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MEGALODÓN 2: LA FOSA

Tiburón para la generación TikTok

Steven Spielberg inauguró la saga de películas de tiburones con un clásico del cine de aventuras y de terror como Tiburón (1975). Le siguieron secuelas y sagas varias de películas de monstruos con menos fortuna, con alguna excepción, como Piraña (1978) de Joe Dante o Deep Blue Sea (1999) de Renny Harlin y algún blockbuster de autor como Pacific Rim (2013) de Guillermo del Toro. El éxito de la primera película de Spielberg se basaba en un guion que planteaba un conflicto (abrir o cerrar la temporada veraniega de Amity Island con un mar acechado por el peligro de un tiburón), así como el desarrollo dramático de unos personajes que desde el enfrentamiento inicial iban afianzando su amistad hasta hacer frente juntos al peligro. Todo ello aderezado de soluciones formales y expresivas (la banda sonora que anunciaba la aparición del tiburón), llena de inventiva y hallazgos. Spielberg poco después utilizó los mismos ingredientes y recursos para Parque Jurásico (1993), otro clásico del cine de aventuras del que han bebido muchas de las películas posteriores de monstruos, Godzillas y King Kong varios. Esporádicamente también con alguna excelente película como Kong: la isla calavera (2017) de Jordan Vogt-Roberts.

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Las diferentes sagas de películas de tiburones se han movido entre la extravagancia y el disparate. Valga como ejemplo la serie Sharknado, donde un tornado vomita tiburones. Una vez aceptada la convención, el modelo fue creciendo hasta que -ley del ciclo de vida del producto- poco a poco se fue agotando. Era el momento indicado para poner en marcha Megalodón (2018), una película que reunía todos los ingredientes para ser un gran éxito: un gran presupuesto, una estrella –Jason Statham-, que en sí mismo es un género, y una trama que aunaba a un grupo en peligro enfrentados a un malvado empresario y todos amenazados por un monstruo que venía de los fondos marinos prehistóricos. El público respondió positivamente. Megalodón fue el taquillazo del verano del 2018, pero la crítica la vapuleó.  Al mando de la película se encontraba Jon Turteltaub (La búsqueda, 2004), un director sin destellos de personalidad visual que se ahogó – nunca mejor dicho- entre la parodia (afortunadamente no utilizada) y la seriedad (por la que finalmente se inclinó), sin encontrar nunca el punto intermedio.

Los productores aprendieron la lección y buscaron entre los posibles directores de la secuela a alguien que tuviera un mundo propio y encontraron a Ben Wheatley. Un director independiente británico que había cosechado éxitos y prestigio en los inicios de su carrera, que se mueve bien delineando personajes con un trazo rápido de miradas, gestos y expresión corporal (Turistas, 2012), trabajando los espacios (arriba/abajo) y localizaciones para explotar situaciones (High-Rise, 2015), a quién le gusta el humor absurdo y es depositario de una mirada oscura de la sociedad (Down Terrace, 2009) y, en fin, tiene buena mano con los actores. Digamos que un Alex de la Iglesia británico. Un director que estaba buscando un trampolín para dar el salto al blockbuster hollywoodense. Con estas credenciales, la curiosidad era sí Wheatley había salido a flote de tamaño embrollo con Megalodón 2: La fosa (2023)

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La respuesta es que solo a medias. Con un guion mediocre es difícil lograr una buena película. Y aquí faltan muchos elementos de un buen guion. No hay un conflicto interesante – por no haber no hay ni un simple MacGuffin- y no hay un desarrollo dramático de los personajes.  Incluso los malvados de la película – bien trazados en teoría- están infrautilizados (es el caso del personaje interpretado por el actor español Sergio Peris-Mencheta) y, sobre todo, se procede en la parte final de la película por dispersión, en lugar de por concentración. Spielberg en Tiburón  concentraba la intensidad en la lucha final de los tres protagonistas con el escualo y en Parque Jurásico en la persecución por las cocinas de los velociraptor con el suspense del ruido de las manillas de las puertas o de los diferentes pucheros y cachivaches. Aquí se opta por la estrategia contraria: plantear situaciones diferentes en la Isla de la Diversión, con tiburones y dinosaurios en distintos espacios en búsqueda de múltiples víctimas propiciatorias. Esta dispersión distrae al espectador de alguno de los puntos fuertes de la secuencia: el personaje de Jason Statham enfrentándose al megalodón con una pala del helicóptero o el tiburón detrás del mismo Statham por la pasarela de la playa. 

Wheatley tiene momentos formales creativos: la aparición de Statham entre los contenedores del barco, la muerte de una de las protagonistas por falta de oxígeno en la escafandra, los juegos de espejo entre el ojo del megalodón y los ojos de buey de las naves submarinas, los planos cenitales de situación. La utilización de una  iconografía reconocible también juega a su favor (ver, por ejemplo, entre otras muchas, la secuencia de apertura). Con estos mimbres visuales, la película hubiera necesitado un armazón argumental y estructural más sólido. Diríamos que no hay equilibrio entre signo y significado. El despliegue visual es inútil cuando la historia que hay detrás es inane. 

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La coproducción  con China Media Capital (CMC) impone algunos condicionantes: Staham debe compartir protagonismo con el actor chino Wu Jing muy popular en su país, quién aporta una réplica consistente, y además ha obligado a convertir una película de monstruos en algo un poco naif: no hay rastro de sangre y violencia explícita (secuencias como la del personaje de Robert Shaw devorado por el tiburón quedan para el recuerdo del cinefilo), tampoco hay humor transgresor (el perrito debe finalmente salvarse), ni por supuesto sexo. Los buenos resultados de taquilla en China no deben sorprender a nadie. A fin de cuentas, era el mercado objetivo del film.

Megalodón 2: La fosa no consigue pasar el listón para convertirse en una película de culto, como lo fue en algunos círculos Pirañas 3D (2010) de Alexandre Aja , ni entrar en la lista de las mejores segundas partes (por intrascendente). No cabe negarle el mérito de ser puro entretenimiento de verano, una película de consumo fácil y rápido. Lograr metas más ambiciosas hubiera necesitado una trama más elaborada, personajes más complejos y concentrar la acción en un clímax final más preciso. 


Megalodón 2: La fosa (Meg 2: The Trench, EE.UU., 2023)

Dirección: Ben Wheatley / Guion: Dean Georgaris, Erich Hoeber, Jon Hoeber / ProducciónApelles Entertainment, China Media Capital, Flagship Entertainment Group, Gravity Pictures, Maeday Productions / Fotografía: Haris Zambarloukos  / Interpretación: Jason Statham, Jing Wu, Cliff Curtis, Sienna Guillory, Skyler Samuels.

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