UN PEQUEÑO PLAN… COMO SALVAR EL PLANETA
Cambio de roles
La todavía muy corta carrera como director de Louis Garrel, es deudora del célebre pasado cinematográfico de su país y de un referente paterno como es Philippe Garrel, Construido mediante historias amorosas y malentendidos que basculan continuamente entre un estilo próximo a la Nouvelle Vague y al de las comedias francesas más superficiales que predominan en los últimos años. La croisade (o Un pequeño plan… cómo salvar el planeta, como se ha alargado en su traducción al castellano) que competía en la Sección Perlak de San Sebastián, supone el tercer largometraje del actor francés y también su proyecto con menos pretensiones.
La secuencia que da inicio a La croisade sienta las bases del registro cómico en el que se enmarca toda la película. La historia comienza cuando Abel y Marianne (Louis Garrel y Laetitia Casta, pareja en la realidad) descubren cómo el hijo de ella (Joseph Engel) se ha dedicado a vender a lo largo de los últimos meses algunas de sus pertenencias más valiosas –desde relojes, vestidos y joyas, hasta vinos y libros de coleccionista- con la intención de recaudar dinero para salvar al mundo. Se destapa entonces toda una trama ecologista donde Joseph y el resto de niños que forman parte de su grupo toman las riendas de la narración para dar una lección de activismo a sus incrédulos padres y al público. Los roles cambian y esta vez los niños serán los adultos que toman decisiones e instruyen acerca del problema medioambiental (una dinámica muy influenciada por el personaje de Greta Thunberg). Mientras tanto, los padres se enredan en planteamientos y conflictos de lo más inmaduros que acentúan todavía más ese contraste y subrayan en diversas secuencias los aspectos más cómicos y absurdos de la película (esa comida donde se juntan con otra familia y los niños discuten la posibilidad de realizar un genocidio a toda la población adulta resulta de lo más divertida).
Para aquellos que hayan visto Un hombre fiel (2018) -también presentada en San Sebastián donde ganó el Premio del Jurado a Mejor Guion-, los personajes y los espacios que dan vida a esta historia no les serán desconocidos. De alguna forma, La croisade continúa, casi como si de un paréntesis se tratase, con las peripecias amorosas de Abel, pero relegando a un segundo plano a éste para poner el foco en los niños. Ahí es donde más valor adquiere tanto el mensaje positivo que lanza la obra, como su dispositivo y donde puede encontrarse la influencia del guion coescrito junto a Jean-Claude Carrière (el último trabajo firmado antes de su muerte). No obstante, todavía pueden identificarse signos distintivos de la obra de Garrel, resquicios de su anterior película, en las disonancias dentro de la relación entre Abel y Marianne y el triángulo amoroso que mantiene el joven Joseph con Clotilde (Ilinka Lony) y Lucile (Julia Boème). Pequeñas disputas que engrandecen todavía más la magnitud del problema que trata la película sin dejar de lado el carácter desenfadado con el que se cimenta.
Dentro del surrealismo que sostiene el argumento de la película, Garrel añade un apocalipsis en la capital francesa que le permite introducir imágenes reales grabadas con móvil de las calles vacías de París durante el confinamiento. Este recurso le permite trazar un paralelismo entre la crisis climática y la COVID-19, que al fin y al cabo no deja de ser otra pandemia mundial. Todo este imaginario fantástico culmina casi como un espejismo con el plano final que lanza una imagen esperanzadora del futuro y las nuevas generaciones.
Un pequeño plan…cómo salvar el planeta (La croisade, Francia, 2021)
Dirección: Louis Garrel / Guion: Jean-Claude Carrière y Louis Garrel / Producción: Why Not Productions / Fotografía: Julien Poupard / Música: Grégoire Hetzel / Reparto: Louis Garrel, Laetitia Casta, Joseph Engel