LA CRÓNICA FRANCESA (DEL LIBERTY, KANSAS EVENING SUN)
Artículos de opinión
El cine de Wes Anderson suele servir como ventana a la vida de sus personajes. Muchas veces, y de forma totalmente explícita, enmarca sus textos alrededor de narradores externos que ofrecen una versión idealizada de la fábula en cuestión tanto a través de las palabras, como del encuadre. De ahí el estilo miniaturista, perfeccionista y preciosista de sus personajes y los decorados que les envuelven. Con La crónica francesa, Anderson sublima su estilo a través de tres (¿o cuatro?) historietas a modo de artículos de revista. Minuciosamente redactados, justificados y sin faltas de ortografía. A cada cuál más vanguardista y fantástico, pero rodeados de una satina de sacarina chabacana, inocente y juguetona, muy heredera de su Gran Hotel Budapest (2014), donde había espacio para la burla y el sinsentido controlado.
Esta suerte de antología periodística está poblada por simpáticos guiños que quizás aspiren a ser algo más que meras referencias, pero Anderson sigue demasiado enamorado de su propia plasticidad como para honrar una imagen que no sea del todo suya. Al principio de la película hay un descarado homenaje a Mi tío (1958), de Jaques Tati que parece querer dar señales de lo que va a ser el resto de la película. La crónica francesa tiene mucho de Tati: es una película obstinada, rabiosamente contemporánea y estirada que mira por encima del hombro a su propia naturaleza hipster. Las ciudades, la arquitectura y las estructuras tienen un peso poderosísimo en la historia de Anderson; encierra y gobierna a sus personajillos en jaulas para gallinas, en torres de metal, en alacenas y estudios de grabación.
Sin embargo, mientras que Tati utilizaba esos escenarios para satirizar y esparcir su propia falta de humor e imaginación hacia unos lugares propios de esa filosofía, Anderson se recrea en la rareza de los mismos. Encomiable, pero eso no quita que lo empalagoso de lo que quiera que esté proponiendo quite fuerza al humor excesivamente naif que, en esta ocasión, eleva a unas alturas desproporcionadas.
Es entonces cuando lo que se plantea al principio con ese plano del edificio que calca a Mi tío desaparece como referencia literal, y se convierte en una representación accidental de otra serie de publicaciones que difícilmente haya podido caer en manos de Anderson, pero sorprendente e innegablemente está ahí.
Lo encapsuladas que son las secuencias, lo brugueriano de los gags, lo ordinario que puede llegar a ser con su lenguaje… Todo apunta a una referencia tan estrambótica e imposible que cuesta creer que se pueda parecer tanto a algo tan opuesto por la propia geografía de la publicación. No es ni más ni menos, que a la serie de tiras cómicas de Francisco Ibáñez, 13 rúe del percebe, donde una colección de personajes imposibles convive en un edificio quirúrgicamente seccionado para el disfrute del lector, y en el que el costumbrismo y el ridículo se juntan para abrir una ventana a la vida privada de esa comunidad.
Lejos de la sofisticada falta de humor de Tati, Anderson ha conseguido emular más bien el absurdo folclore de Ibáñez a través de una introspección hacia sus protagonistas que sorprende por lo enorme de su elenco de personajes. Todo ello, a través de sucesos y conversaciones que se desvían de las aventurillas de cada segmento, para descubrir quién hay detrás de los artículos de La crónica francesa (la revista).
La crónica francesa (del Liberty, Kansas Evening Sun) (Estados Unidos, 2021)
Dirección: Wes Anderson / Guion: Wes Anderson / Producción: Wes Anderson, Roman Coppola, Ben Adler / Fotografía: Robert Yeoman / Música: Alexandre Desplat / Montaje: Andrew Weisblum / Reparto: Benicio Del Toro, Adien Brody, Léa Seydoux, Tilda Swinton, Frances McDormand, Timothée Chalamet, Lyna Khoudri, Jeffrey Wright, Mathieu Amalric, Steve Park, Owen Wilson, Bill Murray, Liev Schreiber
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