NOMADISMO

Nomadismos y no pertenencias en el cine contemporáneo

Existe actualmente una tendencia a vagar sin rumbo, a perderse en la distancia que, ya sea en línea recta o en círculos, parece extenderse hasta más allá del horizonte. En el cine contemporáneo tenemos varios ejemplos de cine “nómada” y de cine “vagabundo”. Desde Gus van Sant y su Gerry (2004) hasta Tsai Ming-Liang y su última película de la serie “Walker”: Sand (2018).

El sociólogo Zygmunt Bauman acuñó el término “sociedad líquida” para definir el aspecto fluido, sin rumbo definido, del panorama en las civilizaciones actuales. Hablaba de una relación entre el ser humano, el tiempo y el espacio; elementos que antes tenían un sentido y unidad concretos y que ahora aparecen transformados en cuestiones discontinuas que nos impiden idear proyectos a largo plazo y crear caminos definidos. En los cines del siglo XXI hay caminantes pero no hay caminos. Desde el cine de autor europeo hasta el indie americano, nuevas formas de nomadismo aparecen para indicar una conexión que va más allá de la mera temática o la coincidencia. La preocupación por la creciente no-pertenencia o el no-estar lleva a cineastas como Andrea Arnold o Pierre-Yves Vandeveerd a tratar el tema del viaje como un síntoma de un tiempo quebrado e imposible de detener. El movimiento perpetuo que lleva a Star de American Honey (2016) o al pastor de Les tourmentes (2014) a continuar su condición nomádica choca con el deseo actual de permanecer en un lugar para siempre y asentarse.

Gerry
Gerry (Gus Van Sant, 2004)

Hay quienes prefieren alejarse de esta quietud espacial centrándose en otra moda dominante actual como es el turismo o un sucedáneo de éste, como puede ser el retiro a la naturaleza, pero contando con las comodidades propias de la clase media. Los films Hacia rutas salvajes (Into the Wild, Sean Penn, 2007), Captain Fantastic (Matt Ross, 2016) y No dejes rastro (Leave No Trace, Debra Granik, 2018) surgen como paradigmas del nomadismo pues en ellos se tiende a (y se problematiza) la huida de manera utópica y “fantástica” sin perjuicio de encontrar una estabilidad momentánea. Un desvío parcial del materialismo que podemos comparar con la pérdida total de objetivos concretos, causas comunes y la supresión del discurso en torno a la película A Spell to Ward Off the Darkness (Ben Rivers & Ben Russell, 2013) y, en un plano mucho más alejado, en el cine pretérito de Albert Serra. Honor de caballería (Honor de cavalleria, 2006) y El canto de los pájaros (El cant dels ocells, 2008) pueden encuadrarse dentro de un nomadismo que hace de la contemplación extrema y de la “nada” su razón de ser; una auténtica revisión de los códigos del viaje y del rumbo en los que el mero hecho de continuar caminando supone el eje central de la obra, al igual que en Gerry de Gus van Sant.

La contemplación puede tomar diferentes propósitos y dar a conocer nuevas formas de lenguaje. En los casos de Peter Hutton y Lisandro Alonso, una mirada romántica del paisaje nos guiará por un mundo en el que las palabras sobran y la imagen se apodera de todo. Ya sea mostrando el recorrido de un trasatlántico como en At Sea (2007) o siguiendo la barca de un hombre río arriba como en Los muertos (2004), la dinámica tanto del plano fijo de Hutton como del travelling de Alonso nos llevarán a senderos similares: los de la contemplación mediante largos planos que dan una dimensión cualitativa al concepto del tiempo a la vez que reconducen al ser humano a la naturaleza, pudiendo establecer otro puente entre el aspecto romántico de “encumbrar” el paisaje con la capacidad del mismo para recordarnos que está cambiando por causa y efecto de la mano humana. Así pues, el ecologismo se situaría en otro de los peldaños a tratar, siendo cineastas como Nikolaus Geyrhalter o Werner Herzog nombres clave a tener en cuenta. La dimensión crítica y reflexiva se situaría principalmente en torno al documental mientras que en el terreno de la ficción tendríamos otro tipo de construcciones en torno al problema medioambiental que se intrincarían con el tema del nomadismo. La carretera (The Road, John hillcoat, 2009) o El libro de Eli (The Book of Eli, Albert & Allen Hughes, 2010) o La luz de mi vida (Light of my life, Casey Affleck, 2019) serían blockbusters del vagabundeo y la supervivencia en un mundo postapocalíptico…

Volviendo a Bauman, y para terminar esta introducción, es necesario hablar de la primera película que se preocupó por el tema de la no-pertenencia y llevó el nomadismo a escena, siendo admirada por muchos y trayendo una serie de cambios al panorama cinematográfico actual. Paris, Texas (Wim Wenders, 1984) comienza con un personaje caminando sin origen ni destino por el amplio desierto, privado de su sentido temporal y espacial e incluso de su humanidad. Travis camina y camina por un desierto real y figurado en el que no hay camino ni caminante, pues él mismo está perdido en la inmensidad y en su interior. Su búsqueda de identidad se adhiere a su largo deambular hasta que se topa con una estación de servicio y comienza otro tipo de viaje para él. El comienzo de Paris, Texas es lo que Gus van Sant y Vincent Gallo actualizaron y exploraron en Gerry y The Brown Bunny (2003) respectivamente: el viaje perpetuo, sin origen ni destino, que se hace cada vez más pesado y nos acerca a un auténtico estado de alienación. Los vagabundos ahora son perpetuos y no pueden sino seguir andando (o conduciendo) hasta encontrar su aciago final. Condenados a seguir, no un camino, sino un instinto tan básico como es el de moverse, llegarán a mostrar su verdadera condición y a devenir reflejos de una sociedad decadente. Algo que da pie al estudio de otros cineastas que prescinden del nomadismo pero que se centran en el vagabundeo y la no-pertenencia llegando a niveles distintos, profundos y formalmente arrebatadores. Cineastas del olvido y la pena, de la oscuridad y el desasosiego como Béla Tarr, Pedro Costa, André Gil Mata o Fred Kelemen.

 

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