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NO RESPIRES 2

Pecado de exceso

No respires. Revista Mutaciones. 1

En 2013, Fede Álvarez y Rodo Sayagues entraron por la puerta ancha al mundo del terror, ganándose a los fans del género con Posesión infernal, un remake sangriento y brutal que le dio nueva vida a la icónica saga de culto de Sam Raimi. Tres años después, con su segundo filme No respires, los cineastas uruguayos se alejaron del terreno más gore del género para adentrarse en otro tipo de terror: uno que se acercaba a los lenguajes del thriller y del slasher, siguiendo a un grupo de jóvenes ladrones que deciden robar a un hombre ciego sin anticipar que ese atraco se convertirá en una batalla por sus vidas. Tras el éxito de esa primera entrega, este año se estrena No respires 2 (2021). Álvarez vuelve a hacer equipo con su coguionista Sayagues, quien esta vez es el encargado de tomar las riendas detrás de la lente: una tarea que, desafortunadamente, no logra consumar a la altura de su antecesor.

Un home invasion a la inversa, No respires funciona por una multiplicidad de factores de los que carece su secuela directa. En la película de Álvarez, los códigos del subgénero se reconfiguran para dar lugar a una historia en la que la acción comienza pronto y se despliega en una tensión que, en crescendo constante, resulta coherente con su desarrollo. Por su parte, No respires 2 se presenta como un torpe cúmulo de escenas de acción, en su mayoría peleas, que abandonan por completo esa tensión que en la primera película enlaza el thriller con el terror, con secuencias igualmente angustiantes y aterradoras como aquella de la persecución a oscuras o la lucha contra el perro en el coche -haciendo referencia a un clásico del género como es Cujo (Lewis Teague, 1983)-. Se trata de una tensión que es lograda, en gran parte, gracias al manejo de la cámara de Álvarez, algo que Sayagues intenta emular constantemente en la secuela, pero de forma considerablemente menos virtuosa. Esto se observa, por ejemplo, en la contraposición de dos planos secuencias, uno perteneciente a cada película: el primero es empleado por Álvarez como una herramienta para introducir la casa del “Hombre Ciego” no sólo como el espacio en el que la acción tendrá lugar sino como un posible campo de batalla en el que la angustia y la claustrofobia irán aumentando. Mientras tanto, Sayagues lo utiliza en el momento de entrada de los ladrones, pero esta vez no desde su punto de vista sino del de la niña que luchará contra ellos. Si bien esta herramienta tiene el propósito de mostrar cómo ese personaje principal reacciona a la invasión, no consigue generar el impacto visual en la construcción de tensión del modo en que lo logra el plano secuencia de la primera película.

No respires. Revista Mutaciones. 2

En No respires 2, las escenas de combate físico entre dos o más personajes parecen ser el foco principal, dejando de lado esa tensión que funciona tan bien en No respires y optando por llenar el filme de secuencias que se acercan innecesariamente al gore de Posesión infernal -donde sí se utiliza de manera atinada- y que no logran compensar un guion incoherente: uno que peca por exceso, con una historia en la que se introducen demasiadas capas y que termina por perderse a mitad de camino. Algo que juega a favor del guion en No respires es la cantidad reducida de personajes, sobre quienes la película otorga solamente la información necesaria para que el espectador pueda conectar con ellos y con sus dramas personales, sin que estos interfieran con el desarrollo de la acción principal. Gracias a esto, No respires resulta ser una película en la que es fácil empatizar con sus protagonistas. Aquí, en cambio, hay un mayor número de personajes, algunos de ellos de carácter indudablemente plano y sin relevancia alguna para la historia más allá de ser potenciales contendientes para las escenas de pelea. Además, en No respires 2 hay una clara división entre “buenos” y “malos” que desdibuja por completo el área de grises en la que exitosamente se mueve el primer filme: una en la que incluso es posible entender las motivaciones de cada parte, dificultando la posibilidad de definir categóricamente los roles de víctima y victimario.

No respires. Revista Mutaciones. 3

No respires 2 falla en querer extender una historia que ya había alcanzado un culmen, incluso con el tono ambiguo en el que termina el anterior filme. Es una secuela que trivializa a sus personajes -especialmente al buscar una redención del invencible y despiadado “Hombre Ciego”- y añade tramas superfluas a una historia que brillaba por su sencillez. La escena post créditos da una pista del deseo por volver franquicia algo que no debió haberlo sido en un comienzo. En un género en el que existe una proliferación de remakes y reboots, es común que una idea que aparece como una bocanada de aire fresco se vea arruinada por querer explotarla más allá de su potencial narrativo. Y, si bien cada vez hay más secuelas que están reivindicando su papel en el género, No respires 2 no es una de ellas. Ahora sólo queda esperar que sus creadores se percaten de que en ocasiones menos es más.


No respires 2 (Don’t Breathe 2, Estados Unidos, 2021)

Dirección: Rodo Sayagues / Guion: Fede Álvarez, Rodo Sayagues / Producción: Bad Hombre, Ghost House Pictures, Sony Pictures Entertainment (SPE), Stage 6 Films / Música: Roque Baños / Fotografía: Pedro Luque / Montaje: Jan Kovac / Dirección artística: Dragan Kaplarevic / Reparto: Stephen Lang, Brendan Sexton III, Madelyn Grace, Stephanie Arcila, Rocci Williams, Bobby Schofield, Adam Young, Fiona O’Shaughnessy.

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