LIGA DE LA JUSTICIA (2017)

La unión no hace la fuerza

Antes de afrontar esta nueva aventura de varios de los superhéroes más célebres del imaginario popular, hay dos preguntas que merecen ser respondidas. ¿Es Liga de la justicia (Zack Snyder, 2017) una buena película de superhéroes?, y rebajando un poco las expectativas, ¿es, al menos, mejor que el anterior y poco afortunado encuentro entre Batman y Superman? Lamentablemente, solo vamos a encontrar respuestas negativas en una producción que da la impresión de errar en casi todo lo que se ha propuesto.

Aunque suene esquemático -y puesto que la obra de Snyder también lo es- , en una cinta de superhéroes debemos encontrar ante todo entretenimiento, edificado por unos personajes con los que empatizar y una historia que, aun aplicando una fórmula archiconocida, despierte cierto interés. Liga de la justicia arranca generando una aceptable expectación y una presentación de personajes típica pero correcta. Pasado el primer acto, cuando nuestros heroicos protagonistas hacen piña, el letargo ha asumido los mandos de la función. El tercio final, mucho más cercano a lo ridículo que a lo épico, acaba por hundir un proyecto ideado concienzudamente para triunfar.

No se puede hablar de personajes en el sentido amplio de la palabra, sino de marionetas a la espera de soltar la frase ingeniosa que, supuestamente, se espera de ellos o cumplir con el rol unidimensional adjudicado a cada uno. Nunca un Batman como el encarnado por Ben Affleck ha estado tan desdibujado, vulgarizado, desubicado e incluso antipático; las tres nuevas incorporaciones (Aquaman, Flash Gordon y Cyborg) comienzan con personalidad, en especial los dos primeros, pero van perdiendo peso una vez todos reunidos, no logrando el equilibrio deseado entre todos los protagonistas. Y, como valor al alza, tenemos a Wonder Woman, que vuelve a ser la única alegría de DC, con una Gal Gadot segura y liberada en un personaje que desprende un carisma y una complicidad que le permiten elevarse entre tanta medianía.

La historia que debe propiciar que se junten tan célebres mitos no puede ser más nimia, tener menos trasfondo y menos capacidad de sorpresa. Siempre transmite la sensación de ser inconsistente e intentar ajustarse a un molde predeterminado para no naufragar, pero el nulo desarrollo y la pobreza narrativa la hacen no llegar al mínimo de calidad exigible para una propuesta de este tipo. Como toda aventura de superhéroes que se precie, el villano, parte fundamental y responsable de la eficacia de la propia trama, debe aportarle razón de ser a los acontecimientos que de otro modo se verían como gratuitos. En este caso, es una tarea ardua y compleja comentar algo ocurrente sobre la némesis de esta obra, Steppenwolf. Es difícil porque su vacuidad, su nula contextualización y su sinsentido provoca una especie de amnesia una vez acabado el visionado, del cual solo quedan destellos de un villano preocupantemente similar a los vistos en otros productos de género.

Mucho se habló de la solemnidad y la falta de humor como acertados motivos del fracaso de las dos anteriores películas de Snyder, El hombre de acero (2013) y Batman v. Superman: El amanecer de la justicia (2016). El cambio de director que sufrió Liga de la justicia a pocas semanas de acabar el rodaje, con el reemplazo de Snyder por Josh Whedon, parece ser la explicación al esforzado intento de rebajar la seriedad e introducir cuotas de humor estudiosamente reguladas y concentradas en el personaje interpretado por Ezra Miller. Esto coloca a la película en un lugar extraño y confuso; del cruce de dos visiones opuestas a la hora de abordar un film de superhéroes nace una mezcla de tonos que nunca llegan a cuajar, más bien actúan como repelentes entre ellos. Donde el humor – deudor de la etapa marveliana de Whedon- , lejos de suavizar la tensión, es un obstáculo que arroja al espectador fuera de la historia cada poco tiempo y donde los comentarios jocosos se mueven sobre la línea que separa lo ameno de lo bochornoso.

Una cosa por la que será recordadada esta década cinéfila es la gran afluencia de filmes de superhéroes que han llegado a la pantalla. En un momento de buscar nuevas fórmulas para no agotar al espectador, Marvel ha encontrado en la autoparodia y en unos personajes bien construidos y definidos una complicidad con el público que trasciende las propias historias que narra, dejando incluso a éstas en un segundo plano. En cambio, DC parece estar en permanente mutación para encontrar su lugar en la mesa, y eso se traduce en una irregularidad notable y una falta de entidad – incluso de alma-  que salpica a su filmografía. Como ocurre con Liga de la justicia, una aventura que carece de un propósito mayor, que se siente fría y provoca cierto rechazo cuando uno desearía dejarse embaucar por ella. Como grupo, su lucha no ha conseguido salvar la función, solo queda esperar que lo puedan hacer en las venideras entregas en solitario…


Liga de la justicia  (Justice League, EEUU, 2017)

Dirección: Zack Snyder / Guión: Chris Terrio y Josh Whedon, basado en una historia de Zack Snyder y Chris Terrio / Producción: Charles Roven, Deborah Snyder y John Berg para Warner Bros. / Música: Danny Elfman /  Fotografía: Fabian Wagner  / Montaje: David Brenner, Richard Pearson y Martin Walsh / Diseño de producción: Patrick Tatopoulos / Reparto: Ben Affleck, Gal Gadot, Ezra Miller, Jason Momoa, Ray Fisher, Henry Cavill, Amy Adams, J.K. Simmons, Diane Lane y Jeremy Irons

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