MADRE
Entre Rohmer y Haneke
El concepto detrás de Madre (2019), la nueva película de Rodrigo Sorogoyen tras su multi-premiada El reino (2018), es muy interesante a priori, en estos tiempos dominados por la narrativa transmedia y multimedia. Esqueje, secuela y derivación del cortometraje homónimo -un ejercicio de estilo efectista y de final ambiguo y tramposo- vuelve a reincidir en las fortalezas y debilidades de la obra del autor. Si el cortometraje nominado el pasado año a los Oscar basaba su impacto en un trabajo donde la forma -plano secuencia infinito reforzado por un gran angular que hacía sentir al espectador un voyeur en los diecisiete minutos más decisivos en la vida de una madre- pretendía ocultar el sensacionalismo y la falta de organicidad en la progresión dramática de un relato basado en la visceralidad de lo acontecido -pura pornografía emocional- el largometraje, un spin-off del material original, cambia de tono y género, pero manteniendo sus caprichosas pero exuberantes formas.
Aunque el largometraje se inicie con el cortometraje que dio origen a este proyecto -demostrando lo tramposo y efectista de un trabajo que ocultaba lo vacío de su discurso con un ejercicio de músculo formal- el verdadero arranque del filme nos traslada a esa imagen en principio críptica con la que daba inicio el cortometraje: la playa donde ocurría la tragedia fuera de campo. Pero han pasado diez años y si la cámara seguía constantemente al personaje de Marta Nieto por el apartamento que servía de localización única en el corto, aquí la sigue por esa playa que se nos escamoteaba pero que era imposible no visualizar mentalmente. Pero si en el original la intensidad de la cámara en movimiento daba a entender que el trabajo primigenio se podía englobar dentro de un género como el thriller, aquí el estatismo de sus minutos iniciales demuestran que Sorogoyen no está interesado en el misterio y la intriga, sino en analizar las consecuencias de la pérdida y la herida sin cicatrizar de la misma.
El problema de la cinta es que nunca sabe decantarse, abriendo una infinidad de temas y terrenos complejos y farragosos, donde la búsqueda por parte de Sorogoyen e Isabel Peña de entregar un relato lleno de capas y supuestos matices abiertos a la interpretación -donde se encuentran tanto atisbos de incestuosidad, relaciones con menores, el despertar del deseo sexual y la belleza pura de la juventud (esto último quizá lo más acertado de la propuesta gracias al trabajo de su joven protagonista, Jules Porier), hasta el auge del fascismo en la burguesía europea- da como resultado una obra que se mira tanto en los hermanos Dardenne y su cámara al hombro de la protagonista, como en los ambientes burgueses y costumbristas de Eric Rohmer, pasando por forzadas pinceladas de lo peor del cine de la crueldad -entre Michael Haneke y Gaspar Noé- en especial en dos fragmentos correspondientes al tercer acto del fime, tan salidos de tono como la secuencia en la residencia familiar del personaje de Jules Porier o la secuencia post-discoteca en el interior del coche de un grupo de adolescentes. Momentos que vuelven a acercar la obra del cineasta a los excesos del cortometraje precedente o al clímax en la carretera de El reino.
A su favor, demostrar una vez más que Sorogoyen es un magnífico director de actores en el momento que se olvida de piruetas técnicas, en especial el plano contra-plano de miradas entre Marta Nieto y Jules Porier en el bar de esta última tras la fiesta en la playa. El gran problema, que su necesidad de epatar, de demostrar su firma e impronta en todos y cada uno de los planos de la cinta, hacen que un trabajo que encuentra sus mejores momentos cuando se olvida de la técnica y se acerca a lo humano -el picnic tras el partido de fútbol en la playa, el plano de ambos protagonistas dormidos en casa del personaje interpretado por Marta Nieto tras ver una película- se vea desequilibrado por sus ambiciones formales y una necesidad de provocar que perjudica a una película que a lo largo de más de dos horas brilla en breves pero incandescentes momentos.
Madre (España, 2019)
Dirección: Rodrigo Sorogoyen / Guion: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen / Producción: Ibon Cormenzana / Música: Olivier Arson / Fotografía: Alejandro de Pablo / Montaje: Alberto del Campo / Reparto: Marta Nieto, Alex Brendemühl, Jules Porier, Frédéric Perriot, Anne Consigny, Blanca Apilánez, Álvaro Balas, Pablo Cobo, Raúl Prieto.
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