HONEYLAND
Hija de la tierra
A menudo le preguntan a Hatidze «¿por qué te quedaste?», refiriéndose a su forma de vida rural y artesanal, y la soledad que ello acarreó (su única familia y compañía, su madre enferma). Sin embargo, tras el filme queda claro que cualquier cosa que anhelara fuera de su lugar de nacimiento queda muy lejos de lo que hay más allá. En el filme descubre la verdadera cara del mundo, y la destroza. Honeyland es una continua comparación de lo antiguo y lo actual, la artesanía y la explotación, la supervivencia y el capitalismo, el negocio y el oficio.
La quietud y tranquilidad de Hatidze se rompe desde el primer momento en el que llegan sus nuevos vecinos. El ruido, la violencia, la brutalidad… la antítesis total de la forma de vida de la protagonista. Se trata de una familia en pleno desarrollo, dos progenitores con varios hijos que se van buscando la vida para subsistir y que para ello han tomado, voluntariamente o no, la vía rápida. Su rudeza y violencia, la forma de trabajar basada en la fuerza bruta, cómo se relacionan entre sí… es el caos que contrasta con la forma de vida de Hatidze, a quien solo le queda una madre postrada en la cama de por vida y con casi todos sus sentidos atrofiados. Hatidze se convierte en un ser entrañable que reúne las características de la humanidad que parecen haberse perdido en algún punto de la historia. Es una heroína y una superviviente, mientras se busca la vida por sí misma, cuida de su madre enferma y mantiene el tipo a pesar de las dificultades. Sin embargo, lo que hace que brille ante la cámara es su vulnerabilidad e inocencia ante la vida. Cómo disfruta de la jovialidad de los niños, descubriendo un abanico, cuidando de sus abejas, dando cobijo a los gatos que se acercan a su casa… pero, sobre todo, en esos planos fijos y amplios, en los que el encuadre deja solitaria la figura de Hatidze en medio de la nada o la ruina, en los que su mirada se pierde en la soledad, la devastación, la impotencia y el desgarro. Y es que en el filme se ve cómo la protagonista disfruta yendo a la ciudad a vender su miel y encontrándose con esa inmensidad de novedades y vivacidad que tanto se distancian de su realidad, o como la relación con los niños hacen que ella misma se vuelva la niña que nunca pudo ser. Pero también muestra el choque con la realidad de alguien que no conoce la avaricia.
En ellos Hatidze encuentra al principio la compañía que necesita, la juventud que siempre le faltó, unos posibles socios en su forma de vida, al mismo tiempo que los niños encuentran en Hatidze un referente de paz que los atrae e hipnotiza, lo cual llevará a cuestionar los principios y formas de su padre. Sin embargo, la familia, nómada, es un elemento más del mercado y se ve obligada a cumplir unos objetivos inviables dictados por las exigencias del sistema, basado en la explotación absoluta de la naturaleza hasta destruirla, que pone en valor la cantidad antes que la calidad y donde la avaricia lleva a arruinar a todo y a todos. El uso de la cámara es partícipe de la exposición de esta antítesis: planos fijos o travellings controlados para Hatidze y cámara en mano para la familia mientras se pelean, se gritan o golpean a los animales.
Cuando se da cuenta que el ser humano es más su enemigo que su amigo, la desolación la supera. Tras haber depositado su confianza, cariño y conocimiento sin ningún tipo de interés, se da cuenta que solamente le ha entregado las llaves de su mundo a un demonio que no tiene freno. Aquí, los colores de Hatidze cambian, el rojo tierra que la acompaña en su atuendo casi a diario es sustituido por los tonos oscuros. Está de luto, por sus abejas, por su casa, por el ser humano. Finalmente, constata que solo en la naturaleza se encuentran sus semejantes, aquellos que no piden más de lo necesario y siempre están ahí.
Honeyland (Tamara Kotevska, 2019) es un documental que despierta reflexiones y, sobre todo, emociones. Nominada a numerosos premios, entre ellos, Oscar a mejor documental y película internacional, la historia de Hatidze cala en el espectador y transmite un importante mensaje sin ningún tipo de artificio.
Honeyland (Honeyland, Macedonia, 2019)
Dirección: Tamara Kotevska, Ljubomir Stefanov / Guion: Tamara Kotevska, Ljubomir Stefanov / Producción: Trice Films / Fotografía: Fejmi Daut, Samir Ljuma / Montaje: Atanas Georgiev / Reparto: Hatidze Muratova, Nazife Muratova, Hussein Sam, Ljutvie Sam.