LA GOMERA
Un thriller isleño con tintes de western rumano
En La Gomera (Rumanía, 2019), el realizador Corneliu Porumboiu sitúa nuevamente en el centro de la historia a un policía descreído en la Rumanía postcomunista, como en Policía, adjetivo (2009) —no parece casual que ambos protagonistas se llaman igual—, si bien ahora en un contexto menos austero y anestesiado de burocracia para arrojar como resultado un elegante thriller, prendado de una mayor estilización en su puesta en escena.
Rodado en distintas localizaciones internacionales, la acción se sitúa entre la agreste y vegetal isla de La Gomera y una grisácea Bucarest, escenarios que se alternan como piezas de un puzle que van rellenando los huecos de la trama. Precedidos por coloridos intertítulos, La Gomera se articula a través de una serie de breves segmentos discontinuos que introducen a cada uno de los personajes que desfilan por este inusual noir: comparecen aquí la arquetípica figura de la femme fatale (de nombre Gilda, en un guiño al mítico film de Charles Vidor), mafiosos como actualización de la figura tradicional del gangster o el rol del policía con trazas de Philip Marlowe como observador pesimista de la corrupción que le rodea, en un personaje ambiguo que ha sucumbido a aquella en el contexto de una Rumanía que ha normalizado el soborno como herencia directa de su pasado comunista, y que tan magistralmente han retratado films como Madre e hijo (Peter Netzer, 2014) o Los exámenes (Cristian Mungiu, 2016).
El silbido gomero se erige en La Gomera como elemento conductor en torno al cual se construye la trama, en tanto vehículo de comunicación usado por los miembros de la organización criminal para evitar la vigilancia policial, a modo de lenguaje cifrado. El tema del alcance de la semántica que ya trató en Policía, adjetivo cobra aquí una nueva dimensión, al explorar otras formas de comunicación distintas al lenguaje escrito u oral, que nuevamente marcan el periplo vital de sus personajes. Porumboiu traza así el devenir de sus personajes entre silbidos, melancólicas arias de ópera y el sonido de disparos, en un thriller atípico y pausado con ecos de western contemporáneo —así lo atestigua el recurso a la proyección de Centauros del desierto— presente en la escena de la emboscada policial en un plató de cine abandonado.
Hay en La Gomera composiciones visuales poderosas (la bellísima escena del ensayo del silbido en la montaña y su traslación a los tejados de Bucarest, o la sangre burbujeante que tiñe de rojo la superficie sobre la que se apoya un ratón inalámbrico transparente), hallazgos que puntean un trabajo notable que dosifica adecuadamente la intriga hasta su desenlace, a pesar de sus ángulos algo romos en el dibujo de cada uno de los personajes —desprovistos de unos antecedentes que establezcan sus relaciones previas— pero que no desmerecen el atractivo conjunto resultante, sobre el que planea como referente inmediato la alusión explícita a Un comisar acuza (Sergiu Nicolaescu, 1973). Atención a la participación de Maren Ade en la producción y Agustí Villaronga en el reparto, respectivamente.
La Gomera (The Whistlers, Rumanía, 2019)
Dirección: Corneliu Porumboiu / Guion: Corneliu Porumboiu/ Producción: 42 Km Film, Les Films du Worso, Komplizen Film / Fotografía: Tudor Mircea / Montaje: Roxana Szel / Dirección de arte: Simona Paduretu / Reparto: Vlad Ivanov, Catrinel Marlon, Rodica Lazar, Agustí Villaronga, Cristóbal Pinto, Antonio Buíl, George Pistereanu, Sabin Tambrea.
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