LEAVING NEVERLAND
El hombre de paja
The English version of this text can be found here.
Internet nos ha vendido el sueño del fin de la ignorancia. El acceso sin precedentes a información global ha cambiado nuestro día a día y la forma en la que nos relacionamos en sociedad. Es algo habitual cortar cualquier discusión solo googleando. Pero el lado tenebroso es que nos ha introducido en la era de la posverdad. Hoy en día, el lector debe hacer un esfuerzo extra por separar el grano de la paja en una telaraña en la que lo difícil ya no es mantenerse informado, sino elegir a quién escuchas. Esto, lejos de desarrollar la mirada crítica, ha permitido que muchos se acomoden en la realidad que deciden creer. Realidades que validan sus puntos de vista y que no se molestan en contrastar. El impacto de Leaving Neverland (Dan Reed, 2019) se basa en este contexto.
La película da voz a Wade Robson y James Safechuck, dos hombres que durante su infancia tuvieron una relación cercana con Michael Jackson y, según cuentan, fueron abusados por él. No es la intención de este artículo entrar a valorar el apartado técnico. Para eso ya está el texto de Aarón Rodríguez en Cine Divergente, que analiza con agudeza su tratamiento visual y repercusiones morales. Este texto está enfocado a cuestionar la ética tras la pantalla y la eficacia de su propósito.
El enfoque de Dan Reed es unilateral, centrado tan solo en los testimonios de las dos posibles víctimas y sus familias. Presenta las dos historias con aparente honestidad, acompañadas, además, de abundante material de archivo. Ambos confesores hacen observaciones pedagógicas sobre el abuso infantil, especialmente sobre los tabúes y la victimización de los abusados. Entonces, cuando la película se ha revestido de respetabilidad, saca la artillería. Las atroces historias suenan creíbles, la narrativa es convincente y, sobre todo, no permite ni una sola desviación de su verdad. Todo suena argumentado, lógico y plausible, y el sello de HBO le da un extra de veracidad. Pero los testimonios tienen dos problemas. El primero es que suenan prefabricados. La narrativa es demasiado conveniente, hilada y estructurada. No tiene un solo detalle de naturalidad o imperfección, presentes en prácticamente cualquier documental. Los discursos son fluidos, los silencios dramáticos, las historias extraordinariamente similares y las reacciones demasiado parejas. Robson y Safechuck no suenan a víctimas. Suenan dirigidos. Tienen un control de sus emociones digno de estudio y exponen su trauma con una articulación y una fluidez modélicas. Aunque, naturalmente, esto puede ser debido al escepticismo del que mira. Pero entonces llega el segundo problema, las inconsistencias que la película no muestra.
Por supuesto no se trata de creer que el cantante es inocente porque lo digan su familia o sus fans. La dura realidad es que nadie sabe si esto pasó. Pero si queremos agarrarnos a hechos, demasiado huele a quemado en esta producción. El trasfondo de los acusadores es de lo más sospechoso: Robson y Safechuck afirman que no tienen motivaciones económicas… mientras esperan la última apelación de una demanda civil contra el Michael Jackson Estate por cantidades estimadas en cientos de millones de dólares; durante la demanda cometen perjurio y se revela que llevan años investigando abusos sexuales y antiguas acusaciones a Jackson; aparece un indicio de que guardaban rencor hacia su fundación relacionado con motivos profesionales; y, por si fuera poco, surge evidencia de que se conocen desde hace años antes del documental, algo que contradice a su director (ver el final de la entrevista) y pone en entredicho la credibilidad de la película, basada en gran parte en esa ausencia de contacto. Nada de esto se menciona en la película. Esta falta de transparencia le hace un flaco favor a la intención de escuchar a las víctimas. Sobre todo porque puedes empezar a preguntarte quién es la víctima.
Aquí está el quid de la cuestión. Dan Reed proclama que esto no es una película sobre Michael Jackson. Al final de una carta enviada a The Guardian, afirma: “Leaving Neverland es un humilde intento de encender una baliza para aquellos que, cuando sea el momento adecuado, puedan romper su silencio y enfrentarse a su abusador”. Pero tanto si decidimos creer la acusación como si no, la película se boicotea a sí misma. Para dar validez a esas voces, el realizador debe sacar esa realidad oculta a flote; convencer a defensores y detractores con inteligencia y transparencia; dejar claro que esa realidad siempre estuvo enterrada. Pero Reed no parece interesado en excavar. No hay investigación ni voluntad de buscar algo que no sea dolor. Lógicamente, en muchos casos de abuso sexual es imposible encontrar pruebas incriminatorias. Pero donde buenos excavadores construirían mil discursos sobre este vacío, el “dar voz a las víctimas” de Reed comienza a sonar más a excusa que a destino. El valor de su denuncia se derrumba con un material empecinado en no salir de su propia conjetura. Hacer un documental es difícil precisamente porque cualquiera puede hacer esto. Aquí se ha confundido lo visceral con lo emocional. Los testimonios de esta película no emocionan porque saquen a la luz una verdad sobrecogedora, sino porque apelan a la empatía más básica, al instinto de creer a cualquiera que cuente algo tan escalofriante. Pero Dan Reed niega la oportunidad de estimular el cerebro y dar soporte a lo que estos hombres cuentan. La historia resulta voluntariamente ciega, incapaz de aportar nada a pesar de la afirmación de que tienen “toneladas de pruebas”. La verdad es difícil de encontrar en este caso y ante una verdad esquiva aquí parecen haber tomado un atajo. Sus pobres argumentos y su apología del linchamiento dejan a la película en un terreno inmoral y perturbador. Incluso si el escándalo se revelase como cierto, Leaving Neverland seguiría siendo un panfleto manipulador e hipócrita.
Luego está el problema de la parcialidad. Aquí es donde no hay inteligencia ni transparencia. Aparte de darle un uso cuestionable al material de archivo (¿cuánto aporta un plano de Michael Jackson viendo a Hitler en la televisión?), Dan Reed llegó a decir en una entrevista con Independent que se acercó a Leaving Neverland «con todo el escepticismo y el rigor con el que me acercaría a una historia sobre un ataque terrorista. No incluí (investigación) porque sentí que los relatos familiares tenían suficiente poder propio». ¿Cómo escuchar cuando el narrador no permite al oyente analizar? ¿Cómo creer cuando se omite tanto material comprometedor? ¿Cómo confiar cuando la película no hace ningún intento de arrojar luz a la superchería?
Leaving Neverland aspira a entrar en el pabellón de otros ilustres documentales que revelaban horribles escándalos sexuales, pero pretende hacerlo sin mojarse; sin pasar por el exhaustivo trabajo de investigación y el análisis ético que estas historias precisan. No entiende la denuncia poderosa de Líbranos del mal (Amy Berg, 2006) y sus espantosas consecuencias. En la duda en la que Capturing the Friedmans (Andrew Jarecki, 2003) encontraba sus mayores puntos fuertes, esta película se muestra hueca de contenido y corazón. Making a Murderer (Moira Demos y Laura Ricciardi, 2015) sacaba a flote una injusticia descomunal, creando una narrativa que era pura tensión. Ninguno de estos trabajos incitaba desconfianza porque se basaban en datos y hechos contrastados. Y ante la ausencia de datos al menos se debería contar con reflexiones de un buen indagador, como en los documentales de Werner Herzog. Pero este trasunto de “Making a Pedophile” no revela ni denuncia nada. Aquí, lo terrorífico es la mentalidad tras la pantalla, que aspira a vender un pedazo de realidad truculenta a cualquier riesgo. Incluso el de no importar si es cierto o no.
Las acusaciones a Jackson llevan siendo comidilla de medios treinta años y Dan Reed no ha dudado en buscar las simpatías del #MeToo durante la premiere: “Va a haber un montón de casos de #MeToo después de esto. Solo tenemos que esperar y ver cómo de rápido sucede”. Si la película provocase una avalancha de denunciantes sin pasados cuestionables, eso cerraría el asunto. Estas reacciones suelen ser sonadas y rápidas, fagocitadas por la inmediatez de internet y la popularidad del movimiento. Así fue con Harvey Weinstein, Bill Cosby, Kevin Spacey y otros acusados. Pero no ha habido ni un murmullo. Recientemente, Dan Reed ha sido cuestionado en un programa de la cadena francesa M6 respecto a esto y las revelaciones posteriores al estreno. El director evidencia saber menos del caso que sus entrevistadores y se muestra falto de argumentos y evasivo. ¿Cómo ayuda esto a dar voz a las víctimas?
Pero este cuestionamiento puntual es una rareza. Pocos medios se han planteado la veracidad del asunto. Este no es un problema nuevo, ha sido la constante durante treinta años. El retrato del cantante en la prensa siempre fue negativo o directamente distorsionado. De nuevo, no podemos saber qué pasó en su dormitorio, pero hablemos de lo que sí sabemos. En la acusación de 1993 los medios crearon gran parte de los mitos que aún se consideran reales, como que el cantante pagó para evitar que las familias de decenas de niños le denunciaran o que Jordan Chandler dio una descripción correcta de sus genitales (corroborado como falso en su autopsia). Más de dos mil periodistas cubrieron el juicio de 2005 y sus reportes fueron la antítesis de lo que pasaba realmente en el juzgado. Este hecho está brillantemente cubierto en el artículo de Charles Thompson One of the Most Shameful Episodes In Journalistic History, donde coteja las trascripciones del juicio con los titulares de los medios. Esta película no es más que el nuevo capítulo de esta tendencia. Teniendo esto en cuenta, ¿quién puede culpar al público de una percepción negativa cuando es todo lo que les llega desde la prensa? Pero al mismo tiempo, ¿cómo es posible que cada vez que un medio vapulea a la estrella sus beneficios suban? (Leaving Neverland ha sido el tercer mejor debut de documentales de HBO de la última década). La crucifixión del cantante lleva siendo un negocio treinta años. No importa que Jackson pasara por dos investigaciones policiales con sendas redadas sorpresa, investigaciones privadas, un juicio del que fue absuelto, un escrutinio público sin precedentes y una investigación del FBI. Nunca se apagará esa mínima duda. La historia de este millonario excéntrico e infantil no puede acabar de otra forma que en tragedia. Es lo que el público pide y, en consecuencia, es lo que los medios dan. En una entrevista con Newsweek, Jonathan Klein, el entonces presidente de CNN, recordó ver el veredicto de no culpabilidad y decirles a sus ayudantes “Ahora tenemos una historia menos interesante”.
Cualquier indagador tiene derecho a cavar en causas en las que considere que hay interrogantes, pero Leaving Neverland es el ejemplo de cómo no hacerlo; desde el enjuiciamiento popular basado en el prejuicio; desde la mayor desvergüenza y falta de ética. Y más que preocupación por la voz de las víctimas, al que suscribe le despierta una profunda inquietud hacia los medios que, en el fondo, no han evolucionado tanto a pesar del milagro de la red.
Leaving Neverland salió de Sundance como el giro que el mundo llevaba años esperando. El desenmascaramiento del monstruo; la caída del mito; un drama desproporcionado y brutal; un peliculón. ¿Es esa esta película? No, pero queremos dejarnos convencer. Si los argumentos son cuestionables será irrelevante, porque nada va a privarnos de ver la película que queremos. Necesitamos que la realidad supere a la ficción. Y si la realidad no se pliega muchos parecen dispuestos a seguir forzándola hasta que lo único que importe sea la película.
Leaving Neverland (EEUU, Reino Unido, 2019)
Dirección: Dan Reed / Producción: Owen Phillips y Dan Reed para Amos Pictures / Música: Chad Hobson / Fotografía: Dan Reed / Montaje: Jules Cornell
Que buen articulo….. La mejor Critica!!!
FELICITACIONES… MUY OBJETIVO! Y REALMENTE ESTE CASO…EN MI PUNTO DE VISTA AFIANZA LA IMAGEN DE MICHAEL JACKSON PARA MI…SIEMPRE CREÍ EN SU INOCENCIA !!!
Weón te pasaste. Muy acertadas tus palabras.
Cuando mencionaste » Es lo que el público pide y es lo que los medios dan» me recordaste el circo romano de Nerón. No hemos cambiado nada…Excelente apreciación de nuestra triste realidad en pleno 2019. Una sociedad carente de pensamiento crítico dispuesta a dar por cierto cualquier cosa que les digan en una película manipuladora. O en un medio de difusión cualquiera. Reflejo total de cómo quienes tienen el poder (Los medios) son capaces de moldearnos a su propio beneficio o al beneficio de terceros. Esperaré una segunda parte donde hables de donde obtuvieron financiamiento 2 perjuros sin credibilidad por los que nadie daba 2 centavos y quién se beneficia directamente de esta cortina de humo…siga el hilo negro y llegará a los verdaderos depredadores sexuales en las altas esferas de Hollywood. Protegidos por el poder, la influencia y el dinero.
Excelente análisis. Muchas gracias por expresar tan certeramente lo que muchos venimos diciendo desde el primer minuto. No pedimos creer a ciegas la inocencia de Michael Jackson, sino contrastar la información, verificar y comprobar lo que se da por cierto en este documental. Desgraciadamente, el público en general está falto de pensamiento crítico y sigue siendo fácil de manipular. Para quien no siga la corriente, le invito a leer más sobre la verdad detrás de este falso documental y sus dos protagonistas. Pueden descargar un pdf con toda la información aquí: https://we.tl/t-xmsjE9JyaZ?src=dnl
O leer esta nota más amplia publicada en Facebook.
https://m.facebook.com/notes/marisa-ram%C3%ADrez-blues-away/leaving-neverland-miente-1%C2%AAparte/2390297934316225/
Si tiramos un poco del hilo vemos como “alguien” financiò este documental Justo cuando se empezaba a rodar el de los abusos de Weinstein, incluso se aceleró la producción para colarlo en Sundance y anular mediaticamente el documental sobre magnate de Hollywood. Todo huele demasiado mal aquí.
Se conocen desde 1992,al menos coincidieron en el rodaje de un videoclip.
La crítica más honesta que he leído en torno a esta película-documental.
Existen fotos que supuestamente lo demuestran,concretamente pertenecientes al set de ‘Jam’.No me gustaría caer en esas mismas aseveraciones de todo a 1 euro,de ahí la aclaración .
Si existieran esas fotos de las que hablas, ya hubieran sido expuestas. Hubieran sido presentadas como evidencia en el juicio del 2005; el fiscal las hubiera aireado por todo el planeta. No podemos obviar que el fiscal Tom Sneddon, persiguio por 10 años al Sr. Jackson; recorrio medio mundo buscando a todo aquel que pudiese dar testimonio de que fue abusado por Michael Jackson. Despilfarro millones de dolares del contribuyente buscando pruebas que lo acusaran. Tampoco podemos olvidar que el FBI estuvo investigandolo tambien durante 10 años, los archivos fueron desclasificados en el 2009 y se pueden encontrar en internet; tambien fue investigado por la Policia de los Angeles y Nueva York; 70 agentes entraron en su casa por sorpresa, registrando cada rincon, ordenadores, documentos, cajas fuertes … y sabes que Gabi???? JAMAS encontraron NADA que evidenciara esas acusaciones N A D A … Creeme Gabi, si existiera esa foto, al dia siguiente estaria en los medios y no dudes que, Michael Jackson, hubiera estado en la carcel desde ese momento. Michael Jackson fue juzgado y declarado inocente de todos los cargos. Esa foto no ha salido, simplemente porque no existe
Creo que las fotos a las que Gaby se refiere, es la que demostraría que ellos dos se conocían desde antes. No como lo afirman en el documental que nunca antes se conocieron y que es la base en la que se apoya la «credibilidad» de la película.
Este documental es lo más asqueroso que he visto, claramente es una apología a la pedofilia, el detalle de los supuestos abusos que este par de malintencionados cuentan, es desagradable, asqueroso, ruin, no se ven como víctimas de nada, incluso sonríen varias veces , también sus madres!!!!! Increíble, lo siento, no hay por donde tomarlo, falacias y oportunismo . No soy fan de M.J, pero no me creo a estos dos, nefasto.
Gracias a todos por vuestros comentarios. En el mundo en que vivimos es más necesario que nunca pararse a pensar qué están diciendo las imágenes y contrastarlas. Lleva su tiempo, pero es una alegría comprobar que se sigue apreciando el esfuerzo.
Un abrazo a todos.
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Y como suele pasar, mi comentario positivo a este artículo no tendrá validéz por ser fan del protagonista. Aún asi, soberbio, impecable.
Aplauso cerrado…
Ver que hay luces potentes que se encienden poco a poco, trae de regreso una tímida esperanza de que toda esta crueldad e irracionalidad, en algún momento acabe. Gracias!