MATTHIAS Y MAXIME
Una cuestión de luz
Una de las características del cine de Xavier Dolan es la libertad con la que el joven director utiliza herramientas – tanto cinematográficas como narrativas – para crear burbujas de escape para sus personajes, demostrando así el enorme aprecio que siente por ellos. A menudo oprimidos por una sociedad castradora, sus protagonistas sufren y luchan, a veces hasta el hastío o la histeria, pero los vaivenes de la trama siempre parecen hacerlos llegar, en algún punto, a un útero de contención que parece engendrado por el mismo celuloide. Un paseo sobre un longboard que expande los límites del cuadro cinematográfico en Mommy (2014) o una lluvia de ropas multicolores que caen sobre los protagonistas de Laurence Anyways (2012): caprichos estéticos, cultura del videoclip, por mucho que se les tilde de desvaríos metafóricos, estos interludios permiten respirar a sus personajes, como si un foco de luz les apuntara directo a sus emociones y de esta forma, les entregan vida.
Se podría establecer un quiebre mayúsculo de este estilo a partir de Sólo el fin del mundo (2016), la sexta película del joven canadiense. Aquí, el protagonista se enfrenta a su familia, ejemplo ideal de este contexto cruel en el que viven las historias de Dolan. El tema de la película es justamente la ausencia de este espacio contenedor, por lo que la histeria y la desesperación se convierten en únicas armas de defensa. En su octavo y más reciente film, Matthias y Maxime (2019), el espacio de contención se encuentra en un grupo de amigos de toda la vida, un club de Toby que, sin embargo, se convertirá en cárcel cuando dos de los amigos no podrán aceptar la poderosa atracción que sienten el uno por el otro.
Todo comienza por un azar bastante anecdótico, cuando Matthias (Gabriel D’Almeida Freitas) y Maxime (Xavier Dolan) son obligados a darse un beso frente a la cámara de una estudiante de cine. Esto provocará una marejada sexual entre los dos que se verá acentuada al estar contra el reloj, porque Maxime pronto partirá a Australia, ese país que tal vez representa el arquetipo del escape para la juventud acomodada de nuestra época. ¿Es eso lo que el llamado nuevo enfant terrible quisiera hacer, luego que su The Death & Life of John F. Donovan (2018) fuera vapuleada por la crítica y las audiencias? Matthias y Maxime representa un regreso a una zona de confort, al Montreal natal en compañía de familia y amigos.
En su película del año 2013, Tom en la granja, Xavier Dolan creaba un thriller con tintes de misterio para narrar una atracción sexual entre dos hombres que se antojaba imposible, prohibida, sesgada por los límites de un contexto rural, violento y negador. Si la imposibilidad de un amor homosexual aquí parecía verosímil debido al universo y el tono en el cual se desarrollaba la película, en Matthias y Maxime ni el contexto, ni los propios personajes entregan herramientas para justificar el naufragio de esta atracción. No obstante, sí hay un elemento en la puesta en escena que puede intentar explicar esta imposibilidad: la causa de toda esta marejada, el beso frente a la cámara de la estudiante de cine, queda invisible al ser escondido por un corte a negro. De alguna forma, Dolan nos está diciendo que los sentimientos de ambos jóvenes quedarán en la oscuridad. Si en Tom en la granja las emociones reprimidas se traducían en violencia y posesión, aquí se limitan a permanecer entre las sombras.
Confinados dentro de este espacio sombrío de inhibición, Dolan sí entrega momentos de escape a sus personajes – siguiendo el estilo de sus primeros films – en una zambullida al lago o una caminata nocturna rodeada de hojas otoñales. Pero en este caso ambos interludios poéticos no bastan para entregar oxígeno a ambos jóvenes que deambulan asfixiados por sus vidas bastante convencionales. Si Matthias y Maxime es la película con la que Dolan regresa a sus orígenes, quizás no basta con sentirse tan cómodo, con reformular una fórmula ya conocida. Tal vez el atrevimiento que les falta a los personajes en la ficción también se echa de menos en la película y un salto al vacío hubiese iluminado un poco más las cosas, para que así sus intenciones estéticas y narrativas no hubiesen quedado tan perdidas en la oscuridad.
Matthias y Maxime (Canadá, 2019)
Dirección: Xavier Dolan / Guion: Xavier Dolan / Producción: Xavier Dolan, Nancy Grant, Elisha Karmitz, Nathanaël Karmitz / Fotografía: André Turpin / Música: Jean-Michel Blais / Montaje: Xavier Dolan / Diseño de producción: Colombe Raby / Reparto: Xavier Dolan, Gabriel D’Almeida Freitas, Anne Dorval, Pier-Luc Funk, Harris Dickinson.