EstrenosSan Sebastián 2023

LA ISLA ROJA


De copilotos por la Madagascar colonial

Las películas de Robin Campillo se podrían definir como hacer un free tour por una ciudad sin mapa. Sólo el guía conoce el destino y su ruta, sólo él encuentra los atajos que hacen la travesía amena y sólo él determina cuándo vale la pena detener la marcha para observar el paisaje o descubrir un edificio. En La isla roja (L’île rouge, 2023) es absurdo presuponer el mensaje de su cineasta o los misterios que ocultan los personajes, es absurdo adelantarse, hay que dejarse fluir en un compás intermitente, para bien o para mal. 

La isla roja. Revista Mutaciones 9

Resulta más sencillo escanear el film en cuestión de tema que de trama. Un niño (Charlie Vauselle) vive en el reducto colonial de una base militar francesa de Madagascar junto a su familia que, semidesestructurada por los celos de Quim Gutiérrez y la desidia de Nadia Tereszkiewicz [aquí la entrevista], agoniza en sus últimos días en la isla. Como la realidad es violenta y aislada, precisamente, el joven escuda su imaginación en las páginas de un cómic infantil de superhéroes, Fantômette. Un libreto que se representa episódicamente sobre pantalla en formato de animación y que cose el hilo del gran tema de la película entre las muchas puntadas secundarias: aquello importante no siempre es visible. 


Hay desvíos, caminos que parecen no llevar a ningún destino, retrocesos, cambios de personajes y, sí, abiertamente, engaños. Pero quizás todo es justificable porque para Campillo el relato es aquel que se construye desde la mente de un niño. Un relato que detalla elementos superfluos para un adulto y que, sin embargo, juntos complementan la dominación gala del territorio, el racismo, la impunidad imperialista y el machismo evidente de comienzos de los 70. Poniendo así un pie tras otro, La isla roja desteje una reflexión bastante enriquecedora sobre qué era lo importante de aquella época, qué ocultan los relatos occidentales y quienes eran, en definitiva, los protagonistas silenciados. 

La isla roja. Revista Mutaciones 7

Quizás por todo este bordado de presupuestos intelectuales, quien vea la película deambule desquiciado y sin rumbo. Hasta el final del prolongado metraje uno no es capaz de entender cuáles son las motivaciones que impulsan a La isla roja a tomar cierto rumbo y, para entonces, o estás dentro o estás fuera. Porque en el papel todo funciona: es una obra perspicaz, imponente y estimulante con un alegato político preocupado por señalar los errores históricos de la Francia colonialista. Pero en imágenes carece de la fuerza estilística para equilibrar la atención y la paciencia. Consiste en dejarse llevar, en confiar. Pero, ¿debemos confiar en Campillo?

La isla roja tiene imágenes potentes que revelan un acercamiento poético a la realidad, especialmente aquellas en las que el niño se encuentra solo. Hay, sin duda, una sensibilidad singular. El desvío probablemente se halle en el guión y el montaje, en la construcción misma del relato. Hay un exceso de “monumentos” sobre los que se detiene el metraje y una persistencia por extender esos momentos poéticos tan bellos hasta exasperar. Es una cuestión de típex y tijera. Es cuestión de amar demasiado un proyecto. Es cuestión de que escriba, dirija y edite la misma persona. 

La isla roja. Revista Mutaciones 8

Frente a otros cineastas cuyas intenciones también son crípticas (Wong Kar-wai o Lucrecia Martel, mismamente), Robin Campillo no traza un universo lo suficientemente sublime y enigmático como para embelesar. Se pueden valorar sus intenciones, agradecer el notable ejercicio intelectual de poner en escena la represión a través de un mecanismo que reprime el relato, que lo opaca tanto como estaban los malgaches; disfrutar de los bellos instantes donde se ralentiza el tiempo o un haz de luz cruza el rostro… pero la realidad es que la desorientación gana la partida. 

Robin Campillo puede ser un guía perspicaz capaz de revelar elementos y formas generalmente ignorados, así lo demostró ya en 120 pulsaciones por minuto (120 battements par minute, 2017) o La clase (Entre les murs, 2008), y con todo, resulta tedioso deambular durante dos horas sin recibir apenas estímulo. La isla roja es cine para copilotos pacientes, para aquellos que se sientan y disfrutan del trayecto observando el paisaje, para los que no saben dónde van ni tampoco les importa.


La isla roja (L’île rouge, Francia, 2017)

Dirección: Robin Campillo / Guión: Robin Campillo / Producción: Les Films de Pierre, CNC / Música: Arnaud Rebotini / Montaje: Robin Campillo, Anita Roth y Stephanie Leger / Fotografía: Jeanne Lapoirie / Intérpretes: Nadia Tereszkiewicz, Quim Gutiérrez, Charlie Vauselle, Amely Rakotoarimalala, Hugues Delamarlière.

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