ISABELLA
Sobre los padres, los hijos y los hermanos
Es muy difícil crear sin antes haber consumido, experimentado o vivido. Partir de la nada es un concepto prácticamente impensable. Y más lo es hoy en día, ya que desde una muy temprana edad estamos sometidos al bombardeo constante de informaciones de muy diversa índole. Pero esto no tiene por qué verse de una manera negativa, pues si ganamos cierta consciencia sobre este proceso podemos elegir qué hacemos con todo aquello que hemos acumulado. Es lo que ha hecho Matías Piñeiro en Isabella.
Matias Piñeiro no se avergüenza de reconocer a sus progenitores artísticos. Sabe de dónde viene y elige a dónde quiere ir, aunque su camino no se separe mucho del que ya han recorrido otros. El cineasta argentino no se deja llevar por la toxicidad de lo original, término sobrevalorado y mal utilizado en la actualidad. Lo que le importa es la personalidad, algo que logra en todos y cada uno de sus filmes. En ellos hay una serie de elementos que se han ido fortaleciendo hasta lograr una unión y una fluidez que se reconocen como su propio cine.
Así, William Shakespeare es una referencia directa que acompaña a las películas de Piñeiro desde que lo descubrió. De Rosalinda (2010) a Isabella (2020) el escritor inglés, sus textos, sus obras y sus personajes, inundan los filmes del argentino. Incluso a veces esa conexión llega a tanto que todo se confunde, todo se desdibuja. Ello se ve favorecido también por las experimentaciones de Piñeiro, quien no se olvida de jugar durante el proceso de creación de sus películas, algo que se contagia al resultado y lo llena de energía.
Es inevitable hablar aquí de Hong Sang-soo, cineasta que a su vez llena sus filmes de variaciones y juegos temporales, realidades paralelas y casi gemelas, o imaginaciones y sueños que no se distinguen de lo real. Hay sin duda una comunión entre ellos, una resonancia que va más allá del contenido. Y es que ambos hacen cine de una manera muy pequeña, muy independiente, muy personal. Confían en equipos reducidos que se repiten una y otra vez, logrando así filmar en familia. Matías dice en una entrevista que de esta manera se huye de la clásica jerarquía de los rodajes.
También comparten los dos un padre, Éric Rohmer. De él, dice Piñeiro, que no tiene miedo de hacer películas en las que la gente habla mucho, y añade que su cine nos demuestra que las palabras pueden ser a su vez fotogénicas. El interés por la moral, los comportamientos sociales, por las relaciones amorosas o amistosas, por las pequeñas cosas, por la naturalidad, por la sencillez y la espontaneidad… Todo ello se mezcla en los filmes de Rohmer traspasando la pantalla y arrebatando al espectador. Piñeiro y Sang-soo heredan ese estilo, si bien, al igual que en sus obras, hay pequeñas variaciones.
Y no son los únicos. Hay otros, como Dan Sallitt, que también se aventuran por este camino. Además, Sallitt tampoco se avergüenza de sus progenitores, y habla de ellos libremente. Quizás, por todo ello, él y Piñeiro se han entendido y han acabado entablando una amistad, consecuencia directa de la colaboración entre ambos en otro de los filmes del argentino: Hermia & Helena (2016).
Así pues, en Isabella hay algo de todo esto que se ha mencionado hasta ahora: Shakespeare, juegos temporales, círculos de personajes y relaciones, un equipo reducido, actores y actrices que se repiten a lo largo de la filmografía de Piñeiro –Agustina Muñoz, María Villar, Pablo Sigal, Julián Larquier y un largo etc-, músicas parecidas y casi siempre clásicas, la huida de la supuesta gramática cinematográfica convencional -sobre todo del plano-contra-plano-… Y además está el púrpura, color al que queda consagrado esta película.
Isabella (Argentina, 2020)
Dirección: Matías Piñeiro / Guion: Matías Piñeiro / Producción: Melanie Schapiro (para Trapecio Cine) / Edición: Sebastián Schjaer / Fotografía: Fernando Lockett / Música: Santi Grandone y Gabriela Saidon / Diseño de producción: Ana Cambre / Reparto: María Villar, Agustina Muñoz, Pablo Sigal, Gabi Saidón, Ana Cambre, Guillermo Solovey, Tom Cambre Solovey, Alberto Suárez