NIGHTMARE CINEMA
La pantalla estigia
¿Quién no iría hoy al cine para evadirse de los estrechísimos límites de la realidad? Las relaciones entre el cine y el sueño han llenado tantas páginas como, de forma más tangencial, no menos películas. El hoy añorado, y hasta hace muy poco tan cotidiano, acto de visionar una película en un patio de butacas ha sido comparada por autores literarios y cinematográficos con el abandono del estado de vigilia, a partir, entre otros, de las similitudes existentes entre la oscuridad que invade la sala antes de que empiece la proyección y el cierre de los ojos que precede al sueño, abandonándose tanto espectadores como durmientes a lo que Luís Buñuel bautizó como “la noche de la inconsciencia”.
Una visión de la pantalla como frontera entre vigilia y sueño, y, en esta episódica Nightmare Cinema, dirigida por Alejandro Brugués, Joe Dante, Ryûhei Kitamura, David Slade y Mick Garris (encargado de dirigir tanto las escenas de transición entre los diferentes capítulos como el que le sirve de conclusión), entre la vigilia de la vida y la pesadilla del miedo a una muerte segura, que encuentra su particular Caronte en la chulesca y macarra figura del Proyeccionista (Mickey Rourke). Regente y único empleado de un monumental y ruinoso cine Rialto, este enigmático personaje atrae, como quien maneja marionetas desprovistas de voluntad, a hombres y mujeres desde su marquesina para que contemplen, proyectadas en la gran pantalla, sus violentos finales.
Solo por eso, y desde una perspectiva actual marcada por el Video On Demand y las hoy desiertas multisalas, Nightmare Cinema parece un anacronismo, orgulloso de pertenecer a una forma de ver el cine en vías de extinción, con su apuesta de la sala de exhibición como un lugar de proporciones (¿y espíritu?) casi catedralicias, pasando por la recuperación como realizadores de Garris o Dante, ambos florecientes en una época del cine de horror enmarcada entre finales de la pasada década de los setenta y la de los ochenta, la revisión de algunos de los lugares comunes del género tal y como se entendió entonces por parte de Brugués y Kitamura en sus respectivos fragmentos, la participación de Richard Christian Matheson, hijo del célebre Richard Matheson, como guionista de uno de los episodios, o, incluso, en su dedicatoria final a los fallecidos Wes Craven, Tobe Hopper y George A. Romero, tres de los más célebres representantes de una forma de entender el terror cinematográfico que en los últimos años se ha visto expulsada (¿por gentrificación?) a la periferia de la industria. Tal y como le ocurre a la única sala del Rialto en la que transcurre Nightmare Cinema, imponente y luminoso edificio situado en medio de una desértica y degradada urbe cuyos únicos peatones acuden al cine a tomar conciencia de su propia mortalidad, siendo así éste, involuntariamente, lo más inquietante y siniestro, por familiar, de toda la película. Pero, siendo cada uno de los episodios que componen Nightmare Cinema obra de un equipo diferente en cada episodio, vayamos por partes:
I. The Thing in the Woods, de Alejandro Brugués: Una historia inicialmente arquetípica, la de una joven (Sarah Elizabeth Withers) y sus amigos siendo brutalmente cazados en las proximidades de un bosque, da pie a Brugués a plantear una trama llena de requiebros que, sin embargo, jamás esquiva uno solo de los lugares comunes del género, aquejándose de una considerable falta de dinamismo y de una puesta en escena que raya en la pobreza más absoluta. Lo que, puede que involuntariamente, termina por convertir a The Thing in the Woods en una antipática burla a costa de un género que a lo largo de su historia ha dado buena muestra de su capacidad para extraer buen y gran cine del más miserable de los puntos de partida argumentales.
II. Mirari, de Joe Dante: El director de Gremlins (1984) parece regresar a la malintencionada área de su filmografía en la que brillan películas tan ponzoñosas como Piraña (1978) o sus dos episodios para la serie Master of Horror producida por Mick Garris entre 2005 y 2007; Homecoming (2005) y The Screwfly Solution (2006), para gestar una ácida mirada sobre la obsesión de una joven (Zarah Mahler) con su propia imagen y su apuesta por la cirugía plástica como solución. Pero lo que podría haber sido un brutal retrato sobre una creciente y malsana obsesión con la autoimagen se pierde en un desarrollo carente de garra o tensión audiovisual, donde el reivindicable riesgo de proponer como protagonistas a una serie de personajes a cuál más antipático se ve hundido por unas interpretaciones a duras penas convincentes. La presentación del Proyeccionista encarnado por Mickey Rourke, y que aparece por primera vez en Nightmare Cinema en la corta conclusión -dirigida por Garris- de este episodio, condensa, en un par de planos del rostro del actor, una visión de lo planteado por Mirari mucho más irrefutable que en todo el desvaído metraje dirigido por Dante.
III. Mashit, de Ryûhei Kitamura: Una entidad demoníaca llamada Mashit irrumpe en un colorista colegio religioso con la intención de hacerse con las almas de todos los niños y niña residentes, así como de algunas de las monjas, para vengarse del sacerdote al mando (Maurice Benard) en este episodio, más entonado que los precedentes y con reminiscencias, visuales y sonoras, del abigarrado terror transalpino heredero del giallo. Un eco que realza el conjunto haciéndolo más o menos entretenido y con decisiones tan irregularmente ejecutadas como la vistosa (y gratuita) inserción de fugaces fotogramas del demoníaco Mashit en algunos planos.
VI. This Way to Egress, de David Slade: Si Nightmare Cinema pretendía trasladar el vínculo teórico entre cine y sueño a la siniestra lógica que rige las pesadillas, el episodio dirigido por Slade es, indudablemente, el más próximo a satisfacer sus objetivos. En blanco y negro, y con una conseguida coherencia de todos sus elementos, This Way to Egress es un episodio premeditadamente extraño, una sugerente pesadilla que, pese a encontrarse a un paso del cine de culto prefabricado, es también una experiencia audiovisual harto interesante. Y todo gracias a una puesta en escena que consigue dotar la atmósfera necesaria para unificar lo que, en su ausencia, habría sido agua de borrajas, y al buen hacer interpretativo de Elizabeth Reaser en la piel de Helen, una mujer al filo del abismo de su salud mental atrapada en una repugnante dimensión paralela de estética postindustrial en la que todos sus habitantes, exceptuándola a ella y a sus dos hijos (Lucas Barker y Macintyre Sweeney), parecen degradarse físicamente a cada minuto que pasa.
V. Dead, de Mick Garris: Garris se reserva para el último capítulo de la película la realización de un guion previo de largometraje acortado hasta sus 17 minutos actuales. Aunque, paradójicamente, esta reducción se recicla en lo que parecen dos películas hábilmente fusionadas en una sola. Rodada con soltura y buen hacer, Dead gira alrededor del joven Riley (Faly Rakotohavana), quien es testigo del asesinato de su padre (Daryl C. Brown) y de su madre (Annabeth Gish), tras ser todos ellos atacados por Jenkins (Orson Chaplin, nieto, ahí es nada, de Charlie Chaplin), para descubrir, durante su convalecencia posterior en un hospital, que ha adquirido la capacidad para ver a los muertos que, como su madre, se niegan a aceptar su condición. Pero, en paralelo, el asesino Jenkins empieza a dar caza a Riley, situado en un precario punto medio en un fuego cruzado entre la ira del asesino y el ansia de su absorbente madre para que se reúna con ella para siempre en un pesimista capítulo que entretiene durante su visionado, para ser olvidado al poco de su, pese a todo, ingeniosa conclusión.
Un competente broche final que antecede a un epílogo en el que Garris parece sugerir la intención de hacer de esta tibia y deslavazada Nightmare Cinema la primera película de una saga de largometrajes, o el paso previo a su serialización… a pesar de que su estreno directo en VOD en muchos países hace pensar que difícilmente recuperará el lugar en las salas que una vez ocupó una determinada forma de entender el terror cinematográfico. Porque, buscando evadirse de los terribles aires entre apocalípticos y tediosos en los que vivimos ¿quién soñaría con ir al cine a ver Nightmare Cinema?
Nightmare Cinema (EE. UU., 2018)
Dirección: Mick Garris, Alejandro Brugués, Joe Dante, Ryûhei Kitamura y David Slade/ Producción: Mick Garris, Joe Russo y Courtney Solomon/ Guion: Sandra Becerril, Alejandro Burgués, Lawrence C. Connolly, Mick Garris, Richard Christian Matheson y David Slade/ Fotografía: Andrew Russo, atthias Schubert y Jo Willems/ Montaje: Tony Kearns y Mike Mendez/ Diseño de producción: Lauren Fitzsimmons/ Música: Richard band, Kyle Newmaster, Aldo Shllaku y J. G. Thirlwell/ Reparto: Mickey Rourke, Sarah Elizabeth Withers, Zarah Mahler, Mark Grossman, Richard Chamberlain, Maurice Benard, Elizabeth Reaser, Faly Rakotohavana, Orson Chaplin, Daryl C. Brown, Annabeth Gish
Hola! Gracias por tus comentarios. Te dejo los míos por acá:
RC Matheson no es nieto de Richard Matheson, sino su hijo.
Sí hubo estreno directo en salas en Julio y Agosto, en Estados Unidos, Europa e incluso en Japón. En países como México se estrenó en festivales como Macabro.
No fue un equipo diferente en cada episodio: Fue el mismo crew con diferente directos y fotógrafo. Los demás fueron casi los mismos. Incluso, como escritores, participamos en las historias de los otros, dejando guiños en cada una de ellas.
«This way to egress», fue filmada así por petición de su autor, Lawrence C. Connolly, quien basó ese guion en una historia corta de su autoría, previamente publicada con el mismo título en una colección.
Saludos!
Hola, Sandra,
Muchas gracias a ti tanto por leer la crítica y tomarte la molestia en comentarme lo que me apuntas, así como por tu trabajo escribiendo, si no me equivoco, «Mashit». Por detrás, en mi humilde opinión, de «This Way to Egress» (del que desconocía que existía un relato original, cuyo autor había intervenido hasta el punto que comentas en su puesta en escena) me pareció el mejor episodio de la película, y probablemente el más disfrutable de todos ellos.
Yendo a lo que me comentas, disculpa los errores que haya podido cometer y que releyendo el texto quizás sean fruto de una escritura poco clara por mi parte. Al escribir la crítica, era consciente de que la película había llegado a estrenarse en salas comerciales en algunos países como los EE.UU., aunque creía que su llegada a Europa había sido mayoritariamente a través de VOD, y de ahí lo que apuntaba, sin ánimo de generalizar, al final de mi análisis.
Algo parecido me ocurrió con lo que me comentas sobre los equipos técnicos que yo creía variaban según el fragmento; por lo que encontré en Internet -donde la información al respecto no es especialmente clara- cada episodio tenía su propio director, director de fotografía y compositor musical, con la particularidad de que «This Way to Egress» tenía, si no me equivoco, un montador propio, con lo que escribí respondía a la consideración que algunas de las figuras clave del equipo creativo variaban. Pero, como bien puntualizas, eso solo es así en algunas de estas figuras, pero no en todas ni, por lo que me comentas, tampoco en el caso del resto de miembros del equipo que ha hecho posible «Nightmare Cinema».
Y respecto a Matheson, fue un error por mi parte que, al igual que los recién mencionados, me alegro que se haya resuelto tanto para mí como para los lectores, y más aún que haya podido ser de la mano de de alguien que ha participado activamente en la película y que ha conocido su desarrollo creativo en primera persona ¡Ojalá hubiese más interacciones como esta entre creadores y analistas!
Un saludo y, de nuevo, muchas gracias,
La película es estupenda, merecedora de una crítica mucho menos agria que la aquí vertida.
Todos los segmentos son fantásticos, con la sola excepción del de «Mashit», que es bastante flojo. Los mejores: los de Dante, Slade y Brugués. El último de Garris está bastante bien también.
Buenas noches,
Antes que nada, gracias por el tiempo destinado a la lectura de la crítica y al redactado de tu comentario. Lamento que el tono de la crítica resulte más amargo de lo que sería deseable. Probablemente no hay una película compuesta de diferentes capítulos (dirigidos, para más inri en este caso, por otros tantos realizadores) que no peque de una cierta irregularidad, pero en este caso el común denominador de la mayoría de ellos fue, siempre en mi opinión, el de un saldo bastante decepcionante, quizás debido a que muchos de estos directores habían brindado buenas y hasta grandes películas con anterioridad, especialmente Joe Dante. De nuevo en mi opinión, si bien «Mashit» a mí sí me pareció bastante divertida y «This Way to Egress» muy interesante, el resto me resultó considerablemente flojo, pese a que el fragmento filmado por Garris era, comparativamente, bastante sólido.
En cualquier caso, me alegro de que hayas disfrutado de la película (que como apunto en la crítica se planteó como una carta de presentación para una serie televisiva a día de hoy no ha acabado de cuajar), y te agradezco de nuevo tanto la lectura de este análisis como tu comentario.
Un saludo cordial,