IBAFF 2018 – SECCIÓN OFICIAL DE CORTOMETRAJES
Identidad y paisaje, viajes y preguntas
Tras dos años sin responsable de programación visible y una selección oficial irregular cuya mezcla de títulos exhibía cierta dispersión de la personalidad adquirida en las pasadas ediciones, el Festival internacional de cine de Murcia IBAFF (Internacional Ben Arabi Film Festival) afrontaba su novena edición con la intención de recuperar el pulso de cara a su décimo aniversario. Con Enric Albero (miembro del consejo de redacción de Caimán cuadernos de cine) por primera vez al frente de la selección; 19 cortometrajes, 12 largos e incluso una serie competían, pero sobre todo convivían, en la gran sala de la Filmoteca Regional Paco Rabal.
Nota: puedes leer nuestra crónica de la Sección Oficial de largometraje aquí.
Sección oficial de cortometrajes
Procedentes de diez países diferentes y con duraciones comprendidas entre los 5 y los 30 minutos, la selección de cortometrajes albergó las más diversas formas y temáticas del festival pero, en consecuencia, también acusó una calidad más irregular, de selección más ecléctica, que la sección de largometraje.
Ganadora en el certamen navarro Punto de Vista (simultaneo al IBAFF en fechas), Las flores (Jorge Jácome) explora con belleza y melancolía el apego de dos jóvenes soldados a las Islas Azores, invadidas por el tono rosado de miles de hortensias como la misma imagen. Etnografía de alto contenido poético donde los testimonios de los habitantes parecen diluirse entre la estética floral al igual que el mismo paisaje en el que habitan. La película portuguesa parece nacer de aquellas imágenes pacifistas de flores que tapaban el cañón de las pistolas a través de estos dos uniformados que preguntan a cámara por qué su camuflaje no es de color rosa. En lo más destacado de la selección también se encontraba la pieza inaugural Aliens, del murciano Luis López Carrasco. De gran recorrido internacional, con première en Locarno y galardonada en el BAFICI y el Festival de Lima Independiente, la nueva obra del director de El futuro (2013), aborda la figura de Tesa Arranz (cantante del grupo Zombies) para desgranar la Movida Madrileña y, con esta, la década de los ochenta en España. Mientras por la pantalla desfilan decenas de retratos de alienígenas de la artista, el sonido se llena de su discurso, tan elaborado y literario como picante, sorprendente e impredecible. Cuando aparezca en la imagen, su voz seguirá por su cuenta (sin sincronizarse) narrando imperdibles anécdotas sobre las fiestas, las drogas, el sexo, las ideas, los amores y la creación de ese mítico grupo donde uno de los palos más gordos se lo lleva nada menos que Pedro Almodóvar. Al final, de las anécdotas pasadas y de los detalles más morbosos lo que queda es un conjunto desmitificador pero legendario, contradicción solo aparente de la mano de una mujer que ha visto y vivido casi todo y que quizás por eso no puede parar de imaginar alienígenas.
A gran nivel rayaron también las premiadas, en especial Retouch, cortometraje iraní galardonado tanto con el Premio del Jurado como con el del Público.
En una semana histórica para el feminismo, la obra de Kaveh Mazaheri planteaba el interrogante más potente a través de la figura de una mujer que decide dejar morir a su marido en busca de su libertad. Quizás estemos ante el cortometraje más académico y cercano a la ficción clásica de la selección, pero sin duda también uno de los más tensos y mejor narrados. Con el tiempo justo, observando paso a paso el día de inflexión de la protagonista a través de una narración en la que la tensión se mantiene a través de la dosificación de la espera, de la inacción que es acción.
Por su parte, la Mención Especial de Jurado fue para Copa-Loca (Christos Massalas), un cortometraje griego en forma de metáfora de la crisis económica europea a partir de una chica llamada Paulina y su distendida rebeldía “paterna” a través del sexo en un parque de atracciones abandonado. Con una estética que podría recordar a John From (João Nicolau, 2015), Paulina plantea interrogantes a sus amantes en medio de un desolado espacio que antes fue lugar de diversión. Más allá de la alegoría geopolítica que da sentido al conjunto, de la obra de Massalas permanece su melancolía distendida mediante una estética que el jurado definió a la perfección como kitsch.
También había un discurso ácido e irónico sobre la feminidad en Galatée à l’infini (Julia Maura, Mariangela Pluchino, Maria Chatzi, Ambra Reijnen, Fátima Flores Rojas), cortometraje en forma de collage sobre el mito de Pigmalión y su creación, Galatea. Nacido a partir del Máster de Documental Creativo de la UAB, la obra se dedica a desmontar las bases históricas de la cultura machista occidental a través del ejemplo de Galatea, su sexualización y adecuación a la mujer “perfecta” mediante detalles que no cesan de servir como pequeñas pullas en forma de puñal hacia los mitos que aun hoy siguen vigentes en nuestra sociedad. La vía de la normalización mediante una estética que también podríamos definir de kitsch es la que sigue Pre Drink, cortometraje canadiense dirigido por Marc-Antoine Lemire sobre el encuentro sexual de una mujer trans y un hombre homosexual dilatando los gestos, las miradas y la espera de lo que sucede alrededor de un acto que, cuando ocurre, se diluye mediante elipsis y transiciones como si de un suspiro se tratase. Una forma de centrarse en el momento más humano del sexo, aquel en el que hay que mirarse a los ojos y hablar de lo que ocurre -o va a ocurrir- y por el que encuentra su interés propio más allá de sus resonancias con el cine de Xavier Dolan.
En un segundo nivel encontramos el grueso de la selección, con obras menos sobresalientes pero de planteamientos llenos de interés. Hubo otro trabajo del Máster de la UAB que destacó dentro de una de las temáticas más reconocibles de lo que fue la selección, el paisaje. El tercer paisaje (Mar Gonza?lez Ruiz de Larramendi, Mariana Paschoal, Joan Porcel, Daniela Rojas Ovalle, Vinicius Sassine) parte también del collage para unir en una misma imagen el pasado y el presente del Delta del Llobregat. El paso de los aviones y una casa modernista abandonada en el campo sirven para unir el color con el blanco y negro, el pasado con el presente, acompañados de una voz en off que dice menos que las propias imágenes sobre por qué la incidencia del paso del tiempo en un paisaje vacío dice mucho más de lo que esperábamos de sus, un día, habitantes. Precisamente eso es lo que ocupa la imagen de El paisaje está vacío y el vacío es paisaje, de Carla Andrade, una suerte de imponentes vistas del desierto de Atacama. Mediante un uso electrónico del sonido, las transiciones y los cortes, y un espacio inmenso violentado por fenómenos temporales, Andrade incita de esta forma a contemplar el paisaje como un personaje más, que vive y respira. Por otro lado, Las vísceras vuelve a narrar las sensaciones de la vuelta al hogar por parte de su directora, Elena López Riera.
Si en Pueblo (2015) este encontronazo se apoyaba en la ficción, Las vísceras se centra en la observación de las costumbres, de las gentes, del calor y, específicamente, del despellejamiento de un conejo. Todo ello, superficies y costumbres inconfundibles del paisaje rural veraniego de las zonas murciana y alicantina. Cómo logra transmitir su directora, oriunda de Orihuela, este desolador ruralismo de aires desérticos provoca una mezcla de rechazo y atracción primigenia que nunca se acaba de borrar. Por otro lado, Nayra Sanz se hizo con el premio IBAFF Joven (otorgado por casi un millar de alumnos de secundaria) por Sub Terrea, evocación paisajista de enorme potencia y aires mitológicos de la que ya os hablamos desde DocumentaMadrid.
Dos de las propuestas más juguetonas y sorprendentes fueron Simba in New York y Hoissuru. La primera, dirigida por Tobias Sauer destacó por narrar con incisiva ironía e inventada nostalgia el desmoronamiento del sueño americano a través de las más variopintas imágenes, tanto falsamente biográficas como del universo Disney y demás iconos del ‘American way of life’.
En la segunda se encuentran la cinefilia, el compromiso estético y la experimentación tan alambicada como gozosa. Dirigido por Armand Rovira y filmada en blanco y negro de 16 mm, la película narra con diálogos exclusivamente en japonés el encuentro de una japonesa aquejada de una dolencia sonora con una chica occidental llamada Agnes cuya voz parece apaciguar su dolor. A través de bellos fondos y espacios y con un desarrollo que aprovecha lo fantástico para explotar lo estético de su imagen, Hoissuru fue el cortometraje de toda la selección donde más cosas pasaron. De primeras, Manuel Moldes – Pontevedra Suite, 1983-1987, obra del gallego Ángel Santos Touza, podría parecer justo lo contrario. Sin embargo, en su aproximación fílmica a la figura del artista hay mucho de sabia observación y de exploración de las superficies y las texturas de la obra y del sujeto, un artista trabajando.
Más cerca del olvido, ya sea por incomprensibles, contradictorios, planos o torpes (sean estos adjetivos, harto simplistas, culpa de la obra o del que esto escribe), quedan relegados el resto de cortometrajes de este numerosa Sección Oficial. Entre ellos se encuentra el plano dilatado como única idea alegórica de Interiors and Exteriors (Ashique Mostafa, Bangladesh), la melodramática denuncia de animación feísta y confusamente planteada que es Memory Of The Land (Samira Badran, España), la aproximación televisiva a la figura paterna maquillada de cine de autor mediante un simple blanco y negro de My Father and I (Ali Tamim, Alemania), la esquiva infructuosa de algo más que el melodrama en torno al alzheimer de Äiti (Jenni Kivistö, Finlandia), el incomprensible -o incomprendido- collage visual de referencias espaciales que es The Man in the Bushes (Vasilios Papaioannu, Emma Piper-Burket, EEUU) y, finalmente, la decepcionante -por altas expectativas- aproximación experimental al colonialismo español en América de Plus Ultra por parte de una pareja de cineastas de referencia como son Helena Girón y Samuel M. Delgado.
Paisaje, memoria y feminidad como temas principales. Blanco y negro, animación, collage, fantasía, documental, ficción, no ficción… Toda una variedad de formas y estilos a través de una sección con amplia presencia española que, sin embargo, contiene muestras de las partes más diversas del mundo. Una selección, en este caso de 19 obras, cuya agrupación provoca viajes y preguntas. Elementos imprescindibles para la que ha sido, es y debe ser la intención del IBAFF hacia el espectador: el despertar.
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