LOLA
Sobre la reivindicación
Un artista se configura como tal en base a una serie de elementos y piezas. Entre ellos, es inevitable encontrar ciertos condicionamientos o cambios de la época que le ha tocado vivir. Es el propio artista quien decide qué quiere hacer con ellos, bien defenderlos y seguirlos fielmente, bien cuestionarlos, o bien destruirlos para alcanzar el camino propio. El cine, como arte, puede así mostrar distintas facetas sociales que se relacionan con la vida de su autor, con aquello que ha experimentado. Y, al igual que sucede con la literatura, el hecho de que configure la mayoría de lo que cuenta en una historia lineal con personajes puede despertar ciertas reflexiones e inquietudes en quienes consumen la obra de una manera más directa y concisa que otras ramas artísticas. Lo peligroso es caer en la propaganda, con la cual no se pretende incitar al pensamiento, sino simplemente convencer y manipular. Y algo que se encuentra en la cuerda floja es el cine reivindicativo. Ello se debe a que la mayoría de las veces la cuestión que trata o que defiende es realmente algo que debería cambiar en el sentido que el filme propone, pero en algunas ocasiones las herramientas que se utilizan pueden ser calificadas de panfletarias. El problema no es por tanto el qué, sino el cómo. No es este, ni por asomo, el caso de Lola (2019) de Laurent Micheli, pero al acercarse a estos derroteros la película puede despertar la antipatía de ciertos espectadores. También es cierto que seguramente esa parte del publico irá a ver la obra con la mentalidad cerrada de antemano, algo que hace muy difícil la comunicación, la reflexión y el diálogo.
El tema de la transexualidad es algo que ya tocaba Girl (2018) de Lukas Dhont, otro filme también belga y también reciente. Es complicado evitar la comparación ya que, además de temática, nacionalidad y época, comparten a su vez ciertas formas cinematográficas, maneras de contar que remiten al cine social de los hermanos Dardenne. Así, hay un claro uso de la cámara hombro, algo que dota a la imagen de movimiento, vida y nerviosismo. La fotografía se caracteriza a su vez por un fuerte realismo, siendo bella y cruda al mismo tiempo. En ocasiones nos perdemos junto a los personajes, sus miradas y sus meditaciones silenciosas. Hay además una intención que huye de lo sensiblero y busca acercarse a lo sencillo, a lo directo, a lo real.
Pero Lola posee de igual manera un toque juvenil, algo que se refleja en las distintas piezas sonoras que suenan a lo largo de su metraje y en algunas secuencias que parecen sacadas de un videoclip. El carácter de su protagonista es también emocional y rebelde, lo cual se mezcla con la definición final del párrafo anterior y la configura como una película atrevida, rabiosa y valiente.
Lola (Bélgica, 2019)
Dirección: Laurent Micheli / Guion: Laurent Micheli / Producción: Jan de Clercq, Annemie Degryse, Sébastien Haguenauer, Benoit Roland / Edición: Julie Naas / Fotografía: Olivier Boonjing / Música: Raf Keunen / Arte: Ingrid de Ribaucourt / Reparto: Mya Bollaers, Benoît Magimel, Els Deceukelier, Sami Outalbali