LOST RIVER
Neón y depravación
Lost River (2014) es la primera película que dirige y guioniza el actor Ryan Gosling; al que hemos visto en películas como Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), La gran apuesta (Adam McKay, 2015) o la reciente oscarizada La ciudad de las estrellas (La La Land) (Damien Chazelle, 2016), entre otras. No es el primero en hacerlo, pero es curioso ver cómo un intérprete cambia de rol para situarse detrás de las cámaras y convertir en imágenes la historia que él mismo ha creado. Esta es una aventura que siempre conlleva peligros, ya que ha sido muy valorado como actor, pero ahora, comienza desde cero como director. Para ser sinceros, el resultado no es del todo malo. Las ideas son atractivas, pero se pierden en la narrativa.
La trama gira en torno a una familia que malvive en su hogar de Detroit casi en ruinas. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de los habitantes de la ciudad se hayan trasladado, no quieren irse porque ahí es donde han vivido siempre. Todo se resquebraja cuando por un lado, la madre decide trabajar en un pub de alterne para personas con gustos excéntricos y por el otro, el hijo mayor se dedica a robar a Bones, el malo del barrio (Iain De Caestecker y también el alter ego de Gosling en su adolescencia), para solucionar sus problemas económicos.
La historia, aunque dispar, no desentona. Es más, Gosling destaca como director en esta película por su buen gusto y uso del color, que funciona como hilo conductor del argumento. Además, gracias a la banda sonora de Johnny Jewel, la película alcanza una mayor fuerza visual que absorbe al espectador. El problema recae en que el director, más centrado en los aspectos fotográficos y estéticos, deja de lado el discurso narrativo por lo que, aunque visualmente es atrayente, la película queda inconexa. Perdida.
No puede negarse que la película recoge gran parte de las preocupaciones e inquietudes de su director. Por ejemplo, para poder salir de Lost River, es necesario romper una maldición en una ciudad que, según la leyenda, se encuentra sumergida bajo el agua. Este hecho es curioso porque Ryan Gosling publicó su primer disco con su banda Dead Man’s Bones en 2009 y en él se encuentra Buried in Water, una canción que habla sobre una ciudad debajo del agua. En el film, es como si quisiera salvar la ciudad de la más profunda soledad.
Es evidente que el canadiense quiere salir del cine comercial, crear películas más independientes que le diferencien de otros directores, pero acaba perdiéndose en los neones, como en Drive, película de la que adopta los colores. Sobre todo, el violeta-morado, que será el identificativo de lo surrealista y que preponderará en el pub donde lo gore, la sexualidad y la depravación son rutina.
En Lost River, se ve a un director novato que necesita encontrar su sitio, adherir las influencias que vayan más con un estilo propio y perfilar sus ideas que, aun siendo fantasiosas, si consigue modelarlas un poco, podría conseguir un resultado más brillante. En este film, Gosling ha querido dar mayor relevancia a las imágenes que a la empatía que pudieran generar los personajes en el espectador. De momento va por partes: el aspecto audiovisual lo tiene aprobado, ahora le queda como asignatura pendiente perfeccionar el discurso narrativo.
Ana Fernández Susaeta