PALM SPRINGS
La reinvención de la monotonía
Cuando Atrapado en el tiempo (Harold Ramis, 1993) introdujo el planteamiento existencialista del bucle infinito, donde la repetición del “I Got You, Babe” anunciaba el comienzo de un mismo día sin fin (fórmula que, más adelante, explorarían diversas películas entre las que se incluye Palm Springs), nunca se imaginó que esa premisa pudiese hacerse realidad a través de una pandemia mundial. De alguna manera, la ópera prima de Max Barbakow llega en un momento en el que el mundo entero ha podido conocer aquello que ya experimentó Phil en el pequeño pueblo de Punxsutawney y, frente a la monotonía y angustia de los meses de encierro, Palm Springs supone un alivio cómico con el que se disfruta de una historia tan familiar como pertinente.
La reinvención del clásico encierro espacio-temporal en el que se sitúan los protagonistas de la historia, se sustenta no solo en la comicidad de su planteamiento (muy influenciada por el popular trío The Lonely Island, que co–produce la película), sino además en la inclusión de un dúo protagonista que deja atrás la soledad en la que se encuentran habitualmente atrapados los personajes de estas historias. En Palm Springs, Nyles (Andy Samberg) y Sarah (Cristin Milioti) se ven obligados a vivir perpetuamente en el día de la boda de la hermana de esta última, en medio del desierto californiano. La pareja, más allá de desencadenar la esperada dinámica de malentendidos y complicidades propia de las comedias románticas, aporta una versión fresca al género que no se toma demasiado en serio a sí misma, y en la que destaca la química que poseen Samberg y Milioti.
El mayor acierto que supone la película dentro de este explotado universo es sin duda esa socarronería con la que se aproxima al fenómeno, especialmente a partir del personaje de Roy (J.K.Simmons), que se introduce casi como si de un villano de videojuego se tratase. El tradicional montaje de secuencias en las que se explotan las eventualidades de la nueva realidad infinita, desde los beneficios de esta hasta las diversas formas de morir (otro recurso muy manido formalmente dentro de este tipo de historias), se resuelve con ciertas ideas ingeniosas dentro de la propuesta de Barbakow. En este sentido, el evento que da lugar a los acontecimientos, la boda, resulta especialmente cómico para las oportunidades del dúo, que aprovechan para arruinar el día más feliz de la pareja explotando las infinitas posibilidades que tienen a mano. De alguna manera, Nyles y Sarah se dedican a impedir continuamente la monotonía que puede implicar el matrimonio, algo que ellos se han visto forzados a experimentar juntos en ese paraje desértico que los aísla todavía más de los demás.
Si bien la clave cómica es esencial en Palm Springs, no deja de ser una comedia romántica que procura hablar sobre el compromiso que supone pasar la vida junto a otra persona. La repetición de errores y aciertos que experimentan los personajes no deja de representar el continuo aprendizaje que entraña la vida en pareja. Finalmente, la premisa fantástica que encierra a Nyles y Sarah en la eternidad, no hace más que dar forma al día a día desde el absurdo y el humor. En este sentido, la película ofrece una pequeña vía de escape para los angustiantes tiempos que corren, que afortunadamente no se extenderán en la eternidad, aunque a veces puedan darnos esa impresión.
Palm Springs (EEUU, 2020)
Dirección: Max Barbakow / Guion: Andy Siara / Producción: Culmination Productions, Limelight, Party Over Here / Fotografía: Quyen Tran / Música: Matthew Compton / Montaje: Andrew Dickler y Matt Friedman/ Reparto: Andy Samberg, Cristin Milioti, J.K. Simmons
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