ENTREVISTA A MAMORU HOSODA – ‘MIRAI’
El amor en su quintaesencia
El estreno de Mirai, mi hermana pequeña (lee aquí la crítica) vuelve a señalar a su director, Mamoru Hosoda, como uno de los más promotedores creadores de la animación japonesa. En su última película, Hosoda entrega un relato de iniciación en el que la animación funde imaginación y realidad para explorar la sensibilidad de un niño. Para preguntarle por su visión sobre la infancia nos encontramos brevemente con él en marco del pasado Festival de San Sebastián. Se trata de un hombre amable, que respondió todas nuestras preguntas con la misma amabilidad y paciencia que desprenden sus personajes. Aquí la transcripción de nuestra entrevista:
No estamos acostumbrados a ver niños tan pequeños protagonizando películas de ficción, pues un crío de cuatro años normalmente no es visto como alguien capaz de sostener una historia mínimamente interesante. ¿Cómo se siente al respecto?
Yo tampoco los veía como seres interesantes hasta que tuve hijos. Los cuatro años es esa edad en que los niños empiezan a ser conscientes de lo que ocurre a su alrededor y es el momento en que empiezan a desarrollar su particular mundo interior. Si el cine debe reflejar cómo funciona la vida, ¿qué mejor forma de hacerlo que desde los orígenes, desde ese primerizo punto de vista? Es la etapa vital en que nuestros sentimientos son más puros, por lo que el nacimiento y la destrucción del amor se viven con más intensidad que nunca.
¿El nacimiento y la destrucción del amor?
Sí, el del padre y la madre. Kun ve cómo Mirai le arrebata el cariño de sus padres, y lo siente de forma totalmente pura justamente porque tiene solo cuatro años. Podríamos decir que el cine protagonizado por niños tan pequeños retrata el amor en su quintaesencia.
No solo por niños, pues los animales también juegan un papel muy importante en sus películas. ¿Qué le inspira a trabajar con ellos?
Es muy sencillo. Me crie con las películas de Disney y con las series de animación antiguas de la Toei y en esas historias las figuras del niño y del animal siempre estaban muy unidas. Ahora mismo es muy raro ver algún anime que no sea de género que aún esté protagonizado por un niño y su mascota. En mis películas, quiero recuperar ese espíritu animalista de antaño para hacer sentir a los más pequeños lo que yo sentía viendo películas y anime a su edad. Además, que un crío de cuatro años y un animal son muy parecidos en muchos sentidos, ¿no cree?
Puede que sí… Hay otra cosa que me sorprendió de su película. En el cine de fantasía occidental lo habitual es que el mundo real esté separado del reino imaginario por un portal que lo diferencie de forma completamente radical, binaria. Pero en Mirai, están completamente intricados. ¿Cómo es eso?
Eso es en parte bagaje cultural, porque en el imaginario japonés es bastante habitual introducir elementos fantásticos en nuestro día a día. Digamos que no nos importa tanto lo que es real y lo que no, sino que somos un tanto más espiritualistas. Aunque también hay un componente personal pues toda la vida he intentado mirar al mundo como si fuese fantasía. Eso me ayuda a vivir mejor.
También el recuerdo y la imaginación se confunden. ¿Vienen a ser lo mismo?
Supongo que sí. En la vida real también funcionan de forma parecida, porque a veces pensamos que hemos vivido cosas que solo nos hemos imaginado y soñamos a partir de recuerdos y vivencias reales. Y si Kun viaja al pasado, es a través de su mente… Es interesante.
Una última pregunta. El mundo ha cambiado muchísimo desde medianos del siglo pasado. Lo que vivieron nuestros abuelos no se parece en nada al mundo que vemos hoy. ¿Hay algo que permanezca, en medio de este caos?
La familia, claro. Las relaciones en el seno de cada familia van cambiando con los años y tratamos de forma muy diferente a nuestros padres de cómo se comportaban ellos con los suyos. Pero hay cosas que no cambian nunca, por mucho que pasen las generaciones: pasear juntos, quererse, ir en bici… Bueno, lo de ir en bici se acabará cuando ya no existan las bicis (ríe).

Pingback: Crítica de La chica que saltaba a través del tiempo, de Mamoru Hosoda
Pingback: Crítica de La chica que saltaba a través del tiempo. Revista Mutaciones