LA CARGA

Féretro de metal

“Ten cuidado o la oscuridad te tragará”. Una de las citas más impactantes de la segunda película del director serbio Ognjen Glavonic, Depth Two (2016). En dicho documental, Glavonic recogía declaraciones de diferentes ciudadanos de la antigua República de Yugoslavia sobre lo ocurrido en la Guerra de los Balcanes al final de la década de los noventa. Uno de ellos, un conductor de camiones que transportaba cadáveres destinados a ser arrojados a fosas esparcidas por todo el país. Con La carga (2018), Glavonic muestra con su característica austeridad y franqueza el recorrido de uno de estos conductores.

El debut de Glavonic en lo ficticio resulta, en cierta manera, un paso atrás en su carrera como cineasta. La carga es sin duda una película llena de apuntes interesantes y con un trabajo digno tras las cámaras –bebedor claro de Tarkovsky y su obra maestra Stalker (1979) –, pero en ocasiones redundante y disfuncional en lo narrativo. Las comparaciones con Depth Two son injustas pero inevitables, pues La carga es una especie de adaptación de su propio documental. Una mucho menos trascendente. El documental conseguía de forma muy sutil volver atrás en el tiempo y mostrar la Serbia de 1999 solo con imágenes y panorámicas del Danubio y de los senderos, caminos y carreteras de sus alrededores. Superponiendo a estas imágenes la narración en voz en off de los entrevistados. Sin mostrar casi en ningún momento a ningún ser humano. Era en esta frialdad deshumanizadora donde el documental más acertaba. Se conseguía dar un énfasis aterrador al propio escenario de la película. Al propio país. Y, por ende, a las propias fosas.

Habría sido algo absurdo repetir el mismo esquema con La carga. Sin embargo, el resultado se resiente justamente por la presencia de los actores. No es que los actores no estén a la altura, la película simplemente se ve arrastrada a ciertas convencionalidades narrativas debido a estos personajes. La discusión en el bar, la aparición de la pareja de policías. Escenas correctas pero que se antojan ya rutinarias dentro del género road movie. Las conversaciones entre personajes tampoco llegan a funcionar. Glavonic se lleva mejor con las imágenes y silencios que con las personas y los diálogos. Posiblemente las mejores escenas de la película sean aquellas en las que seguimos brevemente a diferentes personajes anónimos que se cruzan en la ruta del conductor. Fragmentos subjetivos, en su mayoría mudos y de apariencia poco relevantes, que cuentan más de la tierra y de la población de Serbia que las conversaciones que ocurren dentro del camión.

El talento de Glavonic con la cámara sigue siendo el mismo que en sus dos anteriores obras. Su capacidad para utilizar el entorno y trucos visuales con la profundidad de campo juegan a su favor a la hora de crear una atmósfera gris, melancólica y hostil. Mostrando esa “guerra de videojuego”, siempre presente y siempre lejana. En su epílogo, el protagonista rememora una historia que le contaba su padre sobre la Segunda Guerra Mundial, sobre cómo la guerra y las fosas comunes parecen ser algo que se va heredando de generación en generación, como si de un viejo mechero o un reloj se tratase. Aunque se quede a medias en lo emocional, La carga de Ognjen Glavonic –al igual que Zivan Makes a Punk Festival (2014) y Depth Two– es una película muy respetable, y arroja luz a un país de apariencia tan alienígena en ocasiones como puede ser Serbia.

La carga (Teret (The Load). Serbia, Francia, Croacia, Irán, Qatar, 2018)

Dirección: Ognjen Glavonic/ Guion: Ognjen Glavonic  / Producción: Ognjen Glavonic, Sophie Erbs, Stefan Ivancic, Dragana Jovovic (para Cinémadefacto, Kinorama, Non-Aligned Films  y Three Gardens Film) / Fotografía: Tatjana Krstevski/  Montaje: Jelena Maksimovic/ Diseño de producción: Zorana Petrov / Reparto: Leon Lucev, Pavle Cemerikic, Tamara Krcunovic, Ivan Lucev, Igor Bencina