas), en el que convergen los mecanismos de disputa por el poder y el liderazgo de El señor de las moscas (Harry Hook, EEUU, 1990) con la fantasía alegórica de Cujo (Lewis Teague, EEUU, 1983) película basada en la novela de Stephen King sobre un San Bernardo rabioso que aterroriza sistemáticamente a una mujer y a su hijo atrapados en un coche. El trauma sociohistórico se encierra en un microcosmos y se carga sobre los hombros de unos niños inocentes que tienen tanta hambre como las fieras que les acechan.

Perros de presa

El apartado más destacable de Perros de presa es sin duda el trabajo coral de los jovencísimos actores, la mayoría de ellos debutantes seleccionados meticulosamente por ?ywia Kosi?ska y el mismo Adrian Panek. Impresiona Kamil Ponisiak en su encarnación del frío voyeurista Wladek, así como Sonia Mietelica en su rol pseudomaternal tras la misteriosa desaparición de Jadwiga. Ambos son los dos únicos personajes que cuentan con un desarrollo complejo en una narrativa que planta más subtramas de las que consigue germinar, lo que provoca que una gran parte del coro de personajes quede en pequeños bosquejos a pesar de la eficiente planta del reparto ante la cámara. El elegante trabajo de fotografía de Dominik Danilczyk, de cierto tono bucólico, persigue la coherencia en el balance entre lo real y lo poético y acierta en su preferencia por la observación sostenida frente a la velocidad de montaje que se le podría presuponer al género. En consonancia, la música melancólica de Antoni Komasa-?azarkiewicz baña las habitaciones y pasillos del orfanato, convertidos en auténticos laberintos gracias al diseño de producción de Anna Wunderlich.

La conclusión de la película, de inesperado tono optimista y esperanzador, recuerda a la búsqueda moral en las fábulas de los hermanos Grimm y encuentra acomodo teórico en la noción de resiliencia, acuñada por la psicóloga norteamericana Emmy Werner en la década de los 60 como resultado de un estudio realizado en la isla de Hawai con niños huérfanos sometidos a extrema pobreza y riesgo psicosocial. El origen del término se encuentra en la ingeniería de materiales y describe aquellos capaces de volver al estado inicial después de sufrir un esfuerzo. Si el estudio de Werner demostraba que un tercio de los niños conseguía insertarse con éxito en la sociedad, aprendiendo a leer y a escribir, Perros de presa plantea una cara beneficiosa del dolor en forma de un fenómeno resiliente que no nace de una disposición natural, sino de un proceso de aprendizaje y desarrollo en el que comer con cubiertos no es tan sencillo como pudiera parecer.


Perros de Presa (Wilkolak, Polonia, Holanda, Alemania, 2018)

Dirección: Adrian Panek / Guion: Adrian Panek / Fotografía: Dominik Danilczyk / Música: Antoni Lazarkiewicz/ Montaje: Laurence Jaroslaw Kaminski / Diseño de producción: Anna Wunderlich/ Dirección de Arte: Marcin Aziukiewicz/ Reparto: Kamil Polnisiak, Nicolas Przygoda, Sonia Mietielica, Danuta Stenka, Werner Daehn.

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