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LOS OTROS 80 (PARTE 2)

Películas imposibles

Y aquí estamos de nuevo con otras cinco películas de cine ochentero dignas de reivindicación. Si la primera parte estaba dedicada a películas de directores que luego tuvieron una carrera discreta o directamente desaparecieron de la industria, en esta se trata de cinco films firmados por nombres cuya importancia es bastante grande para el periodo. Todos ellos tienen en su filmografía al menos un título clave, una de esas películas cuyo impacto se siente en las generaciones venideras, o han mantenido una larga carrera llena de films notables. Pero los cinco aquí presentes no suelen aparecer cuando se les nombra, han quedado eclipsados por sus hermanos mayores. De ahí que quiera aprovechar esta segunda ronda para reivindicarlos, no solo por que creo que la importancia dentro de las carreras de sus respectivos directores es más grande de lo que parece, si no también porque, una vez más, tienen mucho que decir sobre ese periodo de cine popular conocido como ochentero que, como ya comenté en el primer artículo, podría localizarse entre 1974 y 1993. Son ciertamente menos conocidos que títulos como La cosaNinja ScrollGremlins Poltergeist, pero tienen tanto o más que decir sobre esta etapa que tan fuertemente está marcando todo el audiovisual que hoy día consumimos.


  • Están vivos (They Live, John Carpenter, 1988)

Están vivos

Una lista sobre los “otros” 80 no puede estar completa sin una película de John Carpenter. Pilar del periodo con 1997: Rescate en Nueva York (1981) y La noche de Halloween (1978), su carrera a lo largo de los 80 fue una combinación de títulos menores pero comercialmente exitosos –Christine (1983) o Starman (1984)- junto a algunos de sus mejores trabajos que, sin embargo, resultaron sonoros fracasos de taquilla –Golpe en la pequeña China (1986) o La cosa (1982)-. Hacia el final de la década, Carpenter ya no era la estrella de diez años atrás y la amargura y desencanto crecientes de su cine hicieron que las grandes productoras dejaran de interesarse por él. Así, Carpenter tuvo que renunciar a los grandes presupuestos y volver a proyectos más pequeños.

Es en este momento cuando rueda la sorprendente Están vivos, una de sus películas más desesperanzadas pero también de las más divertidas. La película recupera las ideas sobre la desconfianza y la identidad que Carpenter planteó en La cosa, pero las conduce conscientemente en una dirección mucho más gamberra y pulp, llegando a contratar a Roddy Piper, luchador profesional, para el papel principal. Con una puesta en escena que, como es habitual en Carpenter, mezcla el pulso y el lirismo del western fordiano con la desvergüenza de la serie B de los 50, el resultado es una sátira de la sociedad de consumo estadounidense que da inicio al ataque “desde dentro” con el que Carpenter, como si ya no le importase nada, se afanó en destruir el mundo que le rodeaba. Algo que consiguió una década después, al menos en la ficción, con la igualmente reivindicable 2013: Rescate en L.A. (1998), probablemente la película más ochentera rodada en los 90.


  • Wicked City (Yoju toshi, Yoshiaki Kawajiri, 1987)

Wicked City

Hago una pequeña trampa y salto el charco aquí para incluir una película de animación japonesa en esta lista. No solo porque el anime japonés es casi tan responsable de construir la cultura popular de los 80 como el cine estadounidense, sino porque además la relación entre ambos fue en esa década particularmente fructífera. En el caso de Wicked City es particularmente evidente cómo una cultura se puede apropiar de lo creado por otra y llevárselo a su terreno. Se trata de una buddy-movie de acción, sobre el papel no muy lejana a Hidden (Jack Sholder, 1987), en la que dos policías, uno humano, la otra recién salida del infierno, se alían para desenmascarar una conspiración del inframundo. En la práctica, la película de acción, comedia y terror que habría sido en Estados Unidos se transforma, bajo la óptica japonesa de Yoshiaki Kawajiri, en un noir libidinoso y apocalíptico, lleno de violencia explícita y recorrido por una inquietante turbiedad moral, acrecentada por lo aceptada que parece estar.

A pesar de mostrar varios de los problemas habituales del anime de la época (el uso impúdico del cuerpo femenino como territorio para experimentar toda clase de fantasías sexuales, a cual más degradante, y una notable horterez a la hora de tratar el amor romántico, por ejemplo), la película de Kawajiri, que poco después daría una lección magistral sobre el arte del movimiento animado con Ninja Scroll (1993), sigue siendo un sorprendente ejercicio de atmósfera pegajosa, casi pesadillesca, y también un excelente ejemplo de cómo conseguir el impacto de lo físico y lo corpóreo en un cine en el que incluso una caricia ha de ser creada de cero.


  • Exploradores (Explorers, Joe Dante, 1985)

Exploradores

Joe Dante es probablemente el gran cronista popular de los ochenta. Su carrera está cargada de filmes dedicados a observar, con una mirada entre acida y tierna, a la sociedad norteamericana del momento y en especial la vida de los suburbios de clase media. De esto dan buena cuenta Gremlins y su secuela, su capítulo de En los límites de la realidad (Joe Dante, John Landis, Steven Spielberg y Peter Weir, 1983) y las posteriores Matinee (1993) y Homecoming (2005). Dante supo conjugar esta vertiente con la del hábil director de género capaz de saltar del terror (Aullidos, 1981; o Piraña, 1978) a la comedia fantástica (El chip prodigioso, 1987) o al cine de aventuras (Pequeños guerreros, 1998).

Pero hay un título de Dante que resulta más difícil de clasificar, y ese es Exploradores. No es la película más redonda de su director, que tuvo que completarla a toda velocidad cuando el estudio cambió de manos y los ejecutivos adelantaron el estreno. Dante, de hecho, rechaza el film y ha intentado sin éxito recuperar el material perdido para terminarla a su gusto. Aun así, Exploradores tiene una energía especial: su último acto en particular, totalmente instalado en la demencia y jugando con toda clase de referentes pop, es una de las mejores traslaciones al cine del universo gamberro de la MTV de los 80. Si a esto le sumamos la calidez con que retrata la infancia y sus sueños, Exploradores se convierte en una película fallida mucho más interesante que otros títulos aparentemente más redondos.


  • Lifeforce: Fuerza vital (Lifeforce, Tobe Hooper, 1985)

Lifeforce

Si hay una productora que personifica la parte más desvergonzada, cutre y reaccionaria de los 80, esa es sin duda la Cannon durante la etapa en la que estuvo controlada por Yoram Globus y Menahem Golan. Recordada por títulos como Delta Force, El justiciero de la ciudad o El guerrero americano, la compañía hizo una enorme fortuna en menos de una década apelando a los más bajos instintos de la sociedad estadounidense, o sea, asegurándose que sus películas siempre tuvieran mucho sexo, mucha violencia y poco sentido común. A partir de esta premisa, y con el estilo propio de un yuppie recién salido de una película de Oliver Stone, Golan y Globus forjaron una carrera llena de cine sexista, plagado de tópicos, con tendencia a la apología de la violencia y, sobre todo, falto de el más mínimo sentido estético. Sin embargo, en su afán por alcanzar un estatus que las majors les negaban, se lanzaran a proyectos arriesgados y sorprendentes.

Todo esto lo muestra muy bien el documental Electric Boogaloo (Mark Hartley, 2014), en el que, entre otras muchas, se menciona la película que nos atañe, uno de los últimos títulos de gran presupuesto que Tobe Hooper consiguió dirigir. Lifeforce responde a ambas vertientes de la marca Golan-Globus: es excesiva, ridícula y está obsesionada con mostrar el cuerpo desnudo de la actriz protagonista, pero consigue sacar de todo ello un conjunto que acaba resultando demente, perturbador y lírico de forma muy coherente. Tras los éxitos de La matanza de Texas (1974) y Poltergeist (1982), la carrera de Hooper sufrió un rápido declive con películas como esta Lifeforce, demasiado enloquecidas y viscerales, demasiado ambiciosas y gamberras como para encontrar un público fiel. Una pena, porque tras unos pocos fracasos Hooper se convirtió en una figura maldita, relegado a ser el tipo al que Spielberg echó de la sala de montaje de Poltergeist. Hay más, sin embargo, en su carrera que Leatherface y los fantasmas que surgían del televisor: os reto a encontrar entre la producción de las últimas décadas muchos blockbuster tan sorprendentes y personales como Lifeforce.  


 

  • El tren del infierno (Runaway Train, Andrey Konchalovskiy, 1985)

El tren del infierno

Para terminar con esta lista, nada mejor que la película más imposible de todas. Una cinta basada en un guion de Akira Kurosawa, dirigida por Andrey Konchalovskiy (guionista de Andrei Tarkovsky y hermano de Nikita Mikhalkov que acabaría recalando en Estados Unidos y rodando algo como Tango y Cash) y producida por los antes mencionados Menahem Golan y Yoran Globus. Semejante gazpacho debería haber producido una aberración absoluta (como le ocurriría al propio Konchalovskiy décadas después con su inenarrable adaptación de El cascanueces de Hoffman), pero de alguna manera El tren del infierno se convirtió en algo muy diferente.

Esta historia sobre una locomotora descontrolada en medio de Alaska y los dos fugitivos y la trabajadora del ferrocarril que van a bordo se convirtió, gracias a la sencilla inteligencia y humanidad tanto de su guion como del trabajo de Konchalovskiy y su director de fotografía, Alan Hume, en la mejor película kurosawesca. A la par que mantiene un ritmo férreo y despliega excelentes secuencias de acción, El tren del infierno consigue una mezcla arrebatadora de desesperanza y calidez, un brillante retrato de lo que se oculta en el interior de un ser humano en apariencia brutal. Es una película inteligentísima que no hace ningún esfuerzo por mostrarse inteligente, que se mantiene constantemente en el terreno de lo físico y lo emocional, entrando de lleno en el panteón de las mejores películas de aventuras de la historia del cine.


Y con eso termino este pequeño repaso a las joyas ocultas del periodo ochentero. Aún quedarían muchas más por recuperar y poner en valor, por que lo cierto es que la etapa dio para mucho, así que os animo a lanzaros a la búsqueda del tesoro. Quién sabe, puede que vuestra película favorita sea alguna que aún no hayáis visto…

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