CINE MALO: LA LIGA DE LOS HOMBRES EXTRAORDINARIOS
Al rico steampunk
Parece que las últimas dos décadas del siglo XX, en lo que respecta a la cultura popular, son intocables. Seguramente por la bruma de la nostalgia. En cambio cuando cruzamos la frontera hacia el siglo XXI no hay piedad y muchas películas son calificadas no solo de malas, a veces de malditas. Pero hay películas malas de este siglo que son reivindicables, ¡pardiez! Y, ¿por qué? Porque como (casi) todo lo que es perjudicial para la salud, te hace pasar un buen rato.
La liga de los hombres extraordinarios (Stephen Norrington, 2003) es una liga mucho más infame que La Liga de la Justicia (Zack Snyder, 2017) e incluso tiene la leyenda negra de que provocó la retirada del cine de su protagonista, Sean Connery. Pero no se dejen engañar, damas y caballeros, el señor Connery ya andaba refunfuñando y rodando ñordos en aquella época como La trampa (Jon Amiel, 1999) o Los vengadores (Jeremiah Chechik, 1998). Para más inri, Connery eligió una adaptación de un cómic de Alan Moore, autor de cómics conocido por sus furibundas opiniones con respecto a las películas sobre sus obras, con lo que tenía muchas papeletas para ser una película apedreada. Pero como el propio Moore ha reconocido en algún momento de lucidez, el cómic y el cine son medios diferentes, así que voy a reivindicar esta película al margen del cómic como un verdadero placer culpable para los amantes del steampunk, de la literatura pulp y de los cócteles más excesivos.
El culpable de esta obra es Stephen Norrington, visionario director y uno de los estandartes de la estética cyberpunk en Hollywood a finales del siglo XX (gracias a Blade, de 1998), junto a las hermanas Wachowski y su trilogía Matrix (1999-2003). Para narrar las aventuras de Alan Quatermain y su grupo de inadaptados, Norrington dio el salto al más alegre, descabellado y disparatado steampunk (hermano literario del cyberpunk donde la tecnología de vapor ha conseguido increíbles y futuristas avances en la época victoriana) mezclando espionaje bondiano, aventuras y género superheroico. La liga de los hombres extraordinarios no se anda por las ramas. Va al grano y no se necesitó construir previamente un universo cinematográfico a sus espaldas. Todo el mundo conoce a Drácula, el capitán Nemo, Allan Quatermain, al hombre invisible o al Doctor Jekyll/Mr. Hyde. Se rodó cuando el sueño de un universo compartido estaba muy lejos. Además, si la comparamos con Los Vengadores (Joss Whedon, 2012) a nivel narrativo y de montaje, la superproducción de Marvel es más farragosa, alcanzando su máximo desconcierto en su tercer acto con su invasión en forma de guerrilla extraterrestre despistada. Y es que a pesar de ser una de las películas más taquilleras y queridas por los aficionados de Marvel, Los Vengadores tiene el dudoso honor de ser, posiblemente, la película con más errores de raccord de 2012. La liga de los hombres extraordinarios (Stephen Norrington, 2003) no es ese tipo de blockbuster que aspira a ser todo a la vez, apuesta por la pura evasión. No es tanto lo que se cuenta, sino cómo se hace. Dividida en varias macro-secuencias de acción, es bastante entretenida, algo que no puede decirse de recientes y valoradas películas de Marvel como Black Panther (Ryan Coogler, 2018).
Y por supuesto, además de entretenimiento a toneladas, nos encontramos interesantes y curiosas reflexiones sobre dos de los grandes héroes de la cultura popular: James Bond e Indiana Jones. Sean Connery interpreta a Allan Quatermain en 1899, claro precedente de Indiana Jones (recordemos que también interpretó al padre del arqueólogo antifascista), pero además es el Bond original. Y, para rizar más el rizo, Steven Spielberg siempre quiso rodar una película de Bond, pero George Lucas le comentó que tenía algo mucho mejor entre manos: un Bond arqueólogo de los años 30. En esta historia, Connery se ve forzosamente reclutado cerrando un ciclo de agentes secretos/aventureros al servicio de su majestad.
Pero quizá lo más representativo del valor de La liga de los hombres extraordinarios es que, a diferencia de otros clásicos epicodecadentes como Wild Wild West (Barry Sonnenfeld, 1999), Catwoman (Pitof, 2004) o Dragonball Evolution (James Wong, 2009), nadie se ha disculpado hasta ahora por ella.
La liga de los hombres extraordinarios (The League of Extraordinary Gentlemen, EEUU, 2003)
Dirección: Stephen Norrington / Guion: James Dale Robinson (Cómic: Alan Moore, Kevin O’Neill) / Producción: Trevor Albert, Don Murphy, Sean Connery, Mark Gordon / Música: Trevor Jones / Fotografía: Dan Laustsen / Montaje: Paul Rubell / Diseño de producción: Carol Spier / Reparto: Sean Connery, Shane West, Naseeruddin Shah, Stuart Townsend, Peta Wilson, Jason Flemyng, Tony Curran, Richard Roxburgh, Max Ryan.
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