PATRIA
Una invitación para volver a hablar
Han pasado los años y cartografiar, mediante la ficción, el conflicto vasco durante más de cinco décadas ya no se promete tan complejo ni ambicioso. Así, Aitor Gabilondo, el creador de la serie Patria, vio que el proyecto podría funcionar como una especie de catarsis para el pueblo vasco y realizar una adaptación libre pero fiel al libro. Gabilondo compró los derechos antes de la publicación de la novela superventas (Patria, Fernando Aramburu, Tusquets 2016) solamente leyendo una pequeña reseña. Las mujeres, los hombres, los jóvenes, los comportamientos, las relaciones, el costumbrismo son los elementos que forman parte de toda una sociedad conocida, no solo desde el punto narrativo sino también en la decisión audaz de convertirlos en imagen. La búsqueda del retrato plural que la serie transmite, sin fechas o localizaciones concretas, es la propia idea de montar el puzzle de la memoria colectiva por el propio pueblo, nada trabajoso y sobre todo didáctico.
La contundencia de la serie Patria se inicia a través de la inesperada muerte de un trabajador del pueblo, el Txato mientras, en paralelo, su mujer, Bittori, escucha en el presente cómo ETA ha dejado de matar. Una dicotomía que reabre un pasado y plantea un desafío en el futuro: la necesidad de la paz en la sociedad vasca a través de dos mujeres (Bittori y Miren), dos familias, dos historias. Patria son las víctimas que ha tejido el silencio. Patria es la convivencia, las miradas, el pueblo que abraza pero que nunca olvida. Una invitación para volver hablar desde un presente donde ETA forma parte ya de la historia y la memoria.
A través de los personajes principales de Patria se hará un recorrido por toda la serie aunando las diferencias y semejanzas de las dos familias.
PD: La memoria no se puede olvidar pero si deconstruir, y como crítico de 25 años y nacido en el País Vasco reúno todo mi esfuerzo y conocimiento para realizar una contextualización lo más clara y respetuosa posible en lo que se refiere a la propia miniserie y a la memoria e historia reciente.
MIREN – BITTORI: FAMILIA
Patria se apiada tanto de Miren como de Bittori, el dolor de la destrucción en la familia es el mismo para las dos
Lo doméstico, las rutinas de las familias, la cotidianeidad de los vascos, esos gestos tan característicos como rezarle a San Ignacio de Loyola… Patria toma distancia de La línea invisible (Mariano Barroso, 2020) en la cual sobrevuela con drones todo el paraje vasco y se habla del proceso de radicalización de Txabi Etxebarrieta, el primer etarra que asesinó a un guardia civil. La serie de Barroso no ahonda en los problemas que han acontecido y permanecido durante todo el conflicto vasco y aborda desde un perspectiva más general las particularidades de las familias vascas. Y termina posicionándose en uno de los territorios políticos, no aportando un relato plural. “La lucha se convirtió en locura infinita que no sirvió de nada” anota Chiqui en voz en off, una de las etarras arrepentidas que deja Euskadi cuando se inicia la lucha armada para poder formar una familia lejos de todo ello.
La intimidad de la familia es uno de los puntos clave de Patria. Las ventanas del piso del pueblo de Bittori funcionan como ojos que observan todo lo que pasa en el barrio, y desde fuera hallamos a Miren, la otra gran madre protagonista, quien no puede ni pasar por delante después del asesinato del Txato. La enemistad de las dos mujeres se inicia en mitad del conflicto vasco, donde también se origina el conflicto de la serie. La cámara muestra a Bittori mirando por el visillo de la ventana por la noche para no ser vista y seguidamente y cámara en mano se muestra a Miren cruzar como una bala la calle para no ser vista ni ver nada. Ese enfrentamiento entre ellas es el enfrentamiento de todo el pueblo, de los prejuicios, del miedo a hablar, del miedo a perdonar.
El inicio del conflicto entre las dos se entiende también a partir del tercer capítulo y es la Iglesia y el pueblo lo que se interpone entre ellas. Miren acude a la Iglesia a pedir consejo sobre qué hacer con su hijo. El montaje revela el punto de vista del cura y fija su mirada en Bittori, aludiendo después a ella como «el enemigo». Aquí es donde Miren cambia de posición, el mecanismo cinematográfico se manifiesta y pone en jaque a su familia en contra de la de Bittori. El inicio de un conflicto que nunca olvida.
JOXIAN – TXATO: PREJUICIOS
«El nombre de los etarras está unido al sufrimiento irremediable de muchas familias» Aitor Gabilondo
El relato único no existe y Patria es una invitación para hablar: ofrecer un relato plural y tener en cuenta los distintos testimonios; cada uno ha vivido la historia de forma diferente. La muerte del Txato revoluciona al pueblo y tiene que transcurrir mucho tiempo hasta que todo vuelva a su cauce. Los personajes durante toda la serie son interpretados por los mismos actores y actrices, porque lo que importa son las miradas, no cuánto tiempo ha pasado, -porque ha pasado mucho-, y la ira, la venganza o la vergüenza se canaliza mediante la miradas. Ese tiempo es narrado como un puzzle por el montaje de la serie a través de flashbacks constantes hacia el pasado y el presente. Pero ocurre lo mismo con la novela, la adaptación a la serie es milimétrica y precisa. Los mínimos detalles que el lector atrapa en el libro son plasmados en la pantalla. Mientras que ciertas tramas desaparecen, en la serie se mantiene la esencia de ciertas relaciones, las explicaciones de los grandes conflictos y sobre todo los objetos, los olores y las emociones de los personajes están ahí, como los geranios que cuelga Bittori cuando vuelve a su pueblo (como representación de la vida) o la incesante lluvia que no para en ningún momento (la muerte).
Es cierto que en la novela los personajes se construyen con una complejidad moral mayor que en la serie, tienen mucha más fuerza por las descripciones e incluso se comportan de una manera más costumbrista en su casa y en sus aficiones. En la serie se opta por mantener el aspecto cómico como gancho pero se reviste a las madres con arquetipos algo manidos atribuidos a la sociedad vasca. Ese carácter bruto de Miren que la ahoga cada vez más o cómo Bittori se vuelve a medida que avanza la serie en una persona más cándida y entrañable. Gabilondo es consciente de que narrativamente es lo más ajustado para dar más vida y ritmo a los personajes. Pero, la moral y la personalidad de los personajes no está sujeta solamente por el vestuario o en la forma de moverse sino también en las miradas y en los gestos. Es aquí donde los directores, Óscar Pedraza y Félix Viscarret, optan por realizar un ejercicio de minimizar los gestos para traducir cada mirada en el acto de redención o humillación de todo un pueblo.
En el tercer capítulo Joxian y el Txato realizan su particular etapa en bicicleta por el monte y paran a comer en el mismo restaurante de toda la vida. El Txato se queda resguardando las bicis mientras que los demás van entrando a pedir. En el momento en que el Txato entra la cámara se queda clavada en la mirada de Joxian, indicando que no puede entrar, no queda ningún asiento libre para él. El contraplano de el Txato indica la humillación que siente por entender la situación, ETA le ha amenazado y se tiene que ir. A través del plano contraplano de sus miradas se traduce el sentimiento de todo un pueblo que se posiciona con la familia de Miren y Joxian y, desde ese momento, el Txato y su familia quedan señalados. Las miradas en Patria tiene la significación de un sentimiento colectivo.
JOXE MARI – GORKA: LUCHA
“El miedo a perder la libertad más que la vida.” Miren
La serie contempla diálogos incendiarios entre personajes donde algún objeto forma una barrera entre ellos. Una de las secuencias que transcurre en la segunda mitad de la serie lleva a Gorka, el hermano menor, al sur de España a visitar a su hermano Joxe Mari en la cárcel. La sociedad estaba polarizada y la conversación que nunca mantuvieron la tienen ahora con la distancia de seguridad de un cristal entre ambos. Pero mientras en el presente fílmico hay distancia entre los personajes y al mismo tiempo comparten plano, en el pasado la distancia entre ellos es mínima y el encuadre apenas puede captar las miradas. Los violentos encuentros entre Gorka y Miren captan el miedo en las miradas y no en la acción. Cuanto más pasa el tiempo, mucha más distancia se crea entre los personajes.
El actor Eneko Sagardoy da vida a Gorka, un personaje que acerca la realidad LGTB a Euskadi, un tema que en los años 70-80 aún era controvertido, y del que como del conflicto, tampoco se hablaba. El silencio rodea cada una de las escenas de la serie. La falta de comunicación abre un canal en las emociones, expresiones y gestos enorme para abordar ciertos temas de Patria como la homosexualidad de Gorka. Como una forma de resucitar al personaje de Imanol Arias en La muerte de Mikel (Imanol Uribe, 1983). El personaje ausente, no despreciado pero tampoco alabado, que tiene que huir para poder encontrase a sí mismo.
NEREA – ARANTXA: MEMORIA
“En Euskadi todavía reverbera el eco de los disparos, los de ETA y los de las fuerzas de seguridad” Edurne Portela.
Una de las secuencias más icónicas de Patria se repite durante cuatro veces a lo largo de los ocho episodios, resultando un tanto reiterativo. Es la escena que abre la serie, la muerte del Txato. La lluvia no para en ningún momento, los etarras están en el coche esperando a que salga su próxima víctima para finalizar su misión. Están escuchando un partido de fútbol en la radio. Esa misma retransmisión se escucha en la radio de el Txato, una realidad que une a todos los vascos sin importar sus ideas, situando a personajes antagónicos al mismo nivel desde que comienza la serie. El Txato mira por la ventana y ve una pancarta “presoak kalera, amnistia osoa” y Bittori le pregunta si se le han pegado las sábanas. Ella siempre se nos muestra alerta sobre su marido y junto a la ventana. La cámara permanece junto a Bittori, protegida en su casa y por el miedo que tiene a que su marido salga de casa a deshoras. Primer plano de su rostro y se escuchan dos tiros. Mira por la ventana y ve al Chato tirado en la carretera. La cámara en mano sale corriendo junto a ella y se para en la fotografía de la familia unida. La memoria. La serie en sí misma. El estilo narrativo de Patria es cómo la cámara siente a los personajes, está cerca de ellos en todo momento, vibra con ellos. Una especie de ente fantasmagórico donde cada espectador formase parte de la misma historia.
Así mismo Arantxa es uno de los personajes más hipnóticos de Patria. Es la más lastrada de toda la familia, la que menos se puede mover por su incapacidad y es la que finalmente más se mueve por todos. Por la reconciliación entre las familias, por el perdón de su madre, por la búsqueda de respuestas de su hermano aun estando en la cárcel, por el cariño hacia Xavier, por el encuentro entre ella y Nerea. Zanja el drama mediante la ironía y es indudable la labor de la cámara al estar siempre a su altura, cuando corta a sus familiares y prefiere volverse hacia ella, durante toda la serie.
XAVIER: DOLOR
«Socializar el dolor y la culpa puede producir un dilema moral en el espectador» Aitor Gabilondo
El lugar que ocupa el cineasta en esta serie es el del autorretrato. Vivir diariamente la violencia y el dolor tiene consecuencias y la representación de la memoria provoca mucha veracidad en los personajes. La dirección concibe el encuadre como un lugar conocido, a pesar de no especificar pueblos concretos, y una especie de atemporalidad a través de no incluir fechas para situar los flashbacks en el tiempo. Y el resultado es una tonalidad grisácea en toda la serie, destacando el rojo sobre todos los escenarios en todo momento. El paraguas, el uniforme de la Ertzaintza, el grafismo del diario vasco, la línea que remarca el nombre de el Txato asesinado, los geranios, el rojo de la bandera de Euskal Herria, la sangre derramada … elementos que forman parte de la iconografía que sustenta las subtramas de Patria. Esas gotas de lluvia que derraman sangre, dolor, y el paraguas se convierte en una coraza que transportan todos los habitantes del pueblo para resguardarse de la incesante lluvia, de la muerte, lluvia que parece no parar en 40 años. Es en estas decisiones donde la serie entronca con un estilo formal cinematográfico, una serie de autor.
“No hay una sola manera de sentir Patria, que cada uno sienta desde su experiencia, personalidad y sensibilidad.” decía Fernando Aramburu en la presentación de la serie en el Zinemaldi 68. En mi tierra natal, Euskadi, muchos acontecimientos que ocurren en la serie ocurren en la realidad, salvando todas las distancias, y tenemos tan integrados ciertos recuerdos que nos enfrentamos con mucha familiaridad hacia ellos, por muy violentos que fuesen, como la Kale borroka o las pintadas a favor de los presos de ETA. En el cine se ha banalizado mucho este tipo de escenas como en El pico (Eloy de la Iglesia, 1983) y la representación de estos actos violentos en favor de los presos de ETA se trataban como juegos y un intento de posicionarse políticamente contra el Estado de esa época.
Patria no es un enfrentamiento, son una serie de imágenes que son las mismas para toda la sociedad, y cada uno tiene diferentes sensibilidades e ideas políticas para enfrentarse a ellas. Lo más importante que deja Patria es no dejarse llevar por las banderas, no posicionarse en un bando o en otro, ni siquiera encontrar un subtexto político a través del cual la serie se posiciona en una parte o en otra. La serie busca estar con todas las víctimas y reflexionar sobre la dificultad de encontrar ese diálogo, gestionar el dolor personal e interno y socializar a través de ese sentimiento, la culpa o la ignorancia que tenga cada individuo que ha vivido este conflicto. El conjunto de testimonios no se puede negar a las nuevas generaciones, forma parte de la memoria colectiva y sobre todo Patria funciona como obra divulgativa de lo que se vivió y se vive en el País Vasco, al igual que el documental de Jon Sistiaga, ETA: el final del silencio (2019), otra obra que permanece en la memoria por servir de conocimiento, fruto de la intensa labor de reconstrucción por parte del periodista que a través de la primera muerte recorre toda la historia de la banda terrorista y la engloba y contextualiza con todos los testimonios.
Todavía sigue habiendo familias destrozadas, pueblos enteros sin respuestas, viudas, hijos sin hermanos, padres sin hijos, madres que tienen que cruzar un país entero para poder ver a sus hijos en la cárcel y familiares luchando desde las calles para poder buscar otras alternativas a la lucha armada de ETA. Patria es esto. Patria es mediante la ficción el sufrimiento de más de sesenta años canalizado en dos familias, comunes y particulares como todas.
Patria (Miniserie. España, 2020)
Creador: Aitor Gabilondo / Dirección: Óscar Pedraza, Félix Viscarret / Guion: Aitor Gabilondo / Producción: Aitor Gabilondo, Patricia Nieto, Teddy Villalba, Alea Media, HBO España / Fotografía: Álvaro Gutiérrez, Diego Dussuel / Música: Fernando Velázquez / Montaje: Alberto del Campo, Victoria Lammers / Diseño de producción: Juan Pedro De Gaspar / Diseño de vestuario: Clara Bilbao / Reparto: Elena Irureta, Ane Gabaraín, Loreto Mauleon, Susana Abaitua, Mikel Laskurain, José Ramón Soroiz, Eneko Sagardoy, Íñigo Aranbarri, Jon Olivares, Alvar Gordejuela, Iñigo Arambarri, Alba Brunet.
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Excelente nota. Magnífico cómo analiza los detalles que a fin de cuentas, como en la vida, hacen la historia.
Lo único que no entendí es la frase «La contundencia de la serie Patria se inicia a través de la inesperada muerte de un trabajador del pueblo»
Porque el asesinado no es un trabajador. Es un empresario. Y esa diferencia es sumamente importante para la historia que cuenta.