LUIS OSPINA Y TODO COMENZÓ POR EL FIN
El sobreviviente
Lo primero que me parece pertinente comentar sobre Luis Ospina es que es un sobreviviente, por lo menos es eso lo que parece estar afirmando durante las tres horas y media que dura su más reciente largometraje titulado, no gratuitamente, Todo comenzó por el fin (2015). Un documental para el que necesitó más de sesenta años de vida, una filmografía con más de treinta películas que son usadas como rushes para armar esta última y encontrarse al borde de la muerte para mirarse al espejo, derribar mitos y contar la historia en primera persona de un puñado de amigos que durante las décadas del setenta y ochenta conformaron en Cali, Colombia, lo que a la postre se conocería como Caliwood.
Fue una generación comandada por una triada maravillosa, compuesta por los difuntos: Andrés Caicedo –cinéfilo empedernido, escritor de la legendaria novela Que viva la música, le puso fin a su vida con una sobredosis de somníferos, tenía solo veinticinco años- y Carlos Mayolo –delirante y genial director de películas como Carne de tu carne (1983) o La mansión de Araucaíma (1986), un niño atrapado en cuerpo de adulto, nunca diferenció la fiesta del trabajo, se fue autodestruyendo con la droga y el licor hasta que murió de un infarto al corazón en el año 2007- y el sobreviviente: Luis Ospina, cuya vocación principal en la vida ha sido la de guardarlo todo.
La línea narrativa de Todo comenzó por el fin está sostenida sobre el presente en donde Luis Ospina, después de ganarse una convocatoria para llevar a cabo la realización de su película, es diagnosticado con cáncer, eso hace que la película de un giro y pase de ser la historia de un sobreviviente a la de un moribundo. La cinta se empieza a rodar sin saber si el protagonista morirá o no y de alguna forma se obsesiona con la muerte. La de Caicedo –a la cual ya le tenía dedicado su documental Andrés Caicedo y unos pocos buenos amigos (1986)-, la de Mayolo y la del propio Ospina que sin saber si la veremos antes de que acabe la película, igual está siendo capturada, ya que como dijo Jean Cocteau: ¨el cine filma la muerte trabajar¨.

El resultado es una película definitiva, recopilatoria y nostálgica. En donde vemos la muerte trabajar y a un director sobrevivir. Donde se buscan sin encontrar aquellas casas de la infancia que ya no existen -así como a otrora lo hiciera Nicholas Ray con We can´t go home again (1973)-, se lloran amigos que ya se habían llorado y se arma una película con películas que ya parecían haberse terminado. Historias de vampiros tropicales, salsa y rock and roll, un bombardeo a Washington, una accidentada colaboración con Werner Herzog y Klaus Kinski, rodajes que más parecen fiestas de adolescentes, un país derrumbándose, disputas amorosas y una amistad que trasciende la vida y la muerte son algunos de los condimentos que hace de Todo comenzó por el fin una película indispensable para entender la cinematografía colombiana.
Nota: Toda la obra de Luis Ospina se puede visionar de manera gratuita y hasta este 23 de diciembre en el espacio de su retrospectiva en la web de Márgenes.
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