HISTORIAS CORRIENTES
Lo alucinante de la rutina
Hace ya algunos años que se ha hecho habitual oír eso de que los dibujos para niños han dejado de ser para niños, que la televisión infantil ya no es lo que era. Puede que esto se deba a que toda una generación –nacidos en los años 80 y 90- no han renunciado todavía a su infancia. Tampoco tiene pinta de que quieran hacerlo. Por eso la parrilla infantil se ve dividida en dos: por una parte dibujos casi exclusivos para bebés o menores de cinco años como Peppa Pig (2004) o La patrulla canina (2013) y, por otro lado, aquellos dibujos cuya audiencia está (aunque compuesta por muchos niños todavía “inconscientes” de lo que ven) considerada, por su temática y sus tramas complejas, para adultos. Títulos como Hora de aventuras (2010), El asombroso mundo de Gumball (2011) o Historias corrientes (2010), en la que se centra este artículo.
Mordecai (un arrendajo azul) y su amigo Rigby (un mapache) buscan cualquier excusa para no realizar las tareas que se les plantea en el parque municipal donde trabajan y que está a cargo de Benson, una máquina de chuches y su jefe, siempre enfadado por la ineficiencia de sus trabajadores. A diferencia de los protagonistas, Musculitos y el fantasma Chócala siempre consiguen tener las cosas a tiempo. Skip, un yeti ancestral y Pops, un hombre con cabeza de piruleta y heredero del parque, completan (entre otros) un elenco peculiar ya imprescindible para los amantes de la animación ácida.
Creada por J.G Quintel (también voz de Mordecai), Historias corrientes no cuenta ni más ni menos que las situaciones más cotidianas y a la vez surrealistas que puedan pasársele a uno por la cabeza.- Quintel, quien ha afirmado que muchas de las situaciones vienen de experiencias propias, ha sabido unificar de manera más que satisfactoria la rutina que ofrece la realidad con la fantasía que puede ofrecer esa rutina y cotidianidad llevada al extremo. De este modo, la estructura de la serie se plantea de una forma simple y reiterativa. En su mayoría, todos los capítulos empiezan con una tarea que Mordecai y Rigby deben realizar pero, intentado ejecutarla de la manera más rápida y chapucera posible para ahorrarse trabajo (o evitárselo directamente), la situación se torna en insostenible con la aparición de una fuerza mayor que pone en peligro al parque y sus trabajadores.- Esta amenaza siempre está relacionada con elementos de la cultura pop de los años 80-90: internet, videojuegos en recreativos, teléfonos “ladrillo” etc. Cualquier objeto es bueno para obtener vida propia, aumentar de tamaño y amenazar la tranquilidad del parque. En general, cualquier inquietud o nostalgia que Quintel pueda tener de su infancia y juventud es buena para homenajear a toda una generación que tanto tiene en común.
Estas situaciones surrealistas se ven invadidas de personajes extravagantes y psicodélicos que bien podrían proceder de distintas alucinaciones por el consumo de drogas: bebés inmortales que juegan con el destino del universo, unicornios punkis cuyo halo de bondad brilla por su ausencia o una secta de rubios. Todos ellos dotan a la serie de esa impresión increíblemente sensorial cuyo principio vio la luz con dos cortometrajes que Quintel realizó durante sus estudios: “2 in AM PM” y “The Naive Man from Lolliand”. En el primero vemos como uno de dos dependientes de una gasolinera, aburrido, hace tomar una droga (no identificada) a su compañero, sumergiéndolos a ambos en distintas alucinaciones que darán lugar a la visión de varios personajes principales de la serie.
No se puede evitar que los menores, atraídos por la animación y sus colores atractivos, se nutran de esta serie (de la que tanta información se les escapa); tampoco que la naturalidad y cercanía trasmitidos por los personajes de la serie hayan hecho que Quintel se posicione entre uno de los creadores de animación más valorados de Cartoon Network.
Y es precisamente la naturalidad con la que trata sus temas la que la hace especial. Historias corrientes ha nacido como grito de guerra para toda esa generación que ha crecido experimentando cambios tecnológicos, para aquellos que no tienen miedo a probar cosas nuevas, que por encima de todo valoran la creatividad y que, en ocasiones, se ve coaccionada por otros que no saben apreciarla. Así, Quintel ha conseguido demostrarles a todos ellos que la cotidianidad puede ser alucinante y que con un poco de imaginación, los problemas parecen menores.
Si hay algo que caracteriza a este tipo de animación para adultos, es una percepción distinta de la realidad por parte del creador, algo en el subtexto que hace al espectador reflexionar e identificarse con ello por lo que, apreciar la rutina y darle una visión positiva ante cualquier situación desastrosa, ha hecho que J.G. Quintel se convierta en un modelo a seguir y todo un autor.
Patricia Marín Verdú
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