LA FELICIDAD DE LOS PERROS
La desesperanza de los inadaptados
Tras una larga trayectoria en el audiovisual, David Hernández se estrena en el formato de largometraje con La felicidad de los perros (2018), un filme de crítica social que reflexiona sobre las consecuencias de la crisis económica. Con una estética caracterizada por el uso del blanco y negro, la historia gira en torno a César, un hombre de mediana edad, casado, con una hija pequeña y en paro desde hace ya bastante tiempo. No encuentra trabajo, nadie puede ayudarlo porque la mala situación laboral es generalizada, la prestación por desempleo se le acaba y las subvenciones del estado no llegan o parecen no existir.
La desesperación y la impotencia convierten a César en un inadaptado en su entorno, le cuesta levantarse de la cama, no le apetece reunirse con amigos y la situación en casa se vuelve tensa por la culpabilidad de no poder aportar nada a su familia. El protagonista comienza a alejarse de la esperanza de recuperar su vida y entra en una espiral de transgresión que lo lleva a traspasar los límites morales. César hace la mochila y se va dejándolo todo atrás. Su destino e intenciones no están claras al principio, el protagonista solamente necesita irse de ese lugar que le lleva asfixiando demasiado tiempo y volver a respirar. Comienza su viaje y comienza su deconstrucción. Recorre lugares que le han marcado y visita a personas de su pasado que le hacen plantearse un presente alternativo si hubiera tomado otras decisiones.
El personaje de César puede dar lugar a la controversia: abandona a su familia, no muestra una búsqueda activa de trabajo, parece no tener sentimientos de añoranza y acaba cometiendo actos de puro egoísmo. Sin embargo, desde una perspectiva general puede entenderse que lo que el espectador conoce de César es una parte pequeña de lo que lo ha llevado a esa situación. El filme comienza cuando ya no tiene casi esperanzas, está deprimido y enfadado tras haber comprendido que es solo un peón de un sistema que esclaviza y que nunca le favorecerá. César no intenta recuperarse porque sabe que en el fondo no puede, ahora su objetivo es escapar de la sociedad y ya no le importan los valores humanos, pues ha comprobado que en el fondo solo gana quien juega sucio.
Esta producción gallega juega sus cartas de una manera eficaz. El peso del filme descansa en los personajes, y para ello la selección del reparto es del todo acertada. Caras conocidas pero modestas que con humildad consiguen que cada personaje destaque, pero al mismo tiempo no sobrepase esa línea general de emociones contenidas, liderada por el personaje de César y su expresión impávida.
Sencilla y potente, La felicidad de los perros es un retrato de la realidad de muchas personas, una crítica al sistema casi en su totalidad, empezando por la ignorancia de la realidad de aquellos que aún no se recuperan de la crisis que se supone que ha pasado, mientras otros ya se están metiendo en otra. El filme reflexiona sobre las condiciones a las que muchas personas se vieron abocadas durante la crisis económica que comenzó en el año 2008, y a través de César encuentra muestra esa actitud ante la vida en la que ya nada importa salvo el tener donde dormir y algo que comer, una vida similar a la de cualquier perro que vive en la calle refugiándose donde puede y alimentándose de lo que encuentra o lo que le dan.
La felicidad de los perros (España, 2018)
Dirección: David Hernández / Guion: David Hernández y Toni Bascoy / Producción: David Hernández, Álex Penabade y Analía G. Alonso / Fotografía: Neira (B&W) / Montaje: David Hernández / Reparto: Fran Paredes, Deborah Vukusic, Santi Prego, Isabel Naveira, Mariana Carballal, Mani Braga, Cándido de Castro, Antela Cid, Alfonso Penabade y Emma García Losas.