MACBETH
De la mano
Sorprende en este Macbeth (Joel Coen, 2021) su austeridad: filmada en blanco y negro, dentro de una opresiva pantalla 4/3, sin grandes alardes escenográficos y casi sin escenas de acción, a pesar de contar con una batalla en su guion que habría hecho las delicias de Peter Jackson. Sorprende también la apuesta (y eso es ya una pista de lo que su director está proponiendo) de que se haya conservado el título original de la obra de Shakespeare (The Tragedy of Macbeth) respetando la tipografía del First Folio. Es evidente que Joel Coen organiza un acercamiento audaz y sin concesiones a la obra original, y ese riesgo aceptado es quizás una de las grandes virtudes de la película.
Harold Bloom escribe sobre Macbeth en Shakespeare. La invención de lo humano: “El propio Macbeth puede llamarse el más desafortunado de todos los protagonistas shakespeareanos, precisamente porque es el más imaginativo. Gran máquina asesina, Macbeth es dotado por Shakespeare con algo menos que una inteligencia ordinaria, pero con un poder de fantasía tan enorme que pragmáticamente parece ser el del propio Shakespeare.” Y el director británico Declan Donnellan dice de esta obra que es “una tragedia de la imaginación”. Y es en el terreno de la fantasía y de la imaginación donde Coen parece situar su terreno de juego: esa Escocia deslumbrante, de luz perenne [tal cual ocurría en Midsommar (Ari Aster, 2019)], pero en la que nunca se ve el sol, arrancando así la etiqueta de obra tenebrosa y oscura con la que se suele conocer esta obra de Shakespeare. Y para dibujar las líneas de este terreno de juego, la película recurre a unos referentes que combinan a la perfección la teatralidad y la narración fílmica. Porque teatral es la propuesta de la dirección de arte, en esos decorados que constantemente dejan muestra de las fantasías de Adolphe Appia sobre la combinación de la luz y los espacios escénicos que luego recogiera Orson Welles en los montajes teatrales que sobre obras del bardo realizó en la década de los treinta, concretamente en su puesta en escena de Caesar, con el Mercury Theatre, sobre el Julio César de Shakespeare. Pero también están los reflejos del expresionismo alemán de Robert Wiene y del Kammerspielfilm de Max Reinhardt, o las adustas imágenes de Dreyer en Ordet (1955).
Toda esta tradición teatral y fílmica se pone al servicio de la tragedia de Shakespeare con habilidad por parte de Joel Coen, que conjuga todos esos elementos plásticos para servir una obra de una gran fidelidad al texto original (una de las más cortas del canon shakespeareano), evitando los deslizamientos gores de Polanski o el trascendentalismo de Justin Kurzel, y transitando con pie firme los senderos abiertos por Welles y Kurosawa. Porque el texto teatral ofrece una excelente pintura sobre la ambición, la violencia, lo sobrenatural y la imaginación que extiende un terreno abonado para visionarias explosiones artísticas que suelen acabar enterrando los temas principales de la obra. No así en este caso: la expresiva fotografía de Bruno Delbonnel propone una atmósfera que parece viciada desde ese mismo inicio en que Macbeth y Banquo salen de una niebla luminosa para, casi, dar sus primeras líneas de texto a la cámara, como si estuvieran llamando la atención sobre lo que necesitamos escuchar; la dirección artística de Stefan Dechant no hace sino acompañar los complejos estados de ánimo de los personajes, y propone angulosas soluciones de líneas rectas que están a caballo entre la escena y el celuloide (la visión de la daga ante el alucinado Macbeth, las apariciones y transformaciones de las Hermanas Fatídicas, el desplazamiento del bosque de Birnam coronando la colina de Dunsinane anunciado así el final del reinado de Macbeth); la partitura de Carter Burwell subrayando sutilmente todo el deslizamiento hacia la locura de Lady Macbeth; y las interpretaciones de Denzel Washington (un, a priori, atípico Macbeth) y Frances McDormand (eficaz y resolutiva, como suele ser habitual), en una deliciosa y límpida dicción del pentámetro yámbico shakespeareano ante una cámara y no ante un auditorio.
Sin duda, Joel Coen conoce muy a fondo el material que tiene entre manos y, a pesar de ser Shakespeare el primer guionista de la historia, ha querido respetar su teatralidad en una película de una gran potencia visual, aparentemente sencilla, y muy eficaz a la hora de traducir en imágenes el apabullante y truculento torbellino de los Macbeth.
Macbeth (The tragedy of Macbeth, Estados Unidos, 2021)
Director: Joel Coen / Producción: Joel Coen, Catherine Farrell, Frances McDormand / Guion: Joel Coen; basado en el libreto de William Shakespeare / Música: Carter Burwell / Fotografía: Bruno Delbonnel / Montaje: Joel Coen, Lucian Johnston / Reparto: Denzel Washington, Frances McDormand, Alex Hassell, Bertie Carvel, Brendan Gleeson, Corey Hawkins, Harry Melling, Miles Anderson, Moses Ingram, Kathryn Hunter.