NO MIRES ARRIBA
Mira hacia delante
Con un frenético montaje, nervioso como los personajes de Jennifer Lawrence y Leonardo DiCaprio ante el descubrimiento de un cometa (acontecimiento feliz) y la posterior conclusión de que va a estrellarse contra la tierra en seis meses con catastróficas repercusiones (acontecimiento no tan feliz) arranca No mires arriba (2021), la nueva propuesta de Adam McKay.
No mires arriba es heredera de uno de los aspectos formales más distintivos del director: la cámara en mano. Pero aquí esta se eleva a la enésima revolución delirante que está en el fondo de todo el largometraje. Los planos siempre apuntan el comentario de los personajes ante la situación, captando sus gestos casi teatrales. Esto no implica que las actuaciones sean pobres. Al contrario, son todas bastante destacables: DiCaprio acaba explotando y sacando su habitual temperamento, pero crece gradualmente llenando a su personaje (el Dr. Randall Murphy) de matices, pues es, al principio de la película, tímido e inseguro. Y Lawrence imprime a su Kate ese humor amargo e irónico que suele dominar.
Su inicial tono cómico explota cuando van a hablar con la presidenta de Estados Unidos, interpretada por Meryl Streep, y su esperpéntica respuesta es digna de las que popularizó el antiguo mandatario estadounidense Donald Trump. Por tanto, lo que empieza como una (aparente) película de enredos se convierte en una (evidente) sátira que equipara la destrucción de un cometa con el cambio climático. Un comentario sobre cómo los poderes estatales gestionan, de una manera egoísta, esta situación de crisis: desde la negación hasta la apropiación del suceso, llegando a intentar explotarlo económicamente (oh, sorpresa). Y no solo el gobierno, sino también los medios de comunicación que buscan la audiencia antes que el rigor y la construcción de personajes en lugar de personas. Las redes sociales como transmisoras del germen del negacionismo (pero también de lo contrario) gracias a los influencers. Y, por supuesto, la ambición sin medida de las grandes corporaciones, personificadas en un CEO irritante que es mezcla de lo peor de Elon Musk, Jeff Bezos e incluso Steve Jobs.
Es lícito criticar el trazo grueso de No mires arriba, ya que Mckay apuesta todo a la carta de la sátira. Y están presentes esos elementos de “moralismo y de burla” que según Italo Calvino son el mal de este género. Pero es una burla que refleja el cansancio de los que insisten en recordar los males venideros y son eternamente ninguneados, y un moralismo que, puesto en el contexto de la posverdad y los negacionismos, se convierte casi en verdad innegable. ¿Cómo es posible ponerse en contra de la sátira en un momento histórico en el que muchos asuntos verdaderamente serios son tratados como si fueran estupideces? El director no pretende que el largometraje sea una tesis, sino un divertido y áspero tirón de orejas que pueda hacer que los implicados reflexionen.
Lo que sí que es cuestionable es que la película surja desde un estudio como Netflix, que es una máquina acrítica que solo busca producir dinero y éxitos. La sátira queda, por tanto, empañada y agridulce como el tono de la propia película. ¿Es pertinente hacer este tipo de propuestas desde los canales habituales? Quizás la respuesta esté en la secuencia final del filme, que parece apuntar a un futuro sin esperanza, invitando a sentarse, después de haberlo intentado todo, y aceptar lo que viene. Pero hacer que en esa aceptación haya un lugar para volver a reencontrarse.
No mires arriba (Don’t Look Up, Adam Mckay, EEUU, 2021)
Dirección: Adam McKay /Guión: Adam McKay. Historia: Adam McKay, David Sirota /Fotografía: Linus Sandgren /Música: Nicholas Britell /Reparto: Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Rob Morgan, Jonah Hill, Mark Rylance, Tyler Perry, Timothée Chalamet, Ron Perlman, Ariana Grande, Scott Mescudi, Cate Blanchett, Meryl Streep, Tomer Sisley, Himesh Patel, Melanie Lynskey, Michael Chiklis, Paul Guilfoyle, Robert Joy, Meghan Leathers, Hettienne Park, Ross Partridge, Dee Nelson