MORIR
Ahogarse en vida.
Vemos la pantalla inundada de azul hasta que alguien se acerca nadando progresivamente y la acompañamos a la superficie. El mar aparece en el comienzo, representando la vida, el inicio, el nacimiento. Luis (Andrés Gertrúdix) y Marta (Marian Álvarez) se encuentran pasando sus vacaciones en una tranquila casa cerca de la costa, todo es apacible y tranquilo, se nos muestra una escena de amor de lo más fiel y natural, comenzando por un abrazo, una mirada, prosiguiendo con caricias, y suaves besos que paulatinamente se convierten en pasión e intensidad, todo a un ritmo lento y pausado, dándole el tiempo exacto, como en la vida. Todo parece detenerse cuando Luis le confiesa a Marta que las pruebas médicas que supuestamente estaban bien, no lo están. A partir de este momento Morir se convierte en una lucha constante y en un baile de escenas introspectivas que concluyen con cortes a negro. Porque así se ve cualquier aliciente de futuro y presente, negro. Marta se queda con Luis y a pesar de haber ligeros brotes de esperanza, lo que más impera en esta historia es la sensación de que ambos personajes están muriendo de una forma u otra ya que a pesar del deterioro físico de Luis, la decadencia mental y sentimental está siendo compartida. Marta se refugia en el alcohol, el tabaco, los paseos a ninguna parte y el enmudecimiento como forma de resignación. Luis se queja y se vuelve apático, encerrándose en sí mismo y cayendo en una espiral de orgullo, mal humor y discordia, demandando los cuidados de Marta como indispensables y en algunas ocasiones, como obligatorios. Llega un punto en el que el amor entre ambos deja de estar latente y solo les une un compromiso creado en el pasado.
Fernando Franco, ganador a mejor dirección novel, por su anterior película La Herida (2013) retrata a ambos personajes íntimamente en Morir, un film basado en la novela homónima de Arthur Schnitzler. En las conversaciones de la pareja, la cámara se mueve cambiando de uno a otro, tras cámara en mano, sin cortar, creando una continuidad visual basada en receptor-emisor e impregnándonos en las opiniones entre uno y otro. Los primeros planos de ambos se vuelven un recurso muy utilizado, aunque en algunas escenas el peso dramático parece caerse, quizá por ser demasiado cotidianas, aunque muestren un camino paciente con un final claro aparecen numerosas veces pecando de repetitivas; varios planos fumando, bebiendo o simplemente comiendo. El peso del film recae más en Marian Álvarez, que interpreta a su personaje combinando el abatimiento y el yugo desde el silencio y su expresión. Ella destaca particularmente en una escena de una conversación telefónica, en la que simultáneamente está fumando un cigarro, una escena que puede parecer fácil y que no lo es en absoluto. El mero hecho de mantener el texto con tanta naturalidad, representando a la perfección una conversación telefónica, cambiando los gestos, con ligeros cambios tonales y miradas que suscitan a la escucha con el otro añadiendo la acción de fumar, es sumamente complejo. En cuanto a Andrés Gertrúdix, sobre todo en la parte inicial, parecía estar con una presencia actoral lejana al film, (quizá trabajando con la premisa de que el personaje sabe algo que el espectador aún no) pero progresivamente, el deterioro físico y la involución sentimental, resultan más que loables, como máximo apogeo cabe que destacar su interpretación finalizando el metraje, el trabajo de voz, cuerpo y mirada son excelentes y muy meticulosos, plasmándose en la pantalla un cuidado y una relación clara con respecto al vínculo actor – director. Franco se interesa por historias duras, pero reales, es un director con un trabajo de concreción muy arraigado, por eso ha fabricado un estilo propio. En conexión con La Herida, Morir, además de contar con la misma actriz protagonista, habla de la destrucción. Se cuenta en las entrevistas cómo Franco y sus actores han ensayado varios meses antes para tener el trabajo muy estructurado, ya que en este film son la herramienta principal para representar las bases del argumento con la mayor fidelidad posible. La representación de la muerte es en Morir un proceso agónico y desesperante. Es difícil ver en el cine un retrato tan paciente, cercano y delicado de la fugacidad de la vida.
Sherezade Atiénzar
MORIR (ESPAÑA, 2017)
Dirección: Fernando Franco / Guión: Coral Cruz, Fernando Franco / Producción: Koldo Zuazua, Fernando Franco / Música: Javi P3z / Montaje: Miguel Doblado / Fotografía: Santiago Racaj / Reparto: Marian Álvarez, Andrés Gertrúdix, Francesco Carril, Pablo Gómez-Pando
Pingback: Editorial #5 de Revista Mutaciones, El club de los suicidas
Pingback: Mejores películas del 2017, Tops individuales. Revista Mutaciones
Pingback: Entrevista a Fernando Franco por 'La consagración de la primavera'