MADRE OSCURA
Fabulación y escapismo
El cine de terror parece llevar una década mostrando el supuesto músculo que años atrás había perdido por «falta de madurez». Al menos eso reúnen muchos de los comentarios y cánones profesionales que, año tras año, descubren una nueva joya del género y a su correspondiente salvador dentro del marco del “elevated terror”: desde David Robert Mitchell (It Follows) a Ari Aster (Hereditary, Midssomar), pasando por Robert Eggers (La bruja, El faro) o Jordan Peele (Déjame salir, Nosotros). Todos son casos de cineastas que, bajo la calificación de autor, han decidido enfocar sus primeros años de carrera en un tipo de cine que, casi desde sus inicios, ha estado relegado a un segundo término, al de un equivocado consumo comercial adolescente o de fandom deliberadamente enmarcado.
Estas películas, herederas de una seriedad autoral más reconocida (el estilo trascendental o nórdico de Eggers; el ritmo y manejo del espacio de Aster; el aura atmosférica e independiente de Mitchell; o la sátira conceptual de Peele) han ido conformando un nuevo cine de terror que, de algún modo, parece querer transgredir y sorprender con cada nuevo giro que da, con cada muestra de reinvención que ofrece (lógico teniendo en cuenta su eterno enfrentamiento con la expansión cómoda y afranquiciada del género). Sin embargo, el terror, como la fantasía o la ciencia ficción, también nos permite jugar con nuestras capacidades de fabulación y escapismo. Se echaba de menos así una película como Madre oscura (Brett Pierce y Drew T. Pierce, 2019) que, dándose mucha menos importancia que las anteriores cintas, es capaz de crear un relato donde no es tan importante la sorpresa autoral como el sentimiento fílmico. La posibilidad de narrar leyendas sin atarse a conjuraciones ni reconocimientos académicos.
Cuando los hermanos Pierce deciden arrancar su narración en un barrio residencial, con la llegada de una joven niñera a la casa de los pequeños que cuida, todo se presupone por un patrón clásico. Hay en esa introducción muchas referencias, aunque una de las más recordadas es la de Laurie Strode en la magnífica La noche de Halloween (John Carpenter, 1978). Al igual que en esta, Madre oscura utiliza el inició para narrar unos hechos ocurridos años antes (en la década de los 80) de la trama principal. Sin embargo, poco más allá de la presentación del personaje maligno, esos instantes no recogen ningún punto clave para el devenir de la trama. Se nota en ello, quizá, el punto más achacable de la obra, para lo bueno y para lo malo: un exceso de marcados referentes para construir su propia mirada.
La mayoría de los referentes de Madre oscura podemos encontrarlos enmarcados en la década de los 70 y los 80, siendo el más destacable, por argumento y sentimiento de libertaria indiferencia, Noche de miedo (Tom Holland, 1985). Mientras allí el joven protagonista está convencido de que su nuevo vecino es un vampiro, aquí la nueva inquilina de la casa de enfrente parece tomar la forma de una bruja secuestradora de niños, capaz de robar el cuerpo de la gente (La invasión de los ladrones de cuerpos) y hacer que sus familias no recuerden ni siquiera la existencia de los pequeños. Un argumento tan intrigante como capaz de traspasar fronteras y lanzarse a cierto toque humorístico y de ingenua concepción narrativa. Ingenuidad que también se muestra en unas formas completamente trasparentes, donde los sucesos no son escondidos por la cámara y se descubren a través de la fascinación y misterio de ese punto de vista juvenil (la vigilancia nocturna vía prismáticos al más puro estilo James Stewart).
Esta sensación de constante descubrimiento, de aburrimiento veraniego, primeros amores y problemas familiares, son los que hacen de Madre oscura un film de cierto espíritu Amblin. Un cuento de terroríficos embrujos que, alternado con un terror más común – el exceso de efectos sonoros y música en determinados puntos de la cinta- logra un conjunto «serie b» que, si bien no revitaliza ni renueva nada dentro del género, retrotrae a un cine sin complejos, encapsulado en una época pasada: aquella en la que la pasión se encontraba entre los estantes y VHS’s del pequeño videoclub de cualquier barrio.
Madre oscura (The Wretched, Estados Unidos, 2019)
Dirección: Brett Pierce y Drew T. Pierce / Producción: Cailleach Productions / Guion: Brett Pierce, Drew T. Pierce / Música: Devin Burrows / Fotografía: Conor Murphy / Reparto: John-Paul Howard, Piper Curda, Azie Tesfai, Kevin Bigley, Zarah Mahler, Richard Ellis, Tug Coker, Gabriela Quezada Bloomgarden, Jamison Jones, Ja’layah Washington, Amy Waller, Madelynn Stuenkel, Alexandria Barron, Blane Crockarell, Ross Kidder, Eric Guenter Weber, Judah Abner Paul, Kasey Bell