PENÍNSULA
La pluralidad genérica de Península
Muy diferente es el desafío al que se enfrenta un creador cuando encara una película original e independiente que cuando encara una continuación o entrega dentro de un universo narrativo ya existente, como es el caso de Península. Es innegable que el regreso a una historia introducida en una película previa viene precedido de un éxito previo, pero lo que para muchos supone una instancia cómoda bien puede resultar un pesado corsé.
Dependiendo de las posibilidades argumentales que ofrezca el tablero de partida, bien puede encontrarse a menudo el equipo creativo limitado en cuanto a las direcciones hacia las que puede conducir el relato. No olvidemos que la secuela se desarrolla habitualmente como maniobra económica en la que tenemos una plantilla clara de lo que la audiencia espera ver de dichos personajes. Es por ello que las segundas partes acostumbran a ser copias de la anterior, lo cual es sumamente empobrecedor a nivel narrativo. Tal es el problema del aplaudido y sobrevalorado Universo Cinematográfico de Marvel, olimpo construido sobre títulos intercambiables.
Tan sólo por esto, la existencia de Peninsula, la nueva película de Yeon Sang-Ho, supone una refrescante novedad. Alabada por la etiqueta de Cannes 2020 y con la expectativa propia de un retorno a la exitosa crítica y comercialmente Tren a Busan por parte del mismo director, Península vio cómo, tras un apabullante recorrido en la taquilla de Corea del Sur, era castigada comercialmente por la pandemia (atrasado el estreno hasta la extenuación, hace mese que se viene consumiendo en línea) y vapuleada por la crítica. Por lo que respecta al que escribe estas líneas, considero que se trata de un título irregular que se difumina progresivamente, pero que exhibe algunas fortalezas.
Sang-Ho no pretende hacer una segunda parte al uso sobre su notable película previa de muertos vivientes, a la que esta película se asemeja realmente poco a nivel tonal. Península es en realidad otro relato integrado en la misma realidad, ambientado cuatro años después y protagonizada por personajes completamente diferentes. Allí donde Tren a Busan presentaba un melodrama asiático en sus registros emocionales con el encierro y la huida hacia delante como dispositivo, Peninsula ofrece una propuesta mucho más traducible allende las fronteras.
Un largometraje de acción deudor de la escuela americana de los 80 y 90, una aventura en la coordenada de propuestas como Aliens (1986) y, tangencialmente en su construcción de las escenas de acción, cine de monstruos a la Parque Jurásico (1993). Un hiperbólico videojuego fílmico, una recreación de las experiencias inmersivas virtuales de francotirador en permanente escenario nocturno. Y una propuesta de género en claves mucho más distópicas. Estas coordenadas, sumadas a Seoul Station (2016), del mismo director, componen un curioso tríptico que se desvía de códigos habituales del más que trillado género del cine de zombis.
En lo que a construcción de universo se refiere, Península exhibe mucho acierto, perfilando un entorno social y político coherente e impactante. Filme vigoroso que abre con secuencias trepidantes, y en la llegada a la bahía vemos lo mejor que tiene el filme que ofrecer: el manejo del suspense al desplazarse los héroes sobre terreno incierto y los primeros encuentros con la temible amenaza y con inesperados aliados, acompañado este de unos acertados toques de humor.
Es cierto también que es un filme que va de más a menos, que no sabe mantener su fuerza una vez introducidos todos los elementos de la ecuación. Tras dividir personajes e introducir comunidades al filme le resta una hora, mayormente reservada al clímax de larga duración y a la confrontación motorizada última (entrañables son a su vez los vínculos con Mad Max) que se ve irremisiblemente abocada a la rutina. Su identidad y tono cercano a los blockbusters americanos le hace recurrir a algunos de sus clichés en diálogos, diseño de personajes o instancias dramáticas maniqueas.
Pero el mayor problema de este costoso y apabullante buque es que, si bien luce en lo que a diseño de producción se refiere, los efectos especiales no son tan convincentes, presentando las persecuciones tal textura digital que parece que nos encontramos ante una secuencia narrativa de la Play Station. Y como ya ocurriese en la entrega anterior, recurre a excesos melodramáticos en su catarsis, en esta ocasión en su vertiente más edulcorada.
Una propuesta descompensada e inferior a Tren a Busan, pero injustamente vapuleada por la crítica, y digna de reflexión por lo que representa como vía para ampliar sagas de una manera más plural y enriquecedora en parámetros genéricos.
Península (Train to Busan 2 , Corea del sur, 2020)
Dirección: Yeon Sang-ho / Guion: Yeon Sang-ho, Ryu Yong-jae / Productores: Dong-ha Lee (para Next Entertainment World, Blumhouse Productions, RedPeter Film) / Fotografía: Lee Hyung-deok / Diseño de producción: Mok-won Lee / Montaje: Jinmo Yang / Música: Mowg / Reparto: Gang Dong-won , Lee Jung-hyun, Lee Re, Kwon Hae-hyo, Gyo-Hwan Koo, Kim Min-jae, Kim Do-yoon , Lee Ye-won, Jang So-yeon, Geoffrey Giuliano, John D. Michaels
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