PAULA
El reflejo de la culpa
Un vestido de lentejuelas parece el causante de lo que ocurre después. Hay que rascar un poco más allá, profundizar, escuchar los diálogos atentamente y observar. De esta manera se es consciente que el vestido no es el causante, sino la gota que derrama el vaso lleno de sentimientos negativos, presión social y comentarios que Paula (Lucía Castro), la protagonista de la cinta, lleva años guardando para sí, interiorizando y, lo peor de todo, creyendo.
Florencia Wehbe dirige Paula (Argentina, 2022), su segundo largometraje. Se introduce en la mente de una chica de 14 años que se encuentra en pleno proceso de autoconocimiento y aceptación de sí misma. No tener un cuerpo normativo como sus amigas o su hermana mayor, ejemplos a seguir para Paula, hace que busque una solución para cambiar su exterior y así conseguir validación externa y alcanzar la suya propia. Quiere poder ponerse el vestido de lentejuelas cueste lo que cueste, ese es su fin y no le van a importar los medios. El remedio más rápido que encuentra es dejar de comer, o si lo hace, vomitar lo ingerido movida por la culpabilidad que le genera el TCA.
La intimidad de la pieza se mide en primeros y primerísimos primeros planos que nos acercan a la psique de los personajes. El comienzo de la película marca así el tono, con la presentación de Paula y sus cuatro amigas mientras fuman antes del colegio. Miran a cámara directamente, interpelando al espectador, haciéndole partícipe de lo que está a punto de pasar. Como avisando de que es la historia de Paula pero también la de muchas otras personas jóvenes, mujeres y niñas mayormente. Casi siempre por culpa de estándares de belleza inalcanzables que con las redes sociales han incrementado su exposición.
Las pantallas de teléfono móvil funcionan como expositor principal de lo inalcanzable para Paula. No solo observa a través del dispositivo a mujeres famosas con cuerpos socialmente aceptados, sino que a través de la cámara observa, graba – y se compara – con el ambiente que le rodea. Graba a su hermana y a sus amigas, no siempre en situaciones agradables, y luego es, también con el móvil, con lo que sube los vídeos a la aplicación que le da consejos para bajar de peso rápidamente y que hace que, al interactuar con gente con su mismo trastorno, el reconocimiento ajeno le haga sentir mejor.
Otro de los elementos que se repiten a lo largo de la película y que Wehbe utiliza de manera correcta – aunque también poco sutil en ocasiones – son los reflejos. Casi siempre son espejos los que, aunque no muestren la batalla de Paula directamente, la rodean a cada rato. Fomentan así el concepto constante de imagen y de lo que supone para el desarrollo de la protagonista estar rodeada de su propio retrato, y con ello de su distorsión provocada por la enfermedad, de forma constante.
Son muchas las películas que cuentan historias como la de Paula, pero pocas saben tratar de forma tan natural y sutil las relaciones de la enfermedad con quienes no la padecen y rodean a quien sí. Cómo, precisamente, son muchas veces los que más te quieren, los que están más ajenos a la realidad y más daño provocan. Los diálogos, aunque en un principio inofensivos, hilan con sutileza toda la trama de la película de Wehbe, quien sabe acompañarlos de imágenes preciosas – y precisas – para crear el crudo universo de Paula.
Paula (Argentina, 2022)
Dirección: Florencia Wehbe / Guion: Florencia Wehbe, Daniela de Francesco / Producción: Bombilla Cine, The Piranesi Experience / Fotografía: Nadir Medina / Música: Populous / Reparto: Lucía Castro, Lara Griboff, Julieta Montes, Tiziana Faleschini, Liz Correa, Beto Bernuez, María Belén Pistone