INMOTEP

El amor con marca de agua

El comienzo de Inmotep (Julián Génisson, 2022) puede verse como un prólogo en el que se trata uno de los conceptos fundamentales en la construcción de la película: el de umbral, tratado como espacio de convivencia entre otros dos espacios, es decir, el lugar (ya sea físico o conceptual) que acoge dos realidades aparentemente ajenas. El propio aproximarse al concepto desde lo fílmico pasa por integrar esto en el desarrollo formal de la película: la voz que enuncia el ensayo acerca de qué es un umbral está generada artificialmente (propia de programas como Loquendo), el espacio que se filma es un claro no-lugar y la mezcla de imagen y sonido vive de la tensión con lo típicamente ficcional: se sitúa en el borde de la representación de lo real. 

Tras esto, Génisson da paso a un relato que juega con los códigos desde el primer momento: la actuación anti naturalista de los personajes, sus rutinas esquematizadas y repetidas ad nauseam, su background tópico, lleno de gestos cliché que no pueden evitar lo cómico. De hecho, una de las mejores cosas de Inmotep es cómo lo divertido no deja nunca de estar presente, pero al beber de un planteamiento conceptual tan claro es tanto broma como parte necesaria del desarrollo de la película. El chiste no se agota en sí mismo, sino que vive en consonancia con el resto de elementos.

inmotep - revista mutaciones

El plano estrictamente formal de Inmotep también se erige como umbral: la imagen dentro de la imagen, con la cámara grabando pantallas digitales. El blanco luminoso de estas también se traslada a la propia «luz natural» de las escenas, casi siempre quemadas (la luz tiende al blanco y el drama a lo onírico). La película está llena de imágenes de diferentes procedencias ubicadas en lugares que le son ajenos dentro de lo cotidiano: cuadros cuando podría haber fotografías, texto impreso donde ya vive el texto digital, etc. En el plano sonoro, el filme juega con las convenciones: es una película muda en pleno siglo XXI que está llena de frases escritas, sobre todo en el plano digital, para transmitir información al espectador; y que usa la música como apoyo dramático aunque funcione al mismo tiempo como elemento independiente.

inmotep - revista mutaciones (2)

En esencia, lo mejor de Inmotep es cómo, siempre en la cuerda floja de lo representativo, de lo verosímil, no desdeña ningún elemento base para la construcción de la película. Lo que en un vistazo rápido podría entenderse como excéntrico, es en cambio una exposición de elementos todos relacionados entre sí, todos dialogando entre sí, y necesarios a la vez que ajenos a lo común. No extraña que el final (aparte de un epílogo que, también, sirve como umbral para otra nueva película) acabe siendo muy agridulce: el drama más oscuro se da la mano con un destino feliz de los protagonistas.  Parafraseando a Baudelaire, un oasis de amor en un desierto distópico. El amor con marca de agua.


Inmotep (España, 2022)

Dirección: Julián Génisson / Guion: Julián Génisson / Producción: Julián Génisson, Leire Apellaniz, Ion de Sosa, Lorena Iglesias, Javi Tasio  / Fotografía: Ion de Sosa, Pablo Hernando / Música: Hyperpotamus / Interpretación: Guillermo Llansó, Lorena Iglesias, Luis García Luque, Miquel Insúa, Juan Cavestany, Ricardo Galiano, Joaquín Csáky, Laura Génisson

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.