Cine malo

LAS PEORES PELÍCULAS DE LA HISTORIA SEGÚN LA CRÍTICA

Hemos preguntado a colaboradores/as y críticos/as de todo el mundo cuál es la peor película que han visto en su vida y por qué. Estas son sus respuestas:


Tonio L. Alarcón (Dirigido por, Imágenes de actualidad)

El día de los inocentes (George Dugdale, Mark Ezra y Peter Mackenzie Litten, 1985). No sé si es la peor película que he visto, pero sí una de las más cutres y menos satisfactorias. Una imitación de serie Z de los slashers americanos de los 80 rodada en Gran Bretaña con actores autóctonos poniendo acento yanqui, y Caroline Munro, ya con 36 años, haciendo de adolescente (sic)… Un delirio infumable pero muy divertido en su psicotrónica cutrez.


Cristina Aparicio (Caimán CDC, Redrum, Revista Insertos)

Más allá del odio (Mike Binder, 2005). Clichés y tópicos sexistas sostienen la incomprensible premisa de una cinta que ofende a hombres y mujeres, al limitarlos a versiones estereotipadas de sí mismos. Despechada por una supuesta infidelidad, su protagonista termina por confundir la conquista galante en una escena (su simple vecino entrando al baño en que ella está desnuda) que nada tiene que ver con el amor sino con el acoso más repulsivo y vergonzante posible.


Michael Atkinson (Film Comment, Sight & Sound)

El problema de “lo peor” que alguien haya hecho, a no ser que sea una trampa de ratón, es que vamos a juzgar lo malo siempre por una amplia variedad de razones, de las cuales, la ineptitud o la mezquindad serían las menos ofensivas. Tiendo a detestar la presuntuosa y condescendiente idea del sonriente Hollywood de que los espectadores son tan estúpidos como un pescado. Por eso voy a quedarme con Embrujada (Norah Ephron, 2005) como mi elección. Pasar incluso diez minutos en el universo de esta película es como experimentar de primera mano la náusea sartriana de observar un corazón y una mente completamente huecos. La película es tremendamente gaseosa e ingrávida, no como la tela, sino como el humo negro de los neumáticos de un camión al quemarse. El tiempo que gastas en ella es tiempo que has perdido para siempre, lo cual es el mayor crimen.


Fernando Bernal (Caimán CDC)

Mal gusto (1987), de Peter Jackson. Por dos motivos. El primero, porque lo fácil hubiera sido elegir a un Superman turco o una versión india de E.T., pero ninguna de las dos las acabé. Y el segundo, porque todavía no entiendo por qué esta película es de culto.


Vicky Carras (Moviementarios)

Hay muchísimas cintas que las ves y dices, ¿por qué?, ¿qué necesidad de estrenar algo así? Podríamos estar hablando de las peores películas durante mucho tiempo, pero me voy a centrar en una que se ha estrenado este año y simplemente he sentido vergüenza al verla y es que Un pliegue en el tiempo (Ava DuVernay, 2018) no tiene ni pies ni cabeza, es un desastre nada mas comenzar, una historia aburrida, un CGI pésimo y unas actuaciones… hay gente que tiene Oscar en esa película y deberían quitárselos por el simple hecho de haber aceptado hacer esta cinta. Tiene hasta una acelga voladora. Seguramente Disney quería hacer un Sharknado, pero Un pliegue en el tiempo no vale ni para echarse unas risas.


Noel Ceballos (GQ España)

Pues he visto películas tan terribles que me han dado ganas de salir pitando de la sala. En otras me he dormido (siento confesar), o las he dejado a la mitad para ponerme un episodio de Teen Titans Go! Creo que todos hemos pasado por eso, pero ahora mismo no se me ocurre ninguna a la que señalar. A veces, incluso de la peor película puedes aprender algo, o encontrar escondido en ella un plano memorable. A veces, es mejor darte cuenta de cómo lo malo se va evaporando de la memoria, porque hay tanto buen cine que reclama su espacio… Creo que incluso dentro del equipo del mayor atentado contra el arte cinematográfico había alguien que creía en lo que hacía. Hasta en el plató más desastroso e infernal tiene que haber algo de amor por el cine.


Mónica Delgado (Desistfilm)

The Captive (2014), de Atom Egoyan , es una de las peores porque parece que metieron una  tremenda tijera en la edición que terminó rompiendo alguna lógica e introduciendo un toque nonsense maquiavélico. Egoyan está en un inexplicable ejercicio de suspenso, inventándose una farsa de pistas y sospechas fallida que deviene en comedia involuntaria por momentos.


Philipp Engel (ex de Fotogramas)

Sólo Dios es objetivo. El resto son miradas personales. Quiero decir que, cuando me pidieron que escogiera una película ‘mala’, me quedé totalmente en blanco. No creo que haya una película ‘mala’, realmente insalvable, que no sea capaz de seducir ni a un solo espectador en todo el mundo. Películas que detesto, las hay a patadas. Pero, ¿’mala’?, realmente ‘mala’, no se me ocurre ninguna. He rebuscado entre los remakes más innecesarios, las adaptaciones literarias más insultantes, las ganadoras de los Oscar, que suelen ser bastante ‘malas’, y las películas de superhéroes, porque, en fin, nunca las he soportado. Escojo Superman (1978), de Richard Donner, no porque piense que sea ‘mala’ -de hecho creo que, siendo lo que es, está bastante bien-, sino porque para mí, aun siendo entonces un espectador de corta edad, significó la revelación de un cine infantiloide, de puro entretenimiento, que se acabaría imponiendo en los 80 (odio el cine de los 80), y que nunca me dijo nada. Con el tiempo, haciéndome mayor, cada vez soy más intolerante con el entretenimiento puro y duro, el entretenimiento vacío, porque lo vivo como una cruel pérdida de tiempo. Y la vida es demasiado corta, cada vez más corta, como para que le entretengan a uno. Hago mía la máxima de Cassavetes: “No hay nada que deteste más que la idea de que me entretengan”. Siempre hay algo más interesante que hacer que pasar el rato y matar la tarde. Y Superman podría tomarse como el nacimiento del entretenimiento moderno, el cine sin substancia, que no aporta nada. Lo único que me gusta, y subrayo el “me gusta” como prueba de subjetividad absoluta, del film de Richard Donner (al margen, claro, de actores como Marlon Brando, Trevor Howard, Gene Hackman o Glenn Ford) es ‘La maldición de Superman’, y Margot Kidder, que es la auténtica estrella de la maldición. Incluso Superman, con todo lo que tiene de irritante y de simbólico, tiene demasiadas cosas ‘buenas’ como para que la considere realmente ‘mala’. Lo siento, pero después de darle muchas vueltas estos días creo que hay muchas películas ‘malas’ para mí, pero que no tienen por qué serlo para el resto del mundo. Lo que un crítico de cine considere ‘malo’ no tiene gran interés.


Joaquin Fabregat (La imagen que habla)

Sobreviviré (Alfonso Albacete y David Menkes, 1999). Puedo soportar una mala película, incluso disfrutar de ella, pero no soporto sentir vergüenza ajena. Esta pretendida comedia almibarada, con su progresismo de baratillo y su cinefilia de prensa rosa, siempre consigue que la sienta.


Fausto Fernández (Fotogramas)

Al oeste de Río Grande (José María Zabalza, 1983). Aunque tal vez sea una obra maestra, el no va más del cine vanguardista y un estudio sobre la anarratividad extrema. Sí, quizás lo sea. Sin embargo, sus 73 minutos de escenas absurdas, de situaciones alargadas hasta la exasperación, lo anacrónico de localizaciones y vestuarios (esos cowboys con chalecos de nylon y tejanos Lois) y su capacidad para sacarte de las casillas (¿o hablamos de hipnótica subyugación?), hacen de este bodrio uno de los engendros más extraños, más suicidas (no hay nada en él que invite a tomártela a coña y convertirlo en el The Room de los restos del naufragio en una alcantarilla del eurowestern nacional) e irritantes que recuerdo. Quedan, eso sí, sus títulos de crédito iniciales, dibujitos en folios, y su póster, el cual (por supuesto) es infinitamente mejor que la película misma. Lástima que no sea de Albert Serra (tiene mucho de Honor de caballería, ahora que lo pienso), porque igual la reivindicaban y descubrían en alguna publicación (como esta tan maja que me ha invitado a colaborar).


Iván Ginés (Damn Fine Cinema)

Diré tu nombre (Sean Penn, 2016). Aunque existen muchísimas películas deleznables, la que nos ocupa merece aparecer en cualquier lista o texto de obras infames. Hay que ser muy miserable para filmar algo así, y mucho más aún para enfadarse por la pésima acogida de tamaña hez.


Borja González Lorente (Orphanik)

En 2007 se estrenó Rojo intenso: La obsesión de un asesino (Javier Elorrieta, 2007), un thriller en el que una familia es perseguida por un obseso. Una trama que, con giros del guion repentinos e interpretaciones histriónicas donde lo actores (quizás) no eran los más adecuados para el papel, intenta acercarse al clásico suspense. Pero la película sucumbe cuando las actuaciones y la puesta en escena con pretensiones dramáticas comienza a ser risibles. Y es que sin duda una comedia del absurdo hubiese encajado mejor.


Eulàlia Iglesias Huix (Caimán CDC)

Confieso que cada vez me siento menos apelada por las categorías mejor/peor película… aunque me encanta participar en este tipo de votaciones. Me interesa más la reflexión en torno al concepto mala película que acaban propiciando estas encuestas. En cierta manera, las peores películas son las que no dejan ningún tipo de huella, así que las que me vienen a la memoria en el fondo algo debían tener. Podría decantarme por votar la típica película de cineasta de renombre que adoras odiar porque encarna todo aquello que te resulta nefasto en el cine, por ejemplo Biutiful (2010), de Alejandro González Iñárritu; señalar títulos que miras por encargo y cuyo visionado te resulta un suplicio, como La última canción (Julie Anne Robinson, 2010), la primera película de Hannah Montana como Miley Cyrus; o denunciar tomaduras de pelo morales al estilo Sin rodeos (2018), de Santiago Segura, por citar un título reciente. Las “malas películas” tal y como las entendía J. Hoberman en su imprescindible ensayo homónimo hace tiempo que se convirtieron en previsible carne de culto…


Mario Iglesias (El fondo del aire es rojo)

El cine nazi es relativamente infrecuente. Se rodó mucho cine en Alemania en la época nazi, pero, en contra de lo que se pudiera pensar, el porcentaje de películas deudoras strictu sensu de la ideología nazi es pequeño. Una de las que pretendió serlo es Los Rothschild (Erich Waschneck, 1940); lo consiguió solo a medias: es antisemita, sí, de manera muy burda, y esboza la delirante tesis de que el Reino Unido es un Israel avant la lettre, pero ante todo es una patética muestra de impotencia estética e intelectual, un indigesto potaje realizado sin fuerza y sin ganas; o mejor dicho, con ganas de salir pitando de allí, si es que alguno de los actores o técnicos creían que de verdad estaban haciendo una reverencia a Adolf Hitler o, directamente, un montón de basura (si es que ambas cosas son incompatibles).


Mireia Iniesta (Revista Cinergia, La Furia Umana, Shangrila, El destilador cultural)

La joven del agua (M. Night Shyamalan, 2006). Una  fábula sobrenatural en la que una especie de sirena desprovista de cola y un loser de primer nivel, según los estándares estadounidenses, establecerán una relación simbiótica con objeto de alcanzar un noble fin, nunca del todo claro, que pretender ser mayor que sí mismos. Con una trama confusa, un guion absurdo en sus planteamientos, unos efectos especiales infumables y un baño de egolatría de su director,  presentado como el futuro salvador de la humanidad, es sin duda una de las peores películas jamás filmadas.

Bryce Dallas Howard en La joven del agua


Angelo Khemlani (Bhollywoodyangelo, Holocausto Zinéfago)

El sur (Victor Erice, 1983). La experiencia cinematográfica más angustiosa que he vivido fue precisamente durante una clase de la carrera de comunicación audiovisual. No puedo decir que fuera una violación ocular en masa (porque hubo consentimiento) sino todo lo contrario, atrapado en el infierno, sintiéndome como la protagonista de la pulsional Devil in Miss Jones (Gerard Damiano, 1973) debido a su impotencia narrativa. Es tan leeeeeenta, que parece rodada en el horizonte de sucesos de un agujero negro. Solo que aquí no sucede NADA.


Carlos Losilla (Caimán CDC)

Son muchas las películas que podría considerar las «peores» de la historia del cine, pero me decantaré por una que, ya al verla por primera vez en su momento, consideré detestable, y que ahora, pasados los años, pienso que es una de las que más han contribuido a construir muchos de los vicios del cine contemporáneo, del cine del siglo XXI, sus tendencias más tramposas, su estética más superficial y engañosa: Amélie (2001), de Jean-Pierre Jeunet.


Emilio Luna (Dirigido por, Imágenes y El antepenúltimo mohicano).

Uno de los supuestos que configuran la metafísica de Parménides clarifica que «todo lo que existe puede ser categorizado dentro de una clasificación binaria: se es positivo o negativo». El escritor de Elea determina, además, que «la levedad es parte del conjunto positivo, mientras que su contrario, el peso, es definitivamente negativo». Entre estos dos conceptos disímiles, en lo que sería el punto de equilibrio que modelaría la forma y el fondo, podríamos situar el estado del blockbuster neomilénico: una tipología de filme con grandes recursos –ese peso citado por el filósofo heleno— que, sin embargo, en las últimas décadas no ha sabido modular su levedad. Las nuevas corrientes ideológicas, basadas en la democratización absoluta de la opinión y la acepción, y, por supuesto, los cada vez más agresivos estadios del capitalismo aplicados a la industria cinematográfica, han provocado una deriva artística que, por otra parte, casa con los cambios en los hábitos de consumo del espectador medio. Así, el cine de alto presupuesto ha abrazado una perspectiva infantilizada, motorizada por guiones paupérrimos que buscan ampliar espectro desde la superficialidad, rozando tendencias sin rumbo fijo. Un mal aplicable a la visión de Disney de la saga Star Wars, la gran mayoría de películas del universo Marvel y, de forma flagrante, a Jurassic World: El reino caído (J.A. Bayona, 2018), uno de los éxitos populares de lo que llevamos de curso. La cinta de Juan Antonio Bayona, un sospechoso habitual –como demuestran las manipuladoras Lo imposible (2012) y Un monstruo viene a verme (2016)—, más allá de su logística, y de la pericia técnica de algunas de sus secuencias –en especial las del tercio final—, intenta conectar con el público de manera instantánea gracias a discursos prefabricados que apuntan a los axiomas igualitarios de nuevo cuño; en definitiva, intenta dotar de alma crítica a una obra excesiva en tono y forma. Un conjunto hipertrofiado lastrado por uno de los libretos más rocambolescos de la última década y que termina agotado y agotando. De cuestionar las dosis de levedad y su peso, una batalla perdida en la actualidad, a elegir entre belleza o traición. Bayona apuesta por ambas. También por el vacío, por un cine efímero que el tiempo erosionará inmisericorde.


Mireia Mullor (Fotogramas)

La Jungla: Un buen día para morir (John Moore, 2013). Para todo aquel que ve en John McClane al héroe de acción definitivo, esta quinta entrega fue dolorosa de ver. ¿Dónde quedó el carisma de un policía temerario, malhablado y sorprendentemente consciente de su estreñimiento emocional? Una pena.


Javier Ocaña (El País)

Conforme pasan los años estoy cada vez más convencido de que las peores películas no son las más cutres, risibles y, claro, pésimas, sino las que van de trascendentes y complejas, tienen un aire grandilocuente, y no es que ofrezcan mucho menos de lo que prometen, sino que directamente son rastreras con el espíritu de lo que están contando.  Y en ese sentido hay un título grande, de director con grandes obras, que en los últimos años me parece lo peor que he visto: Tan fuerte, tan cerca (2011), de Stephen Daldry. Pornografía del dolor, una película en la que Daldry pretende hacer poesía visual con la caída de un ser humano al vacío desde las Torres Gemelas. Algo así como si alguien filmara a cámara lenta la muerte de los judíos en la cámara de gas, con música de piano y voluntad esteticista.


Yago Paris (Revista Insertos)

Estas semanas Street Fighter: La última batalla (Steven E. de Souza, 1994) ha vuelto a ser noticia a raíz del descubrimiento de que Jean-Claude Van Damme había rodado sus escenas hasta arriba de cocaína. Lo peor no es el hecho en sí, sino ver que se haya utilizado como argumento para justificar por qué es una película tan mala. En vez de entrar a debatir sobre la obra, quien esto escribe se limitará a argumentar que si alguien es incapaz de valorar la patada voladora de 20 metros de Van Damme es que no tiene ni idea de cine.


Jaime Pena (Caimán CDC, El Amante)

Diré tu nombre (Sean Penn, 2016), la única película que conozco cuyo personaje protagonista es «un huérfano de la Transición española». Por eso y porque es la película más pretenciosa y al mismo tiempo ridícula de la que guardo recuerdo. Hay más, seguro, pero en el siglo XXI esta se lleva la palma.


Álvaro Peña (Cine Divergente)

Os agradezco que hayáis pensado en mí y entiendo el carácter ligero de la propuesta, pero no veo que pueda aportar nada interesante. Creo que estos días ya hay demasiada gente hablando de sus gustos personales (especialmente en negativo) y muy poca intentando trascenderlos, lo que considero el principio de toda crítica. No hay ninguna película que valore tan poco como para señalarla como la peor; y si la hubiera, sería antes un problema mío que de la película en cuestión, más indicado para dirimirse en un bar que en un medio crítico. Valga esto como mera reflexión y sin ánimo de censurar a quien piense diferente.


Sofía Pérez Delgado (La película del día)

La sedia della felicità (Carlo Mazzacurati, 2013). La obra póstuma del director Carlo Mazzacurati, adaptación en clave de comedia romántica de la novela satírica soviética de 1927 Las doce sillas, de Ilf y Petrov, pone a la pareja de perdedores protagonista en una serie de situaciones a cada cual más absurda a la hora de encontrar un tesoro oculto que les solucione la vida.


Daniel Reigosa (Caimán CDC)

La vida es bella (Roberto Benigni, 1997) me horrorizó desde la primera vez que la vi, principalmente por el nefasto mensaje que transmite. Un descontrolado Begnini utiliza a su antojo el contexto de los campos de concentración nazis para contarnos una historia rancia de superación. Tras una primera media hora ciertamente luminosa, la película se torna mediocre, obscena y de una moralidad totalmente repudiable. Que guste tanto a público y crítica será una de las grandes preguntas de mi vida.


Jonathan Rosenbaum (Film Comment, Sight & Sound, Cahiers du Cinéma y Caimán CDC)

El cazador (Michael Cimino, 1978). No puedo recordar ninguna película tan aclamada que me haya provocado semejante desprecio. Cuando le dieron el Oscar a Cimino, recuerdo haber pensado que en su discurso debería haber dicho “Quiero dar las gracias a todo el pueblo vietnamita, sin sus cadáveres este premio no sería posible.”.

*Extracto de un texto de Jonathan Rosenbaum publicado en 1979 que nos ha facilitado el propio autor.


Juanma Ruiz (Caimán CDC)

Pues mira, os voy a decir que el dudoso honor de ser ‘la peor película que haya visto’ se lo concedería a Jeannette, la infancia de Juana de Arco (2017), de Bruno Dumont, porque bajo el pretexto de la subversión y la ironía, solo pude apreciar en ella la autocomplacencia del humor ‘dumontiano’ llevada al extremo y un absoluto desinterés por la construcción de una arquitectura narrativa y dramática. Pero también es verdad que, cada vez más, el humor en el cine francés me resulta muy lejano e incomprensible. Vamos, que no descarto que el problema sea mío más que de la película… aunque me inclino por lo segundo.


Paula Arantzazu Ruiz (Sensacine, El País, Play)

El tiempo dirá si Emoji: La película (Anthony Leondis, 2017) habrá sido capaz de adquirir cierto estatus de peli mala pero representativa de un cierto zeitgeist (espíritu de su tiempo), pero no considero esta cinta de animación como algo superior a un soporífero publirreportaje del neocapitalismo actual.


Diego Salgado (Cine Divergente, Détour, Dirigido por, Guía del Ocio, Imágenes de Actualidad)

Hay algo bastante más intragable que una película mala sin más, mala de acuerdo a ciertas convenciones estéticas y culturales, mala por apelar a la alienación del público. Y es una película que se cree con derecho a ser mala, que hasta lo invoca en base a los privilegios que cree le confieren su fanatismo ideológico, su presunta actitud a contracorriente, su arrogancia artística. Caótica Ana (2007), de Julio Medem, ejemplifica el tipo de mala película a que me refiero: un cine que muchos hoy por hoy no tendrían problemas en realizar y consumir a diario, dado que les basta, incluso exigen, que las imágenes se amolden a sus agendas particulares, a su pequeñez.


Cristina Sánchez (Orphanik)

Una de las peores-mejores películas que he visto es Loca obsesión (Phil Traill, 2009), protagonizada por Sandra Bullock. Su principal mejor-peor cualidad es el surrealismo de su argumento, de sus personajes y, sobre todo, de su sentido del humor. Un absurdo sin freno ni dirección que raya la experiencia alucinógena y que, de tan desbordante e irreflexivo, parece revelador.


Luis Suñer (Videodromo)

Quizás no sea la peor película (por no llamarlo aborto cinematográfico) que haya visto en mi vida, pero desde luego sí la más execrable que he padecido desde que me dedico a esto (y hace cuatro años ya). Hablo de Hasta el último hombre (Mel Gibson, 2016), fantasiosa orgía de violencia para mayor gloria del cristofascista de Mel Gibson. Un producto con olor a naftalina, con el mismo tono para todas sus secuencias y que, como se comentó en la crítica que publicamos en Videodromo, “Ni Homer Simpson, que en aquel capítulo de la serie animada ayudaba al bueno de Mel a terminar una película que estaba rodando de la manera más estrambótica y terrible posible, habría parido un engendro de estas características.”


Fran J. Tejeda (Moviementarios)

Dragonball: Evolution (James Wong, 2009). ¿Cómo se puede hacer algo tan ignominioso partiendo de un material tal excelso? En su empeño de llevarse las cosas a su terreno los norteamericanos tiraron el dinero cuando muchos fan art le dan mil vueltas con mucho menos.


Joaquín Vallet (Dirigido por)

Lady Bird (Greta Gerwig, 2017). La nada absoluta. En muchos aspectos, la propia negación del cine al cubrir con ínfulas coyunturales un discurso lamentablemente vacío. El signo de los tiempos.


Manu Yáñez (Otros Cines Europa)

Cada vez me interesa menos pensar el cine en términos valorativos (una losa de la que Manny Farber, el mejor crítico de la historia, se liberó casi por completo en el periodo final de su trayectoria). De hecho, cada vez me fascinan más los desajustes, desequilibrios y disonancias de las películas, vías privilegiadas de acceso a las claves formales y a los misterios expresivos de un film. Tomando como guía espiritual el concepto del «cine objetivamente malo» del que habló J. Hoberman en su seminal texto «Películas malas», diría que siento una debilidad particular por Femme Fatale (2002), de Brian De Palma, con sus inverosímiles giros narrativos, la inconsistencia psicológica de los personajes, la salvajemente histriónica interpretación de Antonio Banderas, la luminosa tosquedad de sus mecanismos formales y la brutal evidencia de su reflexión en torno a la fuerza manipuladora, ilusionista y transgresora del arte cinematográfico.


Javier Zurro (El Español)

Cómo perder a un chico en 10 días (Donald Petrie, 2003). La explotación de la comedia romántica dio lugar a éxitos insospechados como esta película histérica, gritona y excesiva que sólo produce dolor de cabeza. Nunca el género cayó tan bajo como en esta trama tan machista en la que una joven debe adivinar qué hacen las mujeres para alejar a los hombres en las relaciones. Ver para creer. Una película para ver con una tableta de paracetamol en vez de con palomitas.


13 comentarios en «LAS PEORES PELÍCULAS DE LA HISTORIA SEGÚN LA CRÍTICA»

  • La mayoría de los críticos de aquí o no entienden la pregunta o no se la han explicado bien. Tanto cuesta soltar un nombre de una película mala-buena? Por qué la mayoría necesita tan desesperadamente destacar como el más sesudo e inteligente de todos? Que son solo películas! Que petulantes! Es que son incapaces de entender el concepto de película tan mala que da el giro de 180 grados y se convierte en una diversión de primera para verla con amigos y cerveza?
    Yo quería que me descubriesen nuevas películas defectuosas tronchantes, y ni una. Solo odio y conceptos morales. Que panda de aburridos!

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    • Lo has entendido tú mejor, inventándote la pregunta que te ha dado la gana y el criterio xD ¿Dónde pone que tengan que ser pelis malas-buenas? Que, por cierto, si hubieras leído el artículo verías que también hay de esas…

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      • He leido el articulo completo. Por eso he matizado escribiendo «la mayoría de los críticos». Respecto a la pregunta y el criterio, lei el artículo de Pablo López sobre cine malo incluido en este mismo número. Esto unido a la portada de la revista, con una imagen de «The room», me parece que son buenas pistas sobre el concepto que la revista parece plantear. Aunque quizás me equivoque y el problema sea a qué tipo de crítico se le pregunte. La mayoría de los que aparecen en esta lista parece imposibilitado para ver el cine como un medio que muchas veces no necesita de sus pruritos elitistas, sino que puede ser algo simplemente lúdico. Defienden una critica desapasionada y analítica, pero a la hora de hablar de peliculas malas olvidan toda objetividad para elegir simplemente su pelicula mas odiada.
        Superman, Lady Bird, Hasta el último hombre, El cazador, La vida es bella, Amelie… En serio? Entre estas películas hay algunas que no me dicen nada y alguna que incluso odio, pero no creo que ninguna sea una película fallida. Si nos ponemos a tirar de odio visceral yo podria mencionar «Sonrisas y lágrimas», con sus toneladas de azúcar y niños indigestos, o el aburrimiento genialmente filmado que es «Ciudadano Kane». Pero para qué serviría? No puede entablarse un diálogo ante estas afirmaciones tan categóricas y subjetivas. Se de sobra que no son películas mal hechas. El remate del esnobismo ya es decir que sobre estos temas es mejor hablar en la barra de un bar que en un medio crítico. Esa frase si que da el giro de 180 grados.

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      • Creo que hay que ser mas concreto respecto a las normas sobre que entendemos sobre cine malo en este número, si es de eso de lo que se quiere hablar. Hay que implantar unos principios, porque si no se tiende a la abstracción y a relativizar. Así muchos de los comentarios de los críticos consultados no difieren de una crítica al uso, fuera de un número temático como es éste.
        Propongo que, después de tu respuesta, nos limitemos a hablar de películas y escribir unas cuantas de nuestras películas malas favoritas.

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  • Lo de superman ha sido especialmente sangrante, pero no me extraña, posiblemente Engel sea el crítico de cine mas rancio de la historia de la humanidad…

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    • Y porque considera que fue la que inició el «cine de los 80», así, como etiqueta genérica. Y entonces por qué no «Tiburon», que es anterior a «Superman» y ya presenta todos los aspectos industriales del blockbuster que critica este crítico? Quizás porque no sale nadie volando en mallas? O «La guerra de las galaxias», perfecto ejemplo de cine de diversión puro, también anterior a «Superman»?

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      • Sin contar que antes los directores no querían vender entradas y que la gente se lo pasase bien. Porque claro, en el cine antiguo no hay películas que pudiesen ser consideradas «malas» uhhh uhhhh

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  • ¿Se me permite amar a Alvaro Peña y Noel Ceballos? Porque he estado leyendo cada comentario que bufff…. Esta gente saben tan poco de cine que tienen que ocultarlo con palabrería barata y rancia, para esconder que en realidad de cultura cinematográfica no tienen ni idea. Bueno, de cultura cinematográfica y narrativa, porque algunas interpretaciones… tela.

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  • Cuando planteamos el dosier de agosto lo hicimos pensando en aquellas películas que defiende Pablo en su artículo, películas malas que, no obstante, por distintas razones pueden ser apasionantes. Así, iremos publicando a lo largo del mes una pequeña antología de títulos como STREET FIGHTER junto a otra selección de películas que crítica y público han considerado malas a reivindicar. Sin embargo, al realizar la encuesta queríamos 1) que la selección de personalidades fuera lo más heterogénea posible e incluso que se abriese al audiovisual más allá del cine, y 2) dar más peso a las reflexiones que obliga un juego como este que a la selección de títulos, nececesariamente personal y azarosa.

    Al final, gracias a no haber restringido ni la muestra ni la pregunta, creemos que ha quedado un número de verano muy majo y lúdico, que ayuda a pensar desde enfoques distintos qué es eso de «una mala película» y a explicitar los criterios (técnicos, presupuestarios, ideológicos, morales, estéticos…) con que valoramos las películas. Por eso mismo entre los encuestados no hubo respuestas malas, ni mucho menos desinformadas, sino desde enfoques distintos , que es lo que buscábamos. Si el resultado no es del gusto de todos la responsabilidad es exclusivamente nuestra, por lo demás agradecemos y valoramos cada una de las generosas participaciones.

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  • Que un crítico no sepa diferenciar gustos personales de calidad intrínseca da muestra del nivel bajo de la crítica actual.
    Porque una película bien hecha, aunque esté a las antípodas de lo que yo busco en ella por ser demasiado simple o compleja, ochentera o milenial, de acción o filosófica, no será una mala película, será simplemente una película en la que yo no soy el receptor.
    La gran mayoría de elecciones, con las que se puede estar más de acuerdo o menos, basan su elección en gustos, prejucios, géneros o mensajes en lugar de en elementos narrativos, en los códigos del lenguaje cinematográfico.
    Menos mal que casi nadie hace caso a las críticas porque de ser referentes, habría que empezar a tener un poco de pánico.

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  • Para mi una película mala, es una película que no tiene cualidades en la dirección, producción e interpretación. Muchas películas que están siendo aquí criticadas, tienen calidad en estos puntos. Por lo que bien parezca que los críticos juzgan según sus gustos personales.

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