MONSTRUO
Sombras de una lluvia
La última película del maestro japonés Hirokazu Kore-eda, Monstruo (Kaibutsu, 2023), se esculpe entre las sombras, las sombras de lo que se pierde y de lo que nunca se dice, entre fragmentos que se van deshojando. Sombras de lo perdido. Como aquellas zapatillas que pierden Minato y su amigo, quedándose medio descalzos.
Mitades rotas, ensombrecidas, que pueblan una historia que siempre comienza de la misma forma: un incendio quema un edificio en la noche japonesa. Una historia que, sin embargo, es cincelada por una colección de miradas que, al encadenarse, componen fragmentos que se revelan en sombras y que se modelan de retazos. Retazos que esconden más de lo visible en un vistazo y que nunca acaban de desvelarse por completo. Como un pedacito de tierra guardado en una caja de latón o una carta oculta entre las frases de un texto cuya lectura es robada, que recuerda aquella instantánea que esculpe el final de Babel (Alejandro González Iñárritu, 2006), la de un hombre que camina bajo unos farolillos rojos de noche por las calles de Tokio con una carta en el bolsillo de la que nunca se llega a saber lo que en ella hay escrito. Pinceladas fugaces que esbozan una narración que se despliega en una espiral donde se desvelan valiosas las formas de contar y de filmar, donde las palabras y los silencios, las miradas y los silencios componen una enredadera en la que lo que transcurre y algunos lugares anidan y permanecen fuera de campo.
Sombras de heridas que se graban en el recuerdo y no se borran tras el paso del tiempo, sombras de monstruos. Aquellos que dan título a la película y que rondan la estela de los fantasmas de los que dicen tener un cerebro de cerdo y los de una anciana que ha perdido a su nieto. Sombras de ausencias, de amores. Aquellas que habitan en el silencio, en el olvido, o las que se refugian en los rincones de una tuba cubierta de polvo, o las que se enredan en los reveses de las palabras de un hijo y un padre fallecido.
Sombras de una lluvia que se pasea por el epílogo de la película, como alguien que está de paso y se desvanece, una efímera reminiscencia que recorre las galerías del pasado. “La lluvia es una cosa que sucede en el pasado”, escribió Borges en un poema. Una lluvia que se difumina entre el viento del aqua del compositor japonés Ryuichi Sakamoto. Las ondas del aqua escriben otro título, el de la pieza musical que resuena en la última secuencia de la película, capturando un instante el pasado en el cristal de una ventana emborronado de barro o en las hojas de unos árboles de un bosque. El pasado de unos chicos que trenzan una amistad que surca las insondables y oscuras aguas del alma del ser humano.
Monstruo (Kaibutsu, Japón, 2023)
Dirección: Hirokazu Kore-eda / Guion: Yûji Sakamoto / Producción: Megumi Banse, Minami Ichikawa y Taichi Itô / Música: Ryuichi Sakamoto / Fotografía: Ryûto Kondô / Montaje: Hirokazu Kore-eda / Intérpretes: Soya Kurokawa, Hiiragi Hinata, Sakura Ando, Eita Nagayama, Mitsuki Takahata, Akihiro Kakuta.