LAS DISTANCIAS
Lo que aparentamos pero no podemos ocultar a los demás con el tiempo
A pesar de su título, Las distancias, el cual anticipa ya desde el comienzo la separación que sufrirá un grupo de amigos tras un a priori inocente fin de semana vacacional, de lo que trata realmente es de cómo la desaparición de la pátina de las apariencias permitirá descubrir las malas tintas que aquella encubría: la inmadurez, el egoísmo acompañado del cutrerío o las relaciones afectivas con quien no estás realmente enamorado bajo la forma de personas adultas y responsables.
En el decorado escénico de un Berlín grisáceo que es mostrado sin recurrir nunca a la postal turística (si el espectador identifica esta ciudad es solo a través de dos fugaces encuadres que muestran, desde la borrosa ventanilla de un autobús, una célebre pintada del muro de Berlín y la estilizada silueta de la torre de televisión recortada en el horizonte), la directora Elena Trapé (Blog, 2010) expone una galería de retratos psicológicos a través de los protagonistas de su film, quienes en algún caso alcanzan la categoría de arquetipos: por un lado encontramos a Olivia (Alexandra Jiménez), una fantasiosa mujer embarazada que afirma vivir en la realidad cuando se halla anclada en un pasado afectivo que ya no existe, y que, pese a las evidencias, se niega a aceptar, o al personaje de Guille (Isak Férriz), el cual se mueve constantemente en la falsedad, llevando a cabo el despliegue de un amplio catálogo de mezquindades ante la mirada atónita de su novia, una arquitecta en paro. La ausencia de valores de este personaje queda continuamente expuesta en el film, sin escatimar la respuesta odiosa o la revelación sádica al sacar a relucir los fracasos de sus compañeros. Por su parte, tanto los personajes de Anna, novia de Guille (María Ribera) y el del anfitrión, Alex (Miki Esparbé), actúan como trasunto de la crisis económica que durante la pasada década y la presente ha obligado a una generación de treintañeros a emigrar a Alemania en busca de nuevas oportunidades laborales, mientras el de Eloi (Bruno Sevilla) aparece representando al segmento de población que perdió su empleo en España y sufrió un desahucio.
Las distancias refleja toda esta diversidad de temas en el contexto de una sociedad hiperconectada, donde continuamente los móviles de los protagonistas cobran importancia en la narración. La incomunicación en una época donde aparentemente mayores facilidades existen para la misma es una constante a lo largo de la película, a través de los breves mensajes de texto a modo de telegramas, minimalistas emoticonos o incluso ese interfono por el que Olivia habla sola, junto a la proliferación del selfie como testimonio del lugar visitado, puro efecto de superficie dirigido exclusivamente a la mirada de los demás.
En este juego de apariencias donde nada es lo que parece, cada uno de los personajes irán sufriendo el paulatino desmoronamiento de sus respectivas máscaras externas, mutando de la normalidad al comportamiento errático, y donde la cohesión inicial del grupo quedará pronto disuelta para acabar mostrando en el plano a cada uno de ellos por separado, caminando sin rumbo por calles desconocidas, como metáfora de su propia desorientación vital. De esta manera se logra transmitir también la imagen opuesta al turista convencional, que camina mapa en mano según el itinerario previsto, plenamente investido de su condición de visitante extranjero.
En contraste con aquel Berlín urbano y oscurecido, nunca bañado por la luz solar, la directora muestra especial atención a los espacios intimistas, cálidamente iluminados, que envuelven a sus protagonistas en suaves claroscuros, como representación de su fuero interno, de sus propias estancias interiores marcadas por la contradicción. Verdades que acaban revelándose monstruosamente y que les colocan frente a un espejo deformado que devuelve la peor versión de sí mismos.
Las distancias (España, 2018)
Dirección: Elena Trapé / Guion: Elena Trapé, Miguel Ibáñez Monroy y Josan Hatero / Producción: Marta Ramírez para Coming Soon Films / Fotografía: Julián Elizalde / Montaje: Liana Artigal / Dirección artística: Vanessa Locke y Nora Willy / Reparto: Alexandra Jiménez, Miki Esparbé, Bruno Sevilla, Isak Férriz, María Ribera
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