JOHN WICK: CAPÍTULO 3 – PARABELLUM
Entre el movimiento perpetuo como arte y la domesticación de la fórmula
La aparición de John Wick en el año 2014 pilló con el pie torcido tanto a estudios como a crítica y público. Una película dirigida y conformada por coreógrafos y especialistas del cine de acción, stuntmans como el Kurt Russell de Death Proof (Quentin Tarantino, 2007). Una parte muy importante de la industria del cine mainstream, dada por supuesto por el público que asiste a las salas e, incluso, en muchos aspectos, despreciada por gran parte de la crítica tradicional.
El resultado, una película de acción basada en el tópico del cine de venganza protagonizada por un casi desaparecido Keanu Reeves, que basaba el éxito de su propuesta en dos pilares básicos: primero, las coreografías físicas y estilísticas de sus set pieces de acción, donde la duración del plano y el barroquismo de la danza violenta aportaban a la película un enfoque lúdico y autorreferencial que ponía su mirada en la cinética y el movimiento del cine primitivo, en especial en las obras de Buster Keaton. Este último, reverenciado y representado visualmente en el arranque de ambas secuelas, bajo la forma de proyecciones integradas en el contexto de la ficción.
En segundo lugar, el otro factor fundamental para el triunfo de la propuesta fue la creación de un exquisito trasfondo alrededor del universo criminal en el que se mueve el protagonista. Un paranoide, atemporal e hiperestilizado contexto de colores primarios y chillones, que gracias a pequeños pero fundamentales detalles elevaba a la primera entrega más allá de los convencionalismos del cine de acción genérico.
En su segunda entrega las apuestas y sus virtuosas y vistosas set pieces se elevaron al cuadrado, añadiendo a su vez nuevos elementos a la fórmula, superando los aciertos y el sense of wonder de su modesto original. Porque si la primera entrega era una oda y poema visual del cine de acción de los 80, honesto, crudo y directo, su secuela añadía al cóctel ingredientes eurotrash (el lujo magnificado y vulgarizado de su segmento en Roma) provenientes del cine de espías/acción, instaurado y popularizado por sagas como la de James Bond o las producciones de Misión Imposible de Tom Cruise. Eso sí, añadiendo peso e importancia al sugerido trasfondo argumental, dando como resultado un ejercicio de estilo perfectamente equilibrado.
En su tercera (que no final) entrega, la saga tropieza levemente. El primer motivo, el aumento progresivo de la duración temporal de cada entrega -de poco más de noventa minutos de la cinta original, a los ciento veinte minutos de su secuela y las dos horas diez de su tercera entrega- y, en segundo lugar, la preponderancia en esta última de un trasfondo que le dé complemento y guiño acaba convirtiéndose en un elemento que ahoga la ligereza y frescura de la propuesta original, en especial en su segundo acto, localizado en Marruecos.
Pero también es cierto que este Parabellum se entrega a la hipermagnificación y éxtasis absoluto del planteamiento formal del serial. A través de unas set pieces de acción que, además de añadir el otro elemento que faltaba a la ecuación -el cine de acción made in Asia-, consiguen ya no solo elevar hasta límites infinitos la cinética imparable de sus dos trabajos previos -la primera media hora de la cinta es la cumbre y cima de la, hasta el momento, trilogía- sino también convertir a este émulo de El samurai de Jean Pierre-Melville, en mito e icono absoluto y definitivo del cine de acción, llevando tan lejos la propuesta que acaba convirtiéndose en un sosias de Jesucristo y su peregrinación por el desierto, para finalmente resucitarle anímica y físicamente para enfrentarse a la próxima y supuestamente definitiva entrega de este hito del cine acción.
John Wick: Capítulo 3 – Parabellum (Estados Unidos, 2019)
Dirección: Chad Stahelski / Guion: Derek Kolstad, Shay Hatten, Chris Collins y Marc Abrams / Producción: Basil Iwanyk y Erica Lee / Música: Tyler Bates y Joel J. Richard / Fotografía: Dan Laustsen / Edición: Evan Schiff / Diseño de producción: Kevin Kavanaugh / Dirección de arte: Ian Bailie, Teddy Setiawan y Chris Shriver /Reparto: Keanu Reeves, Halle Berry, Ian McShane, Laurence Fishburne, Mark Dacascos, Asia Kate Dillon, Lance Reddick, Tobias Segal, Anjelica Huston, Said Taghmaoui, Jerome Flynn, Randall Duk Kim, Margaret Daly, Robin Lord Taylor, Susan Blommaert, Unity Phelan, Jason Mantzoukas