LOS FABELMAN
Spielberg y el cine
Hay una línea muy débil que separa el cine de la vida, el artificio de la realidad. En Los Fabelman (2022) esa frontera está difusa. La película de Steven Spielberg, autobiográfica o no – la veracidad de los hechos también se difumina, haciendo la propuesta más interesante-, presenta a un joven amante del cine que vive sus descubrimientos vitales a la par que los cinematográficos. Si La llegada del tren a la estación (1895) de los Hermanos Lumière irrumpía en la oscuridad y sobresaltaba a su audiencia en los albores del cine, el choque de dos trenes en El espectáculo más grande del mundo (1952) de Cecil B. Demille es lo que incendia la mente del joven Fabelman/Spielberg y prende la mecha de sus ansias de rodar. Esa colisión entre las dos máquinas, esa explosión que no es sino una epifanía vital, se irá repitiendo de diferentes maneras a lo largo de su vida.
A través de la búsqueda de la verdad, lo real, lo verosímil y todo lo que rodea a la naturaleza de las imágenes, se traza un viaje sobre el crecimiento y la madurez. Cuando rueda una película del Oeste con sus amigos, el protagonista percibe que lo que ve no se siente verdadero, y la solución a esto no es otra que pinchar con una aguja la película de Super 8 para crear así unos destellos que simulan disparos, consiguiendo de esta forma la verdad por medio del artificio. Esta verdad de las imágenes va incluso más allá en el momento en el que, montando una película de las vacaciones familiares, el protagonista descubre el romance secreto que oculta su madre, desvelando asimismo el poder de la imagen para captar cosas que se escapan a los ojos. Del material rodado durante este viaje en familia surgen dos películas opuestas en las que se muestran dos versiones posibles de la madre: la que todo el mundo ve y la que se queda escondida, en el fondo del plano, casi al borde del fuera de campo. Y es a oscuras y solo con el rostro de Michelle Williams iluminado por la luz del proyector, en una secuencia totalmente imborrable, cuando (no) se verá esa película secreta. Esta vez haciendo explícito que lo que está fuera del encuadre afecta de manera profunda a lo que sí vemos en pantalla.
Como sucede con muchos otros creadores, la filmografía de Spielberg se ha visto salpicada de elementos clave de su propia vida: el divorcio de sus padres es una herida que late profundamente en varios de sus trabajos, ya se veía en Encuentros en la tercera fase (1977) o en E. T., el extraterrestre (1982), y este es precisamente uno de los temas principales que trata en Los Fabelman. Pero nunca antes se habían visto sus obsesiones y su biografía abordadas de manera tan directa en ninguno de sus otros trabajos. Con esta nueva película, el director ha vertido una mirada cálida y reconciliadora hacia su familia y a sus inicios como cineasta. Una mirada más adulta incluso, ¿más cercana a la propia vida que al relato que tiende a la evasión, tal vez? También se toca en la película la eterna disyuntiva entre el cine y la vida, pero parece claro que, para Spielberg, el cine no es sino una extensión de la propia vida y no puede existir sin ella.
Los Fabelman (The Fabelmans, Estados Unidos, 2022)
Dirección: Steven Speilberg / Guion: Tony Kushner, Steven Spielberg/ Productoras: Amblin Partners, Universal Pictures, Amblin Entertainment / Fotografía: Janusz Kaminski/ Montaje: Michael Kahn, Sarah Broshar/ Música: John Williams / Reparto: Michelle Williams, Paul Dano, Gabriel LaBelle, Seth Rogen, Judd Hirsch, Mateo Zoryon Francis-DeFord, Julia Butters, Jeannie Berlin, Oakes Fegley, David Lynch
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