Muestra Syfy 2019

LAS 5 PELÍCULAS MÁS DESTACADAS DE LA MUESTRA SYFY 2019

Que no escapen a vuestro radar

Un año más, Leticia Dolera fue la maestra de ceremonias durante los 4 días de la Muestra Syfy, una selección de películas de corte fantástico que el canal de pago proyecta en la capital. La 16ª edición de este festival se inauguró con el preestreno de Capitana Marvel (Anna Boden y Ryan Fleck) y se clausuró con Escape Room (Adam Robitel), ambas con críticas en la web, pero entre medias hubo un buen puñado de películas interesantes (algunas sin estreno previsto en España) que rescatamos en este artículo para que no escapen a vuestro radar. Estas son las 5 películas más destacables de la Muestra Syfy 2019:

Upgrade (Leigh Whannell)

Dirigida por Leigh Whannell, guionista de Saw (James Wan, 2004), y producida bajo el amparo de Blumhouse, se podría decir que Upgrade es un batiburrillo entre Robocop (Paul Verhoeven, 1987), Hardcore Henry (Ilya Naishuller, 2015) y Venom (Ruben Fleischer, 2018). Tanto en Robocop, Hardcore Henry y Upgrade, el protagonista sufre un accidente fatal que le deja incapacitado y es revivido con la ayuda de partes cibernéticas que, además, mejoran sus capacidades a límites sobrehumanos. De Robocop hereda además un futuro cyberpunk, con su correspondiente corporación malvada. De Hardcore Henry, un ritmo adrenalítico y unas escenas de acción aceleradas en la sala de montaje que harán las delicias de cualquier adicto a las coreografías laboriosas. Y de Venom, el diálogo interno entre Logan Marshall-Green (el hermano gemelo perdido de Tom Hardy) y el chip que le han implantado en el cerebro y que interactúa con él. Puede que el filme de Whannell no sea el más original del mundo ni el más espectacular, pero sí que es una garantía de entretenimiento y diversión, y de buen oficio tras las cámaras. En este listado hay varias películas de las que generan opiniones extremadamente opuestas: o las amas o las odias. Upgrade seguramente no será la película favorita de nadie, pero es un valor seguro a la hora de hacer recomendaciones. Palabra.


Dragged Across Concrete (Craig S. Zahler)

La nueva película del responsable de Bone Tomahawk (2015) y Brawl in Cell Block 99 (2017) se presenta con Mel Gibson y Vince Vaughn protagonizando una buddy cop movie realista y amarga, muy alejada del humor de las herederas de Shane Black. Normalmente, en este subgénero vemos a un veterano a punto de jubilarse y a un joven pasado de vueltas tener que adaptarse el uno al otro, liarla hasta que son abroncados por un comisario negro que les suspende de empleo y sueldo para, finalmente, resolver el crimen investigando por su cuenta. En Dragged Across Concrete, la pareja policial se conoce desde hace muchos años. El suceso por el que son suspendidos (el “arrastre por el asfalto” del título, en concreto de la cara de un mexicano) no es motivo de bronca por parte de su superior, interpretado por Don Johnson, que lamenta junto a los protagonistas la época de “corrección política” en que vivimos y, sobre todo, les echa en cara el haber sido grabados mientras se producía la agresión. Y la investigación no oficial no es para resolver un crimen, sino para cometerlo y así poder salir de un barrio inseguro y “lleno de negros” (dicho por la mujer del personaje del Gibson, que “no era racista, pero”). Es decir, Zahler da una vuelta de tuerca al género y lo adereza con su estilo tarantiniano y su ritmo in crescendo que desemboca en una explosión de violencia brutal. El problema es cómo emplea los 160 minutos que utiliza para contarnos todo esto. Ya sabíamos que las películas del director canadiense se cuecen a fuego lento, pero hay escenas y personajes que no tienen justificación dentro del montaje. Sobre todo, chirría la presencia de Jennifer Carpenter y Udo Kier, a los que parece que ha metido con calzador como agradecimiento a su anterior colaboración juntos. Lo que parece haberse concebido como un background de personajes secundarios que alargara la tensión hasta la traca final, en realidad son subtramas que no nos interesan y que no nos llevan a ningún lado. En todo caso, ya querrían muchos que la película más floja de su (todavía corta) filmografía fuese la mitad de buena que esta Dragged Across Concrete.


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Nación salvaje (Sam Levinson)

Gran parte del público salió decepcionado después de la proyección de Nación salvaje, y la culpa la tiene otra vez el hype. El cartel y el tráiler de la película prometen acción y violencia física, pero el discurso de la obra de Sam Levinson se centra (y de manera mucho más interesante) en otro tipo de violencia: el acoso, la humillación pública, el postureo de las redes sociales y el puritanismo hipócrita de la sociedad actual. El pueblo de Salem (su elección, obviamente, no es casual) ve cómo los secretos más ocultos de sus habitantes son filtrados a través de Internet, y el caos se materializa en forma de masa enfurecida contra todo el que haya podido tener algo que ver. Todo el que no ha sido atacado por el misterioso hacker trata de humillar y exagerar al máximo los secretos del prójimo, hasta que le llega su turno y es hora de pedir clemencia. Cualquier acción se saca de contexto con tal de desahogar la ira que supone que desmonten la falsa moralidad de toda una población, así como cualquier posible culpable es directamente condenado a la hoguera. La solución que plantea el filme en su parte final es, ahora sí, la confrontación física a raíz de la resistencia de las más perjudicadas por la situación: las mujeres. El feminismo de la Generación Z, basado en la sororidad transversal, toma literalmente las armas para enfrentarse a la América de Trump. Los decepcionados porque en Nación salvaje solo vemos el génesis de esa lucha, que miren a su alrededor y tomen partido rápido, porque estamos viviéndola.


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One Cut of the Dead (Shinichiro Ueda)

Posiblemente, el filme más importante de la Muestra, y uno de los mayores fenómenos a nivel mundial del año pasado. One Cut of the Dead se rodó con un presupuesto de 25.000 dólares, con un reparto totalmente amateur, y se estrenó en Japón durante 6 días en un cine de 84 butacas. Varios meses y premios internaciones después, la película se proyectaba en más de 200 salas del país, recaudando más de 1.000 veces su presupuesto y convirtiéndose en uno de los éxitos del año. One Cut of the Dead se mantuvo en cartelera 136 días recaudando 28 millones de dólares, con un 100% de críticas positivas en rottentomatoes (el baremo moderno por defecto, nos guste más o menos, de la aceptación de público y crítica). Pero, ¿a qué se debe tanto reconocimiento? ¿Acaso no es una peli cutre de zombies hecha con cuatro duros? Pues sí, pero a mucha honra. Y puede ser cutre en su presupuesto, pero no en su planificación y puesta en escena: One Cut of the Dead comienza con un plano secuencia de 37 minutos. Y, además, ese plano secuencia de 37 minutazos (no está de más repetirlo) es One Cut of the Dead. ¿Y el resto de metraje? Pues tendréis que averiguarlo vosotros mismos. Sin desvelar nada, solo puedo decir que el amor y el esfuerzo que desprende todo el equipo por el cine y por hacer películas merecen todo lo bueno que les haya pasado y, espero, les pasará.


Diamantino (Gabriel Abrantes y Daniel Schmidt)

Por un lado, estamos ante la sucesora de Canino en la rima más repetida por Leticia Dolera año tras año en la Muestra: “Pa’ tu culo mi pepino”. Por otro, la ganadora del Gran Premio de la Semana de la Crítica de Cannes. Y no hay mezcla que defina a Diamantino mejor que ésta. Para que os hagáis una idea, el argumento es el siguiente: Un jugador portugués de fútbol MUY parecido físicamente a Cristiano Ronaldo (y psicológicamente a medio camino entre Sergio Ramos y Michael Jackson) ve cachorritos gigantes y nubes rosas en el campo cuando entra en trance jugando y se vuelve imparable. Pero, antes de la final del Mundial, un bote de refugiados se encuentra con su yate, y Diamantino queda tan impresionado que los cachorritos desaparecen. Tan solo puede pensar en la mirada de los refugiados. Así que decide adoptar a uno, ocasión que aprovecha la Agencia Tributaria para infiltrar a una investigadora en su casa. Al mismo tiempo, el gobierno, con la colaboración de las indeseables hermanas de Diamantino, tiene un plan para clonar al astro y construir un muro que separe Portugal de Europa. La cosa, como veis, no tiene ni pies ni cabeza. Y al principio tiene su gracia, pero el chiste va perdiendo chispa hasta que queda desinflado por completo. Sin embargo, entre el caos se vislumbran curiosos vínculos estéticos con la favorita de Cahiers du cinéma del año pasado, Les garçons sauvages (Bertrand Mandico), como la brillantina resaltando en ambientes fríos y de bajo contraste, la ambigüedad de sexos en varios de los protagonistas y la importancia del mar como catarsis.

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