NORMAN: EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO
Sí a las inversiones futuras
El habitualmente galardonado director y guionista, Joseph Cedar, conocido anteriormente por Beaufort (2007) y Footnote (2011) aumenta su filmografía con su quinta película; Norman, el hombre que lo conseguía todo (2016). Cedar cuenta como Norman Oppenheimer (Richard Gere) consigue trabar una buena relación con un político israelí (Michael Sheen) tras hacer una “inversión” regalándole unos zapatos absurdamente caros. Recalco esto como un simbolismo concreto en la trama, ya que el político tendrá numerosos planos en los que aparece habitualmente llevando estos zapatos o cerca de ellos, como metáfora de los pasos profesionales que vienen dados por la relación trazada en el pasado. Aunque Norman sea el indudable personaje protagónico, la relación entre EE.UU e Israel es el pilar argumental del film, manteniendo una sensación de tensión entre la política y los negocios. Los planos, en ocasiones, pecan de generales, básicos y rara vez aportan más de lo que cuenta el argumento. Exceptuando un plano de un travelling que va de menos a más, ampliándose, quedando así el político centrado y dando la espalda a un espejo en el cual quedan reflejados el resto de personajes. En el diálogo se alude varias veces a una “Ferris Wheel” una noria que aparece conceptualmente en una rotonda en la que los coches giran respecto a su eje, como un compás. Todo lo que sube puede bajar por inercia con facilidad, sobre todo en el ámbito profesional. Norman intercala conversaciones telefónicas continuamente para negociar, siempre provisto de unos auriculares, dividiendo el plano en dos para que podamos ver quien son y dónde están los personajes con los que habla. Este recurso me parece loable al mismo tiempo que sostengo que está mal resuelto, hay demasiadas conversaciones que se van diluyendo por el exceso de planos y eso crea cierta confusión a la par que sensación de estancamiento y linealidad. Quizá la película utiliza estos recursos en tanto en cuanto Norman urde sus mentiras.
Una acertada característica del film es la música, compuesta por Jun Miyake, compositor del docufilm alemán Pina (Wim Wenders, 2011). Miyake tiene la capacidad de engullir las letras; la música en Norman se utiliza como vocalización de las palabras que no se dicen, un posible diálogo se convierte en ágiles punteos de violín y piano, un recurso bien formalizado y planteado que aporta dinamismo. El último factor que podría resaltar es que los actores, en general, cuidan mucho el tono del metraje, probablemente porque hay una propuesta clara que tiene que ver con la dirección de actores. Esto desemboca mucho en Gere, el cual ha sabido adaptarse y aceptar los papeles que debe encarnar ahora, en este caso el de un “viejito con boina, gafitas y unos auriculares”. Las palabras trabadas y los gestos propios de una persona que quiere convencer, adular y hondar en los demás, están muy calculados. Se ve un estudio previo de cómo es Norman, una preparación y un afán de moldearse con respecto a la necesidad del personaje. Renovarse o morir, decían, y renovarse es también en el caso de Richard Gere -que ya no es, aunque atrayente siempre, el apuesto galán de Pretty Woman (Garry Marshall, 1990)- reinventarse y adaptarse a sus nuevos papeles como lo que son, oportunidades para seguir poniéndose al servicio del arte.
Sherezade Atiénzar
Norman: el hombre que lo conseguí todo (Norman: The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer, Israel y Estados Unidos)
Dirección y guion: Joseph Cedar / Producción: Eyal Rimmon, Lawrence Inglee, Miranda Bailey, Oren Moverman / Música: Jun Miyake / Fotografía: Yaron Scharf / Montaje: Brian A. Kates / Diseño de producción: Kalina Ivanov y Arad Sawat / Reparto: Richard Gere, Lior Ashkenazi, Michael Sheen, Charlotte Gainsbourg, Dan Stevens, Steve Buscemi, Hank Azaria, Josh Charles, Isaach De Bankolé, Harris Yulin